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El teléfono de Erick sonaba insistentemente mientras cenaban en el comedor, disfrutando de la deliciosa comida preparada por la niñera de Einar. César lanzó una dura mirada a su amigo, molesto por la constante interrupción. Finalmente, Erick puso los ojos en blanco, dejó los cubiertos sobre la mesa y se levantó, sacando el móvil de su saco.
Al ver el nombre en la pantalla, se extrañó mucho. Era uno de sus hombres infiltrados en la organización de Vittorio. Aunque ambos compartían intereses y negocios, no confiaba en ese tipo, mucho menos cuando sabía que tramaba algo con respecto a la mujer que su amigo deseaba, por eso mantenía ojos vigilando dentro de su territorio. Ahora, esa llamada, en particular, era bastante sospechosa, por lo que decidió atenderla de inmediato.
—Habla.
—Te
