No habrá divorcio

1151 Palabras
A la mañana siguiente me desperté temprano, Donan ya no estaba en la cama, siempre se levanta primero que yo, aveces desayunamos juntos, y aveces solo se va y me deja sola. Me di una ducha, y me arreglé para ir a la empresa, pero antes de eso tenía que resolver algo, y ese asunto es con mis padres, necesito explicaciones de lo que pasó exactamente con Morgan. Cuando bajé las escaleras ya lista para irme, Donan estaba desayunando en el comedor, al verlo recordé lo que pasó anoche. Sacudí disimuladamente la cabeza para olvidar ese beso, no tenía que guardar algo como eso. —¿Ya te vas? —me preguntó, tomando de su taza de café. —Si. —¿No piensas tomar el desayuno?. —No. Lo tomaré en la empresa, tengo prisa. —No has comido nada desde ayer, no es bueno para tu salud. Siéntate. Para mí ya es raro tanta preocupación, este no es él, no sé qué es lo que lo ha hecho cambiar, o no sé si yo siempre lo miré desde mi punto de vista, y no vi más allá de él. Aún así, no tengo la suficiente confianza. Tomé asiento en la mesa con él, y Ana me puso el desayuno, desde ayer no he comido bien, y siento que mi cuerpo está aún más débil de lo normal. —¿Adonde tienes que ir? —rompió el incómodo silencio —si vas a la empresa, iremos juntos. —¿Por qué razón? —alcé una ceja, un poco extrañada. Siempre me voy sola, y él se va primero. —¿Tiene que haber una razón? —cuestionó—eres mi esposa, no es extraño que vayamos juntos a la empresa. —Ah...esposa...—repetí, casi en un susurro —. No iré a la empresa todavía, pasaré por la casa de mis padres. —¿Por lo que te conté ayer? —inquirió, muy tranquilo. Quisiera saber por qué actúa así, tan sereno —no vayas a verlos, no es necesario. —Lo dices como si fuera algo sin importancia, Donan —repliqué, bebiendo de mi vaso de jugo, pero sin perder su mirada —. Lo que me contaste ayer, debería ser importante para ti, ya que es Morgan la involucrada en este asunto. Él se quedó en silencio por unos segundos, dejando quietos los cubiertos en la mesa. Luego me miró, con ese rostro inexpresivo de siempre. —Es importante, pero está hecho —me respondió por fin—¿Acaso quieres usar esto para que se lleve a cabo el divorcio?. —Siempre suponiendo cosas sobre mí —mascullé, también dejando los cubiertos a un lado —pero sin embargo, llegará el momento en que nos tengamos que divorciar. —¿Y eso por qué debería pasar? —me lanzó una mirada dura, y la misma le devolví. —Tú deberías de saber el por qué, recuerda el motivo del matrimonio —le recordé, volviendo a mover los cubiertos. Pero me detuve cuando él nuevamente guardó silencio, y eso me molesta porque no sé qué es lo que piensa. —No te daré el divorcio, Jennifer —habló por fin —espero que tengas eso presente, y dejes de hacer vueltas sobre ese asunto. No habrá divorcio. Me quedé helada mirando esos profundos ojos grises que me envuelven, y puedo decir que cuando me mira de esa manera, es porque su decisión es definitiva, y no piensa darle marcha atrás. Pero, ¿Y yo qué? ¿Y si yo me quiero divorciar de él?. La verdad es que sí quiero, yo amo a Donan con todo mi ser, pero eso no quiere decir que haya estado de acuerdo con el matrimonio. Puede sonar estúpido de mi parte, pero casarme fue un sueño de princesas que yo tuve, algo soñado, algo lindo, que el hombre que yo amara me lo propusiera de una manera romántica, y que me demostrara que yo era su mundo entero, sin embargo, me tocó de esta forma, y no me gusta. —¿Y si yo quiero él divorcio? —protesté, esperando a escuchar su respuesta. —¿Acaso tienes a otro hombre que quieres deshacerte de mi a como dé lugar? —arrugó su entrecejo severamente —. Respóndeme, Jennifer. Él tiene a Morgan, su amante, y ahora que lo pienso, ¿Yo por qué no puedo tener a uno también?. —Siempre dices cosas a tu acomodo, Donan, pierde esa mala costumbre —me levanté de la mesa—. Solo lo digo porque ya tienes a tu amante, con ella debes de estar satisfecho, y yo debo de estar estorbando. Tomé mi bolso, y pasé por su lado sintiendo su fuerte agarre en mi brazo, el cual hizo detenerme de inmediato. —Morgan no es mi amante —aseguró, con voz arrastrada —. Ya te dije que nada es lo que parece. —Solo manifiesto lo que con tus acciones me demuestras, no me culpes —me solté de su agarre —nos vemos en la empresa. Salí de la casa, y Francis ya estaba afuera esperándome. —Buenos días, señora —me saludó, con un asentimiento de cabeza. —Buenos días, Francis —le devolví el saludo, y me subí al auto —llévame a casa de mis padres. —Sobre eso...—él dudó, mirándome por el espejo retrovisor. —¿Que pasa?. —Su padre está internado en el hospital, mi señora —me informó —su madre debe de estar con él en estos momentos. —¿De qué estás hablando? —mis ojos se abrieron en sorpresa —¿Que ha pasado?. —Al parecer su padre ayer tuvo un accidente, se lesionó una de sus manos, por suerte no es nada grave —explicó —. Su madre no quería preocuparla, así que como es algo mínimo, no se le informó del asunto. —¿Donan sabe sobre esto? —indagué, sacando mi móvil del bolso. —Si. —¿Como es que no me dicen nada sobre algo tan delicado como esto?. —Lo siento, mi señora. Su familia no quería preocuparla por algo de mínima gravedad, su padre se encuentra bien. Entonces mis hermanos deben saberlo, y no fueron capaces de decirme nada al respecto, esto es increíble. Aunque mi padre no sea un hombre ejemplar, y demuestre que siempre esté en mi contra, me preocupa lo que le pase, a él y a cada uno de los miembros de mi familia. Y ni hablar de Donan, justo estábamos hablando, y no fue capaz de decirme que mi padre está en el hospital por una lesión en su mano. ¡Y sabía que iría a verlos!. ¿Será por eso que me dijo que no fuera a verlos?. —«¿Mamá? ¿Que es lo que ha pasado con papá?».
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