Mi Amante

Capítulo 5: Baile

Domingo, 23:11 p.m.

El fin de semana finalmente había llegado.

La noche avanzaba, pero el ambiente seguía cargado de emoción y mucha música.

La discoteca se transformaba en un epicentro de diversión y euforia.

Las luces parpadeantes, en tonos vibrantes, iluminaban un espacio con un diseño vanguardista, creando una atmósfera visualmente impactante.

Y en los rincones más íntimos, cómodos sofás y luces tenues ofrecían refugios para charlas relajadas y momentos más pausados.

Héctor: — ¿Me pones un chupito de Tequila? — preguntó a mis espaldas y su voz me resultó familiar.

— Hola

Él sonrió al sentarse frente a la barra.

Vestía un Jersey gris que le quedaba bien, y aunque no destacaba por tener muchos bíceps, el jersey resaltaba esa parte y también sus hombros y espalda.

No sabía por qué, pero a mí me llamaba mucho la atención, me gustaba un montón esas partes masculinas.

— ¿Solo eso quieres? — pregunté, tomando una botella de tequila y un vaso tequilero.

Héctor: — Sí… ¿O prefieres darme otro beso como la última vez? — preguntó sonriendo y su comentario provocó que sonriera también.

— Ten

Le entregué el chupito sin responder a su pregunta.

Héctor: — ¿Siempre está tan lleno aquí?

— Sí, casi siempre. Nunca te había visto por estos lados

Héctor: — No, es la segunda vez que vengo a esta discoteca. No la conocía

— ¿Y cómo supiste de ella?

Héctor: — Pasé caminando por la misma calle y me di cuenta

— ¿Y qué te parece?

Héctor: — Está bastante bien, mucho mejor que las otras a las que he ido

— Por lo que dices, pareces ser de muchas salidas nocturnas

Héctor: — Solo lo hago para distraerme

— ¿Del trabajo?

Héctor: — Puede ser, pero también por otras cuestiones. Tú, por lo que veo, trabajas aquí

— Qué buen observador eres

— mencioné, haciéndolo reír.

— Llevo varios meses trabajando aquí

Héctor: — ¿Y te gusta?

— Sí, es un buen trabajo, pero también tengo otro en el que me irá bien dentro de poco

Héctor: — ¿Es un trabajo nuevo?

— Sí

Héctor: — ¿Y no se te hace cansado tener dos?

— Un poco, pero puedo con ello. Los dos trabajos son diferentes, uno es más serio que otro, pero estando aquí en la discoteca aprovecho para distraerme un poco y relajarme

Héctor: — Pues, brindemos por ello

— Brinda tú, yo no puedo tomar alcohol ahora, estoy en mi jornada laboral

Héctor: — Hazlo, solo por celebrar

— dijo, convenciéndome. Agarré otro vaso y me serví un poco de tequila.

— Por la vida

Héctor: — Por la vida — dijo y se tomó todo el licor de un solo trago.

— ¡Uf! ¡Qué fuerte!

Héctor: — ¿No te gusta el alcohol?

— Sí, pero no suelo tomar. Solo lo hago los fines de semana o en alguna ocasión especial

Héctor: — Veo que eres una mujer sana, que se cuida

— De hecho sí, pero de vez en cuando hay que darle diversión al cuerpo y tomarse una cerveza o algo así

Héctor: — En ese aspecto concuerdo contigo — mencionó y ambos sonreímos. Él tenía una sonrisa muy bonita, que transmitía sobre todo tranquilidad, sinceridad y seguridad.

Más adelante, yo seguí trabajando, Héctor se quedó en la barra y aun así no seguimos hablando, no hasta que terminé mi turno.

— Pensé que ya te habías ido

Héctor: — A decir verdad, quería invitarte a bailar. Claro, solo si quieres

— ¿A mí? — pregunté admirada.

Héctor: — Sí, ¿o no te gusta bailar?

— Sí. No sabía que a ti también te gusta bailar

Héctor: — Con el tiempo me irás conociendo mejor — dijo con un tono coqueto.

— Me gustaría — comenté con el mismo tono que él.

Héctor: — Entonces, ¿bailamos?

— Vale — respondí y nos dirigimos a la pista de baile donde la energía contagiosa y las expresiones de alegría de la gente se extendían por todo el lugar.

Haber aceptado bailar con Héctor fue con la única intención de disfrutar de la noche y la música, sin implicar ningún interés romántico o físico.

Mi elección se centraba en compartir un momento agradable, sin buscar más allá del baile como forma de entretenimiento.

En ningún momento consideré la posibilidad de que esta acción tuviera connotaciones más profundas o significativas. A pesar de haber experimentado sentimientos por Héctor en el pasado y de tener en cuenta el beso robado que le había dado hace una semana.

Asimismo, Héctor y yo nos pusimos a bailar.

La música era una mezcla de reguetón y algo más, en realidad, no sabía qué género, pero la combinación era buena.

Héctor sabía moverse y era divertido porque siempre hacía algún gesto o movimiento gracioso para hacerme reír.

01:04 a.m.

— Te mueves mucho mejor que yo

— comenté mientras salíamos de la pista y nos dirigíamos a la salida.

Héctor: — ¡Qué va!

— En serio, yo estoy un poco oxidada

Héctor: — Entonces, tendré que sacarte más seguido a bailar — mencionó con una sonrisa.

— Ya lo veremos

Héctor: — Bueno, gracias por concederme esta noche

— Gracias a ti

Héctor: — Buenas noches

— Buenas noches — respondí con una sonrisa. Me di la vuelta, él se dirigió a un auto n***o, y yo hice lo mismo, pero no encendí mi auto.

Aunque disfruté bailando con Héctor y me pareció encantador, no lo conocía lo suficiente para sacar conclusiones.

Durante nuestra época en la misma escuela, no compartimos clase, pues él iba a la clase A y yo al B, y a pesar de coincidir en clases grupales, nunca habíamos hablado.

Entonces, al día de hoy, no podía juzgar quién era Héctor ahora basándome en el pasado, ya que las personas cambiaban no solo físicamente, sino también en sus pensamientos y personalidad.

Así que Héctor no sería una excepción.

¿Qué tal si no era como yo pensaba?

¿Qué tal si parecía ser bueno por fuera, pero escondía maldad en su interior?

Por último, aguardé a que Héctor se marchara, ya que no tenía certeza sobre su destino y no le tenía completa confianza.

¿Qué tal si se le ocurría seguirme?

Quién sabe, mejor era prevenir, así que me esperé hasta que se fuera. Por suerte, tomó una calle distinta a la mía, permitiéndome ir a casa con tranquilidad.

Aunque estaba a solo quince minutos a pie, prefería conducir, especialmente al salir tan tarde del trabajo, evitando caminar sola en la oscuridad.