Capítulo 20

1551 Palabras
No podía sacarme de la cabeza el dolor en los ojos de Kate mientras se alejaba de mí, dejándome de pie en medio del pasillo como un hombre condenado. Sus palabras seguían resonando en mi mente, cada una como un golpe directo al pecho. "Dimitri, esto no se trata de si me mentiste o no... Se trata de que me has puesto en ridículo. Se trata de que estás poniendo en peligro la custodia de Azad." Azad. Esa palabra, ese nombre, fue suficiente para arrancarme del aturdimiento. No podía permitir que esto nos destruyera, que esas fotos falsas arruinaran todo por lo que habíamos luchado. Pero, ¿cómo podía arreglar algo cuando Kate apenas me miraba sin que la rabia y la decepción empañaran su rostro? Me dirigí al despacho, cerrando la puerta detrás de mí con un portazo que resonó por toda la casa. Necesitaba pensar, encontrar una manera de lidiar con esto, pero mi mente estaba llena de imágenes de Kate apartándose de mí, de Azad abrazándola como si temiera perderla. Golpeé el escritorio con el puño, dejando escapar un gruñido de frustración. No sabía cómo enfrentar esta situación, y esa sensación de impotencia me estaba matando. —Dimitri. Levanté la cabeza al escuchar la voz de Elyf. Estaba de pie en la puerta, mirándome con los brazos cruzados y una expresión que oscilaba entre la preocupación y el reproche. —¿Qué quieres, Elyf? —pregunté, mi tono más áspero de lo que pretendía. —Ayudarte. Aunque no sé si mereces que lo haga después de lo que está pasando. —Cerró la puerta detrás de ella y avanzó hasta quedar frente a mí—. ¿Qué fue eso, Dimitri? —Nada de esto es lo que parece —dije con los dientes apretados—. Es una trampa. —¿Trampa? —Elyf arqueó una ceja, incrédula—. Entonces explícame por qué Luisa tiene fotos tuyas en una cama, con el torso desnudo. —¡Son antiguas! —exclamé, golpeando nuevamente el escritorio—. Elyf, jamás traicionaría a Kate. ¿Cómo puedes pensar que sería tan estúpido? Ella me miró en silencio durante unos segundos que se hicieron eternos. Finalmente, suspiró y se dejó caer en una de las sillas frente al escritorio. —No estoy aquí para juzgarte, Dimitri. Estoy aquí porque Kate me importa. Y porque, si estás diciendo la verdad, necesitas limpiar este desastre antes de que sea demasiado tarde. —Lo sé. —Me pasé una mano por el cabello, intentando calmarme—. Pero no sé por dónde empezar. —Por Luisa. —Elyf me miró directamente a los ojos—. Hazla que diga la verdad y mantenla lejos de ustedes. Asentí lentamente, procesando sus palabras. Luisa. Claro. Ella era la clave. Sabía que debía confrontarla, pero primero tenía que asegurarme de que Kate no tomara decisiones precipitadas. Elyf se levantó también, poniéndome una mano en el hombro —Dimitri, si quieres recuperarla, no solo basta con demostrarle que eso no es nuevo. Vas a tener que demostrarle algo más importante: que ella es tu prioridad ahora. No respondí. Sus palabras me golpearon con más fuerza de la que esperaba porque sabía que tenía razón. Kate era mucho más que un acuerdo, más que una solución temporal para mantener a Azad. Pero, ¿cómo podía decírselo cuando ella estaba tan convencida de lo contrario? Salí del despacho sin mirar atrás, decidido a hablar con ella. Subí las escaleras con pasos rápidos y me dirigí a nuestra habitación, esperando encontrarla allí. Para mi sorpresa, cuando abrí la puerta, no estaba. Mi pecho se apretó al recordar lo que había dicho: "Dormiré con Aurora en una de las habitaciones de huéspedes." Por un momento, dudé en ir tras ella. ¿Qué podía decirle que no la alejara aún más? Pero algo en mi interior me empujó a seguir adelante. Me dirigí a la habitación donde sabía que estaba con Aurora, pero cuando llegué, solo encontré la puerta cerrada. Golpeé suavemente. —Kate, ¿podemos hablar? No hubo respuesta. Golpeé de nuevo, esta vez con más fuerza. —Kate, por favor. Finalmente, la puerta se abrió, pero no fue Kate quien apareció. Aurora me miró con una expresión tensa. —No creo que sea buena idea ahora, Dimitri. —Necesito hablar con ella. —Mi tono fue más severo de lo que pretendía, pero no me importó. Aurora suspiró y asintió. —Espera aquí. Cerró la puerta y me dejó en el pasillo. Mientras esperaba, sentí cómo mi pecho se llenaba de una mezcla de ansiedad y determinación. Tenía que arreglar esto. Tenía que recuperar su confianza, su... La puerta volvió a abrirse, y Kate apareció frente a mí. Su expresión era fría, pero sus ojos estaban rojos, probablemente de llorar. —¿Qué quieres, Dimitri? Por un momento, me quedé en silencio, simplemente mirándola. Luego, con toda la sinceridad que pude reunir, dije: —Quiero arreglar esto. Por ti. Por Azad. Por nosotros. Ella me miró durante un largo momento, como si estuviera evaluando mis palabras, intentando decidir si eran dignas de confianza. Finalmente, dejó escapar un suspiro y dio un paso hacia atrás. —Tienes cinco minutos. Aurora salió de la habitación bajando las escaleras. Entré a la habitación con el corazón latiendo con fuerza, sabiendo que cada palabra que pronunciara podría ser decisiva. Kate cerró la puerta detrás de mí y se quedó allí, cruzando los brazos, como si quisiera mantenerme a distancia. Sus ojos me miraban con frialdad, pero también podía ver el dolor que intentaba ocultar. Tomé aire profundamente, tratando de mantener la calma. —Kate, antes de que digas nada, necesito que sepas algo. —Mi voz sonó más grave de lo que esperaba, cargada de emoción—. Yo jamás haría algo que pudiera lastimarte a ti o a Azad. Ella dejó escapar una risa amarga. —¿Y eso qué significa, Dimitri? ¿Que esas fotos son mentira? ¿Que no hay nada de cierto en ellas? Asentí, dando un paso hacia ella, pero se apartó, como si temiera que mi cercanía la hiciera ceder. —Esas fotos están manipuladas. —Intenté mantener mi tono firme—. Salí con Luisa en dos ocasiones hace más de un año atrás, realmente las cosas no funcionaron y acordamos tener solo un trato profesional. Kate alzó una ceja, escéptica. —¿Qué me asegura que no son recientes? Me pasé una mano por el cabello, frustrado. Sabía que tenía que explicarlo todo, incluso si eso me hacía parecer descuidado. —Luisa y yo estuvimos en un hotel hace unos meses, mucho antes de que tú y yo siquiera habláramos de este acuerdo. —Mi voz era más suave ahora, casi suplicante—. Te aseguro que no la veo de otra forma más que una empleada de mi empresa. Ella entrecerró los ojos, claramente luchando por decidir si creerme o no. —¿Y por qué sacar esas fotos ahora? Suspiré, apoyándome contra la pared. —Porque se dio cuenta que no tiene oportunidad. Fue un error, lo admito. No pensé que pudiera usarlo en mi contra. Estoy seguro de que todo esto es un intento de sabotaje. Kate no dijo nada durante unos segundos. Luego, se pasó una mano por el cabello, claramente abrumada. —¿Sabes lo que me duele más, Dimitri? —Su voz era apenas un susurro, pero cada palabra me atravesaba como una daga—. No es solo la humillación pública. Es que nunca me contaste nada de esto. Hicimos un trato, ¿recuerdas? Honestidad. Transparencia. Pero no fuiste capaz de confiar en mí. —Tienes razón —admití, bajando la mirada—. Fallé en eso, y lo siento. De verdad lo siento, Kate. Ella dejó escapar un suspiro tembloroso, como si estuviera conteniendo lágrimas. —¿Y ahora qué? ¿Cómo piensas arreglar esto? Me acerqué a ella, lentamente, asegurándome de que no se sintiera invadida. —Voy a encontrar a Luisa. Voy a demostrar que todo esto fue una trampa. Pero más allá de eso, voy a demostrarte que puedes confiar en mí. No solo por este acuerdo, Kate. Sino porque quiero que creas en mí, en lo que podríamos ser juntos. Kate me miró fijamente, como si estuviera buscando algo en mis ojos. Finalmente, se giró y se sentó en el borde de la cama, pasando las manos por su rostro. —Dimitri... no sé si puedo hacer esto. —Su voz se quebró, y mi corazón se hundió—. Todo esto es demasiado. Me arrodillé frente a ella, tomando sus manos entre las mías. —Sé que no tengo derecho a pedirte nada, Kate. Pero te lo suplico: dame una oportunidad de arreglar esto. No por el acuerdo, no por Azad, sino por nosotros. Ella no respondió de inmediato. Sus ojos estaban fijos en nuestras manos, como si estuviera debatiéndose internamente. Finalmente, levantó la mirada y habló: —Está bien, Dimitri. Tienes tu oportunidad. Pero esta es la última. Asentí, sintiendo una mezcla de alivio y determinación. —No te voy a fallar. Y mientras la miraba, supe que no solo estaba prometiéndole resolver este problema. Le estaba prometiendo mucho más: protegerla, cuidarla, ganarme su confianza y, si me lo permitía, su corazón...
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