-Dios...- abrí mis ojos con dificultad acostumbrándome a la luz. Cuando mis ojos estuvieron abiertos pude observar que estaba en una sala, lo extraño es que no estaba encadenada o atada.
Estoy viva. Aún estoy viva.
Por instinto me levanté corriendo del sofa y me dispuse a salir de ahí, pero algo salió mal cuando sentí todo mi cuerpo caer debido a un dolor insoportable que me inundaba.
Esto es familiar.
-¿Puedes dejar de hacer eso Adriana? ¿no vez que a mi también me hace daño?- escuche decir a Jeysa, después de eso mi cuerpo se alivió.
-Estaba tratando de escapar, yo solo evitaba que se escapara- y ahí estaba la que había hecho de mi vida un infierno, Adriana. Aún recuerdo el dolor que me causó cuando me secuestraron, esas secciones de tortura. Sinceramente no sé como no quedé trauma
