Capítulo 1
Capítulo 1
Era una noche de invierno cuando Mercy regresaba del trabajo cargando a su pequeña de tres meses de nacida, aun no la registraba, pero le decía Yannin, porque así se llamaba la protagonista de una hermosa telenovela que veía todas las noches, ese día estaba especialmente cansada por el trabajo, era obrera en una fábrica y había tenido que hacer jornada doble, afortunadamente su vecina y amiga le ayudaba a recoger a su bebé de la guardería y cuidaba de ella hasta su regreso, Felipe, su esposo como siempre brillaba por su ausencia, seguramente andaba por allí ahogado en alcohol, ella estaba cansada de tener que trabajar tiempo extra y soportar que Felipe le quitara el dinero que con tanto esfuerzo se ganaba, pero cuando estaba borracho se ponía muy violento y ella tenía mucho miedo de enfrentarlo.
Con un enorme cariño, bañó a su bebita y la alimento, preparó la cena y se sentó a ver su telenovela, “me merezco un descanso,” pensó.
Estaba acostando a Yannin que se había quedado dormida, cuando la puerta se abrió intempestivamente, Felipe había llegado, tal como lo imaginaba, completamente borracho, pero no estaba solo, venía acompañado por Javier, su compañero de parrandas igual de alcoholizado que él.
— ¡Ándale vieja!, ¡Acuéstate y abre las patas! Mi compadre me ha ganado una apuesta y viene a cobrarse — Le ordenó a Mercy, aquél hombre que ella alguna vez amó y que ahora solo le producía asco y terror.
— ¿Estás loco? Yo no tengo por qué pagar tus deudas, y menos de esa manera que pretendes, yo no soy una puta que puedas poner a la venta —contestó Mercy furiosa y asqueada por aquella proposición.
Felipe enfureció al sentirse desafiado por su mujer delante de su amigo, quien comenzó a burlarse de él por no tener los pantalones bien puestos y dejar que su mujer lo desobedeciera de esa manera.
Tomó a Mercy por los cabellos y la lanzó contra la cama arrancándole el vestido y dejando al descubierto sus voluptuosos pechos llenos de leche producto de su reciente parto.
El amigo de Felipe la miraba como perro en rabioso, Mercy era una mujer muy bonita, blanca de ojos azules y a pesar de que el embarazo la había dejado un poco pasada de peso, sus enormes pechos la hacían lucir muy antojable a los ojos de cualquiera.
A Javier se le puso dura la v***a tan solo de mirar y se abalanzó sobre ella, mientras Felipe la sostenía por los brazos, le arrancó lo que restaba del vestido y comenzó a mamar de sus pechos salvajemente produciendo dolor y asco en la pobre mujer que luchaba por liberarse sin conseguirlo, mientras Yannin lloraba en su cuna como si supiera lo que le estaba pasando a su madre.
Aquella bestia, se desabrochó los pantalones y con ambas manos separó bruscamente las piernas de la mujer, que luchaba por mantenerlas cerradas.
En un descuido de Felipe, Mercy sacó de debajo de la almohada unas tijeras que guardaba allí precisamente por el temor de tener que usarlas contra él si volvía a golpearla, justamente cuando Javier logró penetrarla emitiendo un primer gemido de placer, Mercy hundió las tijeras en su cuello provocando que un chorro de sangre cayera sobre su rostro y sobre su pecho desnudo.
El cuerpo de Javier comenzó a convulsionar antes de caer sobre ella, sin vida.
A Felipe se le cortó la borrachera del susto y del miedo, nunca pensó que su débil mujer fuera a reaccionar de esa manera, nunca la creyó capaz de matar a un hombre, presa del miedo, salió corriendo buscando a la policía.
Mercy, tomó a su hija en brazos y salió corriendo al único lugar donde podía encontrar ayuda, con su vecina Lucy, su única amiga quien le ayudaba a cuidar a Yannin.
— ¡Dios mío! ¡Mujer qué te pasó! — Exclamó Lucy desconcertada al verla desnuda y llena de sangre.
Mercy le contó lo que había pasado y que en cualquier momento la policía iría a buscarla por asesina.
— No podemos permitir eso comadre, la niña te necesita, si te meten a la cárcel que va a ser de ella, yo podría cuidarla, pero nunca será lo mismo.
— ¡Lo sé! Tengo mucho miedo, tengo que irme, pero no tengo dinero, hasta el viernes me pagan y lo último que tenía guardado ayer me lo quitó Felipe.
— ¡Maldito mal nacido!, algo se nos tiene que ocurrir… ¡Ya sé quién nos puede ayudar!
Exclamó Lucía con en un grito de esperanza para su amiga.
— Mi primo Baltazar trabaja como presentador en el Paradise Cabaret, y justamente está anclado en el puerto, mi primo me avisó que zarpa esta noche, si lo alcanzamos, tal vez él te pueda conseguir trabajo allí, de lava platos o de algo.
— ¿Pero… y Yannin?
— No te preocupes comadre, si no te dejan tenerla, yo me quedaré con ella hasta que sea seguro y puedas regresar.
Mercy se dio rápidamente un baño para quitarse de encima la sangre maloliente del hombre al que acababa de matar, Lucy le prestó un poco de ropa y salieron por la puerta de atrás para evitar toparse con la policía que ya estaba llegando a la escena del crimen. Llegaron al puerto y Lucy pidió al hombre que estaba resguardando el área de abordar que le ayudara a buscar a Baltazar, afortunadamente, éste regresaba al barco después de haber salido a distraerse un poco a tierra firme.
Baltazar quería mucho a Lucy, se habían criado como si fueran hermanos y se conmovió con la historia de Mercy, se decidió a ayudarle, aparte de ser el presentador del cabaret, él era el encargado de las galeras, que era dónde estaban los camarotes de la tripulación de bajo rango y le dijo que podía acomodarla y conseguirle trabajo, pero que no podían llevar al bebé, Mercy comenzó a llorar por la angustia de tener que dejarla, su tristeza era tan grande que Baltazar le dijo que podía traerla, pero que tendría que ser muy discreta y tratar de que el administrador no se enterara.
Pasaron los años y esa bebé fue creciendo, jugaba entre las galeras y casi nunca podía subir a cubierta, cuando lo hacía a escondidas de su madre, disfrutaba ver a hurtadillas cuando Baltazar presentaba a cada una de las bailarinas que salían al escenario, tenía su propia pista de baila dentro de una de las bodegas, imaginaba la música y recreaba cada uno de los movimientos de las mejores bailarinas del Cabaret y soñaba, soñaba con algún día poder salir a cubierta, vestirse con uno de esos hermosos vestidos, de lentejuela, su madre le contaba cuentos de princesas y ella quería ser una princesa del único mundo que conocía, Paradise Cabaret.