Al día siguiente: 1 de abril Si hay una costumbre de la que jamás me he podido deshacer, es la de despertarme con cualquier ruido que pueda sentir a mi alrededor, y hoy no es la excepción. Abro mis ojos y de inmediato me siento en el sofá buscando si ha entrado alguien a la casa, pero al mirar hacia la cocina, la veo a ella preparando algo —Lo siento, no quería despertarte todavía, pero tenía un poco de hambre y quise preparar algo para que desayunemos— Expresa haciéndome sonreír. —Es bueno que tenga apetito— Respondo poniéndome de pie. Camino hacia la cocina y por alguna razón, Aiyana me mira como si me estuviera analizando algo que me hace mirar a mí mismo hasta que me doy cuenta de que no me he colocado la camiseta —Lo siento, ya me visto— Digo e intento ir hacia donde está mi mochil