*** Había llegado la hora de salida. César estaba listo para encontrarse con Fénix. Según lo acordado por mensaje, se verían en la oficina de un médico privado de confianza para mantener la discreción, ya que todo lo relacionado con el niño debía permanecer en secreto. Ya en su auto, camino al lugar, comenzó a llamarla, pero extrañamente, ella no contestaba el teléfono. Lo intentó de nuevo, pero para su desgracia, el móvil seguía sin respuesta. —Erick —llamó a su amigo, quien contestó al instante—. ¿Dónde rayos estás? Te necesito. —¿Dónde crees? Camino a enfrentar a Vittorio, todo por tu culpa. Tendré que retractar el trato que hice con él —espetó del otro lado. —Termina lo más pronto posible, tengo trabajo para ti —colgó de inmediato sin esperar respuesta. Si Fénix estaba jugando co