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Debido a su larga experiencia, el Marqués creía saber cuándo una mujer estaba enamorada de él. Habría apostado cuanto poseía a que Charlotte lo amaba. Que lo amaba tanto como era capaz de amar, ya que consideraba que Charlotte poco sabía del amor. En verdad, la muchacha lo había asediado en modo más ardiente que él a ella. Estaba convencido de que, si le hubiera ofrecido el matrimonio la segunda o tercera vez que se encontraron, la respuesta habría sido afirmativa. Ahora, en el último momento, cuando había tomado su decisión y estaba completamente seguro de que sería aceptado, ella se inclinó por Cumberland. «He hecho el ridículo», se dijo el Marqués y sintió la indignación aumentar en su interior. Fue entonces cuando, justo antes de llegar a los portones, advirtió la presencia de algu