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Mi esposo y el cruel CEO ¿Amor o venganza?

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Descripción

La vida de Senna, una pediatra y Santiago CEO de una empresa de seguridad, se une por un breve momento cuando ambos deben sanar su corazón, por las infidelidades de sus parejas.

En el camino Senna se enamora de Santiago, pero cuando este decide separarse de su esposa, Senna descubre que él aún tiene sentimientos por ella y es incapaz de soltar esa tóxica relación que ha destruido la vida de ambos y de su pequeña hija.

Ella decide elegirse a sí misma e irse a vivir lejos de él.

Dos años han pasado separados, hasta que Santiago encuentra a su hija mirando por la televisión como Senna aparece al lado de su esposo, quien es candidato para Senador del estado de California.

Santiago quien aún no la olvida y hará lo que sea para recuperarla pero ¿Qué pasará cuando él se de cuenta que llegó a su vida muy tarde?

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| Un hombre no llora |
— ¡Suéltame Santiago! ¿Qué te pasa? — gritaba Alexandra mientras su esposo Santiago la llevaba a la fuerza hacia la salida del club nocturno. — ¡Abre la puta puerta! — gritó Santiago a su seguridad y cuando este le abrió la puerta colocó a Ali en el asiento de atrás y pasó a sentarse a su lado. Ella desesperada intentó abrir la puerta del otro lado para bajar. — Ni te atrevas — dijo Santiago en un tono de voz con el que nunca le había hablado. En sus dos años de casados, jamás le había levantado la voz, Santiago había sido un esposo amoroso y devoto a ella, pero ahora todo era diferente y por un momento sintió miedo. Ella dejó de intentar y se acomodo en el asiento erguida. Sabía que al llegar a casa le podría inventar algo para justificar lo sucedido. Sabía que aunque le había mentido, Santiago la ama, solo tenía que pensar que decirle así que durante el trayecto se quedó en silencio. Santiago bajó primero, no esperó a que ella bajara del auto, y entró a la casa, y fue a encerrarse en su oficina. Su seguridad sabía lo que tenía que hacer, así que no esperaron más para cargar a Ali y la subieron a su habitación encerrándola hasta esperar nuevas órdenes de Santiago. Ali ya tenía un plan trazado, es que en estos dos años de matrimonio más un año de relación había aprendido a conocerlo, ella era su debilidad, y Santiago aunque era un hombre cruel en los negocios, con ella era un hombre bueno, paciente, cariñoso, el perfecto esposo por ello no se separaba de él. Trato de abrir la puerta, sabía que debía actuar rápidamente antes de que Santiago analice la situación y encontrara algún fallo en su lógica pero al darse cuenta de que estaba encerrada se enloqueció y trato de escapar por la ventana rompiendo el vidrio lo cual llamó la atención de Santiago y aunque en ese momento la odiaba, más fuerte era su amor por ella y subió a verla. — ¿Qué pasó? — preguntó Santiago ingresando a la habitación y encontró a Ali en el piso sangrando, se había cortado cuando escuchó pasos acercarse. Su primer instinto fue ayudarla pero en medio camino a su mente llegó la imagen que acaba de presenciar hace menos de una hora donde había encontrado a su mujer medio desnuda con otro hombre. — ¡Amor ayúdame! — pidió Ali aun en el piso cuando vio que Santiago se detuvo y su rostro se empezó a deformar mostrando su notable amargura, pero más que enojo, el corazón de Santiago sangraba de decepción, la mujer que amaba con el alma lo había engañado. — ¡Mario! — gritó Santiago y su guardaespaldas acudió a él. — Sí señor — dijo Mario cuando entró a la habitación. — Asegúrate que le curen la herida, y que no salga de aquí hasta mañana — dijo saliendo de la habitación. — ¡Santiago! ¡Santiago! No te vayas — gritó Ali enojada, pero cuando este volteo cambió su expresión a una que había aprendido con los años. Puso su mejor cara de tristeza para causar pena en él y lo estaba consiguiendo hasta que el teléfono de Santiago sonó y él siguió su camino saliendo de la habitación. — Santiago Dammar — respondió sin mirar quien llamaba. — Muy formal, ¿cómo estás? — preguntó Ángel, su abogado, al otro lado del teléfono. — Bien no estoy, es una llamada laboral, ¿Leíste mi mensaje? — preguntó Santiago. En el trayecto a casa le había mandado un mensaje pidiéndole que redactara su divorcio, sabía que Ali trataría de convencerlo y él la perdonaría. — Si, lo lamento mucho, pero ¿estás seguro? Ustedes se aman, son la pareja del año — dijo Ángel tratando de remediar la situación pero sin querer sus palabras de aliento fueron como un cuchillo afilado que traspasó el corazón de Santiago causándole mucho dolor. — Te lo diré de una vez porque estarás presente cuando hable con ella mañana. — Santiago suspiró para darse fuerzas, porque a pesar que esas palabras que iba a decir lastimaran su ego de macho, lo que más le dolía era que su esposa, el amor de su vida lo haya traicionado — Alexandra me fue infiel. En el otro lado de la línea Ángel se quedó callado por un momento, no supo cómo responder, nunca pasó por su mente que Santiago y Alexandra se divorciaron por infidelidad, él mismo había presenciado su amor estos años, después de un momento reaccionó — ¿Estás seguro? — preguntó con cuidado. Quizá se trataba de una equivocación, algún chisme de la prensa. — Yo mismo la vi, Angel de verdad no quiero seguir hablando de esto, yo … — Santiago intentó pero no pudo seguir hablando. Las lágrimas que intentaba contener empezaron a salir de sus ojos. Ángel era su abogado, pero al mismo tiempo era su mejor amigo y a él no lo podría engañar. — Tranquilo amigo, yo estaré a tu lado para apoyarte, mañana si no quieres hablar con ella yo lo haré por ti — dijo Ángel muy triste al escuchar a Santiago llorar. Solo una vez lo vio llorar a pesar de conocerlo toda la vida y fue cuando su abuelo murió. Sabía que Ali lo había herido profundamente. — No te preocupes yo hablaré con ella — dijo Santiago limpiando sus lágrimas, la amaba pero ella no merecía sus lágrimas. — Está bien, Santi estaré ahí a primera hora déjame empezar a redactar el documento ahora mismo — dijo Ángel levantándose de la cama, eran las 3 am y si quería ir a ver a su amigo a las 8 debía apurarse. — Por la tarde Ángel, no te apures yo también debo descansar. Quiero pedirte de favor que mañana seas parcial, se que eres amigo de ambos, pero antes que nada eres mi abogado. — Soy tu amigo Santi, eso está antes que todo — dijo Ángel y al ver que Santiago no respondió cortó la llamada. Santiago se quedó encerrado en su oficina y por más que trató de dormir no pudo, cada vez que cerraba sus ojos aparecía la misma imagen, su esposa en ropa interior besándose con otro hombre mientras que lo masturbaba con la mano y este tocaba el cuerpo de su esposa . Hubiera querido pegarle a ambos cuando lo encontró pero se contuvo. Sus ojos se llenaron de lágrimas nuevamente, su vida junto a ella pasaba frente a sus ojos como una película, todos los momentos felices que compartieron, todo se fue a la mierda por culpa de Ali. Recordó las palabras de su abuelo “Un hombre no llora”, y así se dió fuerza para tranquilizarse. Si Ali decidió defraudar su confianza que se atenga a las consecuencias por qué él no iba a perdonar su traición. Al día siguiente Santiago se sentía mejor, lavó su rostro y se vistió lo mejor que pudo, no iba a dejar que Ali lo viera derrotado. Subió hacia la habitación en la que ambos habían compartido sus dos años de matrimonio, sintió dolor al verla dormir tan tranquilamente en la cama. Se dirigió al armario, tomó el primer vestido que encontró y lo lanzó con fuerza hacia la cama, el impacto hizo que Ali abriera lo ojos con enojo, él pudo ver por primera vez que Ali no siempre era la dulce esposa que él creía. — ¿Santiago? — dijo frotando sus ojos para disimular. ¡Amor! estás aquí déjame explicarte — pidió Ali en una súplica. — Vístete, Ángel vendrá pronto, firmaremos los documentos para iniciar los trámites de divorcio — dijo Santiago seriamente. — ¿Divorcio? Amor, lo que viste no es lo que parece. Me pidieron ir a la oficina del dueño del lugar y luego ese hombre no me dejó salir, me obligó, tú lo viste — decía Ali avanzando hacia el. — A ver si te entiendo — dijo Santiago sentándose a un lado de la cama. — Ese hombre ¿Es el dueño del club? — preguntó y Ali asintió — Y te pidió que fueras a su oficina ¿y tú fuiste? — Así es amor, yo no pensé que tendría intenciones ocultas, quizá sabría que soy tu esposa y quería hablar de negocios, yo debí… — Tú debiste quedarte en casa como me dijiste que harias, me ocultaste que ibas a salir, me ocultas que tienes un club. Ese club es tuyo Ali, yo lo sé desde hace mucho tiempo. ¿Acaso crees que de la nada te apareció un inversionista? Fui yo quien puso el dinero, esperando como un idiota que me dijeras lo que estabas haciendo. — Santi escúchame… — No Ali, no voy a escuchar más tus mentiras — dijo Santiago levantándose de la cama. — Amor fue un error que nunca volverá a pasar, yo no sabía lo que hacía — dijo Ali al fin admitiendo su traición. Estaba entre la espada y la pared. Sin Santiago su negocio se iría a la quiebra. — Te esperamos abajo — dijo Santiago saliendo de la habitación. Ali no era tonta, y se dio cuenta que no ganaría, Santiago ya estaba decidido, quizá Ángel podría ayudarla. Debía escuchar que le ofrecían a cambio del divorcio, por derecho le correspondía el cincuenta por ciento de todo, solo ahí tomaría una decisión. Divorciarse de Santiago significaba dejarlo ganar y ella no quería eso, no lo amaba pero el estatus que tenía al ser su esposa la hacía sentir importante. Se arregló lo más que pudo, usando poco maquillaje, y lloró por un momento solo para mostrar el enrojecimiento en sus ojos, si no conseguía la pena de Santiago a menos podría conseguir la de Ángel. Empezó a pensar en el divorcio, con el dinero podría sacar adelante su negocio, sin tener que fingir ser la dulce esposa de Santiago. Bajó y saludó a Ángel con su rostro entristecido, si algo sabía hacer bien era causar pena. — Lo lamento mucho — dijo Ángel entrando a la oficina detrás de ella. — No Ángel créeme que yo lo siento más, pero soy humana, también puedo cometer errores no considero… — No estamos aquí para escucharte, solo me interesa que leas el documento y firmes. Ángel por favor — dijo Santiago. Les señaló las sillas frente a él y los tres tomaron asiento en silencio. Ángel abrió su maletín y sacó los documentos que había redactado y empezó la lectura en voz alta, así sería más fácil ponerse de acuerdo. — ¿Espera qué es esto? — preguntó Ali interrumpiendo a Ángel — ¡Soy tu esposa! — dijo poniéndose de pie y tirando los papeles — Me corresponde el cincuenta por ciento de todo, conozco mis derechos. — No mi amor — dijo Santiago con una sonrisa de lado que la hizo enloquecer — No te corresponde absolutamente nada.

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