El sol de la tarde brillaba sobre Mérida mientras Amelia y Carolina paseaban por el centro comercial El Rodeo Plaza, uno de los más conocidos de la ciudad de Mérida.
El bullicio de la gente, las tiendas llenas de productos brillantes y el aroma de la comida rápida flotando en el aire, creaban un ambiente animado y despreocupado. Amelia disfrutaba de la compañía de su amiga, intentando dejar atrás la tensión de los últimos días, la cual era causa de un mismo grupo de personas.
Mientras caminaban por la segunda planta, algo llamó la atención de Amelia un poco más adelante de ellas, en una esquina del centro comercial, estaba Victoria "Vicky" Mendoza, posando para unas fotos frente a una nueva tienda de ropa exclusiva de marca para damas. Su vestido blanco y radiante en su silueta escultural capturaba la atención de todos los que pasaban.
Vicky, con su sonrisa ensayada y sus poses perfectas, era la imagen del éxito y la belleza superficial que tanto despreciaba Amelia, toda una diva de la mentira y la falsedad.
Amelia sintió una oleada de resentimiento al recordar las palabras de Vicky en la fiesta algunas noches atrás, y cómo había menospreciado a su familia y su origen por mucho tiempo. Esa herida seguía fresca, y ahora, viendo a Vicky actuar como si fuera intocable, se sintió ofendida una vez más.
Un pensamiento travieso cruzó por su mente, una pequeña idea que le haría sentir un poco mejor, aunque no iba con sus principios estaba dispuesta a traicionar sus ideales para satisfacer su lado más oscuro.
— ¿Ves lo que yo veo, Carolina? —Murmuró Amelia, señalando discretamente hacia Vicky con su insinuante mirada y su picardía en el rostro, parecía que tenía algo en mente.
Carolina siguió la dirección de la mirada de Amelia y esbozó una sonrisa al comprender lo que su amiga tenía en mente rápidamente, era como si estaban conectadas cuando se trataba de actuar.
— Definitivamente veo lo mismo, Amelia. —Respondió Carolina, con un tono cómplice en su voz y una pequeña pero malévola sonrisa de oreja a oreja, mientras miraba a su amiga con gran complicidad.
Amelia se dirigió hacia la feria de comida más arriba, seguida por Carolina, y se acercó a uno de los puestos de delicias para pedir una malteada de chocolate, la más espesa posible sabiendo que su plan sería tan simple como efectivo. El líquido espeso y oscuro sería el complemento perfecto para el inmaculado vestido blanco que acompañaría a Vicky en sus fotos.
— Esto va a ser interesante. —Expresó Amelia, sosteniendo la malteada con una mano, mientras caminaban de regreso hacia donde estaba Vicky, ambas con una sola intención en su mente.
Amelia y Carolina fingieron estar inmersas en una conversación sumamente interesante con sus bebidas, paseando casualmente por el centro comercial como cualquier par de amigas.
Al acercarse a Vicky, Amelia calculó el momento exacto, y en un movimiento perfectamente sincronizado, "tropezó" con Vicky, derramando toda la malteada de chocolate sobre su vestido y sus pechos escotados.
El líquido pegajoso marrón oscuro se esparció rápidamente, manchando el blanco prístino del vestido y creando un contraste que atrajo la atención de todos los presentes. Vicky dejó escapar un grito ahogado, su rostro estaba contorsionado por la furia y la incredulidad, mientras se escuchaban las risas de todos los que pasaban por el lugar al verla, incluso el fotógrafo sonrió de ver la escena, fue un poco placentero ver como una arrogante obtenía un poco de humildad.
— ¡¿Qué demonios has hecho, ridícula?! —Chilló Vicky, su voz estaba al borde de la histeria total, su mirada y rostro eran de enfado total, la enemistad se presenciaba en el aire. —¡Lo hiciste a propósito! eres una… Idiota. —Reclamó Victoria a Amelia con un grito intenso, la misma Amelia que puso su mejor expresión de sorpresa y tragedia por lo sucedido, mientras ella misma actuaba rápidamente para evitar que la situación se intensificara y se saliera de control.
— ¡Oh, dios mío, Vicky! —Exclamó Amelia, fingiendo horror y vergüenza, pero nada real, Victoria notó en las expresiones de Amelia que todo era fingido, eso le irritaba aún más al mirar cómo se burlaba de ella de frente. —Lo siento muchísimo, fue un accidente. No te vi venir… ¡De verdad lo siento querida Vicky, jamás te haría algo a propósito! —Exclamaba Amelia, pero al final de todo esto soltó una pequeña sonrisa vengativa, y una mirada directa a los ojos de Victoria, mientras tomaba una servilleta y hacía que le limpiaría el vestido, aunque en realidad solo le embarraba aún más el chocolate en su vestido blanco.
Carolina se unió a la actuación, colocando una mano en el hombro de Vicky en un gesto de falsa compasión, como si aquello ayudara de algo.
— Vicky, lo lamentamos de verdad. —Dijo Carolina, con voz suave pero mirada despiadada a su vez, esa pequeña mueca o sonrisa en cara de ambas dejaban en evidencia que se trataba de un acto premeditado. —Fue un accidente, estamos tan apenadas… —Volvió a decir, hasta que Victoria se cansó y solo berrinchó mientras lloraba de enojo apartándose de ambas, pero Victoria ya planeaba una venganza en su mente.
La multitud que se había reunido comenzó a murmurar, algunos mostrando simpatía por Vicky, mientras otros reían disimuladamente ante la situación. Vicky, con su vestido arruinado y su dignidad herida, parecía una niña pequeña consentida que no sabía cómo manejar un "accidente" tan humillante ante las cámaras.
— ¡Esto es imperdonable! —Gritaba Vicky, mientras las lágrimas de frustración llenaban sus ojos y arruinaban su maquillaje, definitivamente Amelia le arruinó el día, y eso era lo que más le dolía, que fuera Amelia. —¡Lo hicieron a propósito! —Seguía culpando Victoria a ambas mujeres, que lucían apenadas y avergonzadas, aunque nada pasaba de una actuación muy buena.
Amelia y Carolina mantuvieron sus expresiones inocentes, haciendo que la escena pareciera un simple error. La confusión de los espectadores hizo que la mayoría creyera en la versión de Amelia y Carolina al final de todo el espectáculo…
Finalmente, ante la mirada de todos y sin poder hacer nada para revertir la situación, Vicky se giró y salió corriendo hacia el baño, lloriqueando y dejando atrás su pequeña sesión de fotos. Amelia y Carolina, satisfechas con su pequeña venganza, se apartaron del tumulto mientras las miradas se desviaban, puesto que ninguna de las dos estaba dispuestas a pagar el costoso vestido que habían arruinado.
Cuando estuvieron fuera del centro comercial, las dos amigas estallaron en carcajadas, liberando la tensión que habían acumulado, parecían más que satisfechas con la venganza que habían obtenido allí adentro.
— Eso fue… ¡Perfecto! —Decía Carolina, secándose las lágrimas de risa y buscando algo de agua en su bolso para echar sobre las manos de Amelia las cuales estaban pegajosas a causa del chocolate de la malteada. —No podía haber salido mejor, eres malvada Amelia. —Aclaró Carolina ante la sonrisa y la mirada satisfactoria en el rostro de Amelia, ella solo lo disfrutaba en su silencio.
No quedaba duda de que había una gran complicidad entre ambas mujeres.
— Dulce venganza.