Capitulo 1. Cumpleaños
Capítulo 1.
Cumpleaños.
—Amalia, hija, no tienes que hacerlo si no quieres; que busque a otra persona.
—No, padre, quiero hacerlo, es mi mejor amigo, me necesita, no puedo simplemente dejarlo solo. —En ese momento solo pensaba en las veces que él me ayudó y me defendió de los abusivos de la escuela.
—Hija, si haces esto, estarás perdiendo la oportunidad de tu vida, casarte con alguien que te ame y tú ames.
—Déjala, la niña ya es una adulta; si desea de corazón ayudar a su mejor amigo, que lo haga. Además, solo será un año, ¿qué podría pasar?
—No lo sé, solo quiero que sea feliz —dice mirándome con tristeza.
—No tienes de qué preocuparte, padre; lo soy, estoy feliz de poder ayudar a un gran amigo. —Se escucha el sonido de la puerta al ser tocada.
—Adelante.
—Señorita Amalia, ya estamos listos para empezar la ceremonia —dice la nana de Lucas.
—Bien, enseguida estaré con ustedes.
—Hija, yo solo espero que esto no te lastime, que puedas ser feliz.
—Tranquilo, padre, solo será 1 año, ¿qué podría pasar?
*
¿Qué podría pasar? Desde ese momento pasaron muchas cosas; cuando conocí a Lucas, jamás imaginé que terminaríamos casados. Empezaré desde el comienzo.
Flashback actualidad.
Cuando tenía tan solo 9 años, mi madre fue contratada por sus padres para remodelar la casa de sus sueños. Mi madre siempre me llevaba a todos los lugares donde la contrataran; tiene una grandiosa empresa de diseño de interiores que ella y mi padre han sacado a flote con mucho esfuerzo y deseaban que yo conociera todo desde pequeña, así podría tomar las riendas cuando fuera mayor. Ese día lo recuerdo como si fuera ayer, mi madre colocándome un vestido rojo con blanco y mis zapatillas color blanco, cepillando mi cabello mientras acomodaba un hermoso cintillo a juego.
Ese día Lucas estaba junto a su madre y su padre esperándonos. En la hermosa casa de Lucas se podría apreciar un hermoso jardín de flores. Al entrar, nos recibieron muy cordialmente, llevándonos a una mesa donde prepararon té y galletas. Lucas era un niño muy odioso; se podía notar por la forma en que se sentaba, concentrado en su tablet. Ese día mi madre planificó otro encuentro debido a que deseaba presentar los proyectos e ideas que la señora Freiter le dictaba.
*
Con el sol en su esplendor, mi madre siempre puntual toca el timbre de los Freiter. A las 8 AM podía ver desde el jardín a Lucas jugar con su tablet; no podía entender cómo un chico podría jugar todo el día sumergido en su mundo sin importar lo que pasa a su alrededor. Mi madre no me dejaba jugar más de 30 minutos en mi tablet; decía que eso me dañaría la mente y que debía tener mi mente sana para lograr el éxito. Quizás eso no es totalmente cierto, ya que Lucas es un hombre de muyho éxito; pienso que eso depende del contenido que permiten que los niños vean. Estoy entretenida en los pasillos cuando la señora Tania, la madre de Lucas, llama mi atención.
—Hola, hermosa, ¿te gustaría jugar con mi Lucas?
—No lo sé —le digo con vergüenza.
—Ven, vamos, sé que te caerá bien; Lucas es un niño solitario, le caerá bien una amiga. —Me toma de la mano llevándome al jardín donde lo veo en el mismo estado que cuando llegamos a su casa.
—¿Lucas? —dice su madre sin éxito. —¿LUCAS? —grita su madre, quitando de sus manos la tablet.
—¿Qué pasa, madre?
—Traje para ti una amiga; ve a jugar con ella mientras hablo con su madre.
—No quiero.
—Jovencito, si no juegas con Amalia, no te dejaré jugar con la tablet.
—No es justo, madre, es una niña, no juego con niña.
— Pues jugarás con Amalia o no verás tu tablet. ¿Quieres que llame a tu padre?
—No, madre, jugaré con Amalia, ven. —Me toma de la mano llevándome por un pasillo hasta su habitación.
—Bien, te quedarás aquí mientras voy por mis videojuegos.
—Está bien. — Lo veo entrar en una habitación y sacar una caja con videojuegos, los instala en la gran pantalla y me entrega un control.
—Espero que sepas jugar.
—No lo sé, tal vez sí —le digo sabiendo exactamente qué hacer, ya que mi madre me lleva los fines de semana a jugar con mis primos.
—Bien, siéntate y no te acostumbres; lo hago porque quiero mi tablet.
—¿Qué tanto ves en esa cosa?
—Eso no es una cosa, niña, es una herramienta de trabajo, así dice mi padre, y ahí veo mis videos de cómo ser militar.
—¿Te gusta eso?
—Sí, ahora juega. —Después de ganarle en dos partidas, puedo verlo muy molesto.
—Sal de mi cuarto, tú haces trampa.
—Claro que no.
—Claro que sí, eres una tramposa.
—Claro que no.
—Sal de mi cuarto, eres fea y las niñas feas hacen trampa.
—Te odio —salgo corriendo hacia mi madre; se cansó de mis lágrimas.
*
Desde ese día mantuve distancia con Lucas. Él siempre ha sido un chico distante, muy reservado y muy seco; eso es normal en él, siempre trata de esconder sus sentimientos, pero al transcurrir el tiempo en casa de Lucas, se acercaba a mí. Una vez estaba en su habitación, la que mi madre estaba diseñando, y él esperó que nos dejaran solos y se acercó para darme un beso en los labios; su reacción me molestó mucho.
—¡Qué secos son tus labios! —me dice tocando los suyos.
—¿Por qué me besaste? —¿Quién te dio el derecho? —le digo muy sonrojada; era la primera vez que me besaba un chico y eso se sintió muy inquietante.
—Puedo volverlo a hacer si yo quiero, pero como no quiero, no volverá a pasar. Hoy sí tengo ganas de jugar, vamos por mis videojuegos.
—No quiero, Lucas. —Respondo avergüenzada haciendo un puchero.
— Bien, no puedo obligarte. ¿Qué haces aquí? —dice señalando la brocha en mi mano.
— Intento pintar esta pared.
—No me gusta el color.
—¿Qué dices? Tu madre le dijo a mi madre que pintara de azul.
—No, no me gusta, quiero todo de verde, es mi color favorito. —Él era un obstinado mandón, pero me agradaba, así que desde ese día jugábamos a los videojuegos todos los días, convencí a mi madre de cambiar el color de su habitación y él estaba muy feliz; por primera vez lo vi sonreír.
Al pasar el tiempo Lucas y yo nos hicimos muy buenos amigos nos reuníamos en las tardes para jugar, nos contábamos todo lo que hacíamos en la escuela hasta que mi madre me cambio a su escuela y ya estábamos más cerca, Lucas se empezó abrir un poco conmigo y me trataba más amable, nos veíamos en la hora de la comida y siempre me esperaba para comer, éramos tan unidos que nuestros padres creían que estaríamos juntos desde pequeños, él me defendía de todos los que querían lastimarme, conocía todo de mí y yo de él, éramos muy unidos casi hermanos algo que no pensé nunca era que cuando él estaba conmigo me sentía feliz, pero cuando se iba me sentía muy triste como si me faltará algo y entonces siempre nos llamábamos por las noches, él siempre me acompañaba a casa y a veces se quedaba en mi casa para ver películas o jugar videojuegos era mi único amigo, ya que éramos inseparables.
Él me presentaba a sus novias y yo a los míos; cuando rompíamos, nos reuníamos y siempre jugábamos para consolarnos. Teníamos 16 años cuando nos enteramos de la noticia de que su padre quería enviarlo a una academia militar. Me puse muy triste al saber que mi mejor amigo se iría, pero sabía que él era feliz con esa noticia, así que lo apoyé. En la secundaria siempre quedábamos para estudiar juntos, aunque no fueran las mismas actividades él siempre me ayudaba, todo era excelente nos apoyamos mutuamente, pero todo cambio cuando un día Lucas conoció a una chica nueva de su salón y comenzó a salir con ella y empezó a evitarme, ya que a ella le molestaba mi presencia y mi relación con Lucas, no nos veíamos con tanta frecuencia, la chica me quitó toda su atención y desde entonces supe que me dolía verlo con ella, que estuvieran siempre juntos y que ya no pasara tiempo conmigo me afectaba mucho, así pasamos un tiempo, él siempre encontraba la forma de visitarme, ya no lo veía como antes y escribirnos en las noches todos los días se volvió a solo dos noches por semana aún seguíamos siendo amigos yo respetaba mucho su relación aunque afectará un poco nuestra amistad.
El momento llegó y él pasó la noche en mi casa viendo películas; era increíble tenerlo cerca otra vez. La noche fue increíble, aunque no dormimos nada. Nos preparamos para despedirnos; él se iría y sabía que solo lo vería una o dos veces al mes. Me hacía sentir muy mal, pero estaba feliz de que él pudiera cumplir sus sueños. Ya en la entrada de la academia, no podía dejar de verlo; me invadía una sensación de tristeza y felicidad al ver lo feliz que él estaba. Se despidió de su madre, padre y su novia, que no podía faltar, cuando lo veo girar a mi dirección.
—Cuídate mucho, hermosa, te escribiré cada vez que pueda. Te quiero. —Me abraza tan fuerte que mi débil cuerpo sentía romperse.
—Te voy a extrañar, arrogante; vendré a verte en cuanto pueda.
—Espero que así sea, hermosa.
El momento más difícil fue verlo irse, desde ese momento siempre estábamos en contacto cada vez que podíamos, paso tiempo antes de verlo otra vez, lo iba a visitar a la academia hasta que lo enviaron a una misión, el tiempo fue horrible no saber de él hasta que me llegó una carta, me contaba lo bien que estaba y que se había reencontrado con Leticia su novia quien estudió enfermería y pidió ser trasladada para servir en el ejército, me alegraba mucho saber que ellos eran felices estando juntos, mientras que yo después de graduarme tome las riendas de la empresa de mis padres, me iba increíble tanto que pensé en hacer mi propia marca en diseños, el tiempo pasa hoy cumplía 25 años estábamos celebración en casa cuando de la nada todos quedan en silencio y al girar lo veo parado en la entrada.
—¡Lucaaas! —Corro abalanzándome en sus brazos; está más fuerte y hermoso, ha cambiado mucho.
—¡Vaya! Hermosa, ya eres toda una mujer. Feliz cumpleaños, te traje un regalo. —Saca una caja con una gorra y una chaqueta militar.
—Me encanta, pero tú eres mi mejor regalo . —Lo abrazo con fuerza. Pasamos mi cumpleaños aprovechando al máximo, ya que él debía volver el día siguiente, así que nos dispusimos a disfrutar juntos, pero su padre tenía que arruinarlo todo; una fuerte discusión en el jardín llamó la atención de todos los presentes.
—Todo lo hago por tu bien.
—Padre, no estoy listo, aún quiero culminar mi carrera; además, en ese lugar se encuentra la mujer que amo.
—Si la amas, la traerás aquí para casarte y tomar juntos las riendas de la empresa.
—No puedo, no puedo simplemente obligarla a venir y dejar sus sueños y metas por tus caprichos, padre . Pensé que querías que fuera éxito en mi carrera, ¿por qué quieres que regrese?
—Porque la empresa te necesita, tu madre te necesita. No quiero trabajar más, no puedo.
—No puedo entenderlo, me estás pidiendo que abandone todo porque tú no puedes seguir. Contrata a alguien, padre, no lo haré, quiero seguir adelante con mi carrera.
—Lucas insolente, esa academia no te ha enseñado nada; quiero que seas tú quien lleve las riendas de mi negocio y lo harás.
—No lo haré, no insistas, padre, busca otra solución. No puedes obligarme a casarme ni a llevar una empresa que no quiero manejar; no estoy hecho para eso, no quiero terminar como tú, obligado por su padre a hacer lo que no quiere, manejar una empresa y casarse sin estar listo. —Lo vemos caer al suelo— ¿Padre, qué te pasa? Padre, ayuda.
—¿Armando, querido? Dios ayuda, llamen a una ambulancia, por favor. Querido, despierta. ¿Qué pasa, cariño?