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Algunas veces Zena permanecía despierta en su cama, llorando, al pensar en lo que su hermana padecía al lado de aquel hombre. La alusión a Georg le hizo recordar que sería casada con un inglés y debido a que la idea la aterrorizaba, se apresuró a decir: Sigue explicándome tu plan para llegar a París, cómo nos vamos a arreglar allí y quiénes diremos que somos. —Escaparemos de los viejos buitres en Hoyes— dijo Kendrick—. Una vez que estemos en el expreso a París, nadie podrá detenernos. Por supuesto, podrían telegrafiar una descripción de nosotros, pero creo que puedo impedir tal cosa. —¿Cómo?— preguntó Zena. —Te diré eso más tarde, porque aún no lo he planeado con claridad. —Entonces, continúa diciéndome lo que haremos al llegar a París. —Desde ese momento, el Príncipe Kendrick y la Pr