Adara estaba atrapada dentro de su propia mente, con sus peores temores asechando silenciosamente. Todo a su alrededor era oscuro, Adara suspiró sintiendo el ambiente denso que la rodeaba, de inmediato se percató del viento frio que recorrió su cuerpo, indicativo que ya no poseía su traje de Royal Red si no su ropa normal.
―¿Réel?
Llamo un par de veces a su compañera, tratando de agudizar la vista sin suerte. Coloco su mano derecha sobre el prendedor que contenía su gema, nada no podía percibir el cosquilleo de la magia. Adara sacudió su cabeza tratando de disipar las preocupaciones que se asomaban a su mente, decidiendo que sería mejor moverse y buscar a su guardián, al menos eso la mantendría ocupada.
Comino y camino por lo que parecían interminables horas, sintiéndose muy pequeña en la basta oscuridad que la rodeaba. Por más que avanzaba entre la neblina oscura en busca de Réel o cualquier señal de vida, no lograba encontrar nada. Detuvo su andar percibiendo su cuerpo pesado por el cansancio, limpio una lágrima que rodaba por su mejilla, ese ambiente denso le afectaba de muchas maneras distintas. No le gustaba estar en aquel lugar, mucho menos completamente sola. Rendida, estaba a punto de sentarse en medio de la nada cuando una luz se ilumino a la lejanía llamando su atención, sin dudarlo corrió hacia ella, ilusionándose con encontrar una salida, encontrando en su lugar un escenario atroz. Sus ojos azules se contrajeron por el horror, inundado su torrente sanguíneo del terror que aceleraba su pulso, jadeo con congoja. Frente a ella se encontró con su ciudad en ruinas; Amigos, familia y demás personas caminaban por las calles como en transe sin verse uno a los otros, algunos de ellos sangraban de heridas que no parecían molestarles.
Trataba con todas sus fuerzas de alcanzarlos sin éxito alguno, parecía no poder mover un solo dedo como si su cuerpo estuviese atado, por alguna soga invisible. Una figura comenzó a delinearse entre nubes oscuras, posicionándose frente a sus ojos, los cuales entrecerró intentando definir de qué se trataba.
— ¡Black ayúdame! – suplicó al identificar de quien se trataba.
Su compañero cruzo los brazos por detrás de su espalda girando sus ojos con aburrimiento.
—No – respondió cortante, dedicándole una mirada lasciva.
— ¿Einar? —susurró en voz baja sin pensar demasiado lo que acababa de hacer, ahogando sus lágrimas aquella mirada le lastimaba demasiado.
— ¡Excelente! aun recuerdas mi nombre – sonrió acido el chico — Pero dime, si sabes muy bien quien soy ¿Por qué crees que ayudaría a quien jugo con mis sentimientos? —
En ese momento un escalofrío recorrió el cuerpo de Adara dejándola de piedra, ¿Einar lo había descubierto?
―Yo…
Trato de buscar palabras; pero su mente parecía estar en su contra, Adara bajo, apartó la mirada del joven, anhelaba el alejarse de ese lugar; pero su cuerpo aún seguía sin responder. El héroe de n***o rompió la distancia entre ambos, obligando a la pelinegra a que le viese directo a los ojos.
— Primero me rechazas siendo tu fiel compañero, quien siempre estuvo para ti en cada difícil situación, en infinitas luchas que hacían peligrar nuestras vidas. El que te apoyo aun cuando llorabas por ese “chico que tenía tu atención.” Para que luego como Adara, finjas ser la medicina de todos los problemas, dando la solución absoluta de lo que tú misma causaste ― las palabras salían como dagas directo al inseguro corazón de Adara ― quien diría, que esa inocente chica, que llego abrazándome y sonriendo, fingiendo que nada paso sería una hipócrita ¿Por qué?, Solo porque ahora era Einar Iquelo, el concertista hijo del magnate de cosméticos Cosmos, a quien solo soñabas con apreciar de lejos debido a tu propia inseguridad, ¿Al menos me conoces? ¿O solo te atrae mi nombre?
La mirada de Black Knight era ensombrecida por emociones turbias, el caballero caminaba con lentitud dejando que el ácido en sus palabras carcomiera el alma de la joven.
—No yo no quise... — las lágrimas salían sin control de los cristalinos ojos juveniles.
Finalmente, el héroe del traje n***o coloco sus dedos en los labios de la chica para silenciarla los sollozos y palabras.
—Shhh Red o debería llamarte Adara, ni siquiera sé quién eres realmente pequeña mentirosa, no quiero escuchar más mentiras viciosas de esos tóxicos labios —Black, atrapó el mentó de la joven, levantó el rostro de la chica negando cualquier intento de esta para obtener un poco de consuelo – quien pensaría que aquella pequeña chica torpe y de tierno rostro sería tan malvada.
Adara forcejeo soltando su rostro, busco algún rastro de su querido compañero, cualquier chispa de aquel bondadoso chico que pudiera apelar por ella.
—Einar escúchame — rogó – yo no quise lastimarte, no sabía que tú y Black eran el mismo — los ojos del héroe n***o se afilaron mostrando molestia. ― ¡Einar!
—Einar no está más aquí — soltó en un extraño tono psicótico, acercando su rostro al ajeno, quedo a centímetros de los labios de Adara, alejándose bruscamente en ademanes dementes. — ¡Tú le mataste aquel día! ¿Recuerdas? — Black sonrió torcido frente a ella, esta le miró sin comprender a que se refería el joven. — Ese día llegaste tarde, no lograste atraparlo y él se impactó contra el suelo, totalmente desparramado en la acera. Auch seguro le dolió.
Bromeo de mala manera Black, disfrutando del efecto que estaba causando, sus movimientos eran cada vez más erráticos y su voz se deformaba a medida los minutos pasaban, señal que las pesadillas de Adara tomaba fuerza amenazando con consumir su mente.
— ¡NO! ¡Eso no es verdad! – negaba enérgicamente, comenzando a luchar para poder moverse.
Las a******s invisibles que le sujetaban parecían no querer ceder por más que forcejeaba, toda esa lucha provocaba las risas del ser que le observaba.
—Ni todo el dinero del mundo puede salvar a una persona de morir, irónico ¿NO? De tenerlo absolutamente todo a ser solo un fantasma que busca su venganza – un grito lleno de dolor salió de la joven, no podía creer aquello; pero esas palabras pesaban en ella. Todas esas confusiones que trataba de ahogar surgían atravesando su corazón lleno de angustia. — Eso es grita para mi así eres más hermosa.
Celebraba la criatura entre risas viendo con atención como había logrado romper a la heroína.
— ¡Yo jamás lo quise así! —Exclamaba entre pequeños alaridos.
—Pues ahora es tu culpa, lo sabias desde un principio, por eso temías que él te descubriese — la mano libre del más alto se extendía hacia atrás. — todo habría sido tan fácil, solo tenías que dejarlo ver tu identidad. El confió en ti, te mostro quien era en realidad, pero el egoísmo de “Royal Red” —pronuncio con burla— es mucho mayor que el amor proclamado por Adara la falsa. Pobre eh ingenuo niño, pobre y estúpido héroe, juguete de su única amada…
Canturreaba la figura deformada por las sombras de Black Knight, se alejó del cuerpo de la joven entre pequeños giros con rizas agudas. Adara se vio rodeada no solo por sus emociones, si no por el pánico y pena proveniente de la ciudad destrozada que los rodeaba.
El caballero saco su espada, caminando fijo a su objetivo. La chica de cabellos negros forcejeo una vez más, en un desesperado movimiento, trató de llamar su magia, nada era como si la gema no existiese.
Así fue como ante la mirada impotente de quien era Royal Red, la poderosa heroína que había jurado protegerlos a todos. Black Knight sin piedad alguna desato una ola de destrucción, acabando primero con Lía de un solo tajo, seguido de Agust y otros compañeros de clase.
Los ojos azules se cerraron ya no podía soportar más, el sonido de los cortes de la espada se detuvo. Adara abrió sus ojos lentamente, abriéndoles aún más al encontrar a su compañero manchado por el carmesí de la sangre, parado a pocos centímetros de ella, sosteniendo la espada en alto. Un último grito de dolor ahogado, fue todo lo que escapo de ella al sentir el ataque de quien juro protegerla en un pasado distante.
El dolor y angustia inundaron aquella pesadilla, mientras el cuerpo de la joven caía a la nada, haciéndola sentir totalmente fría y rota en mil pedazos. Cerro sus ojos dejándose consumir el cansancio era demasiado para su mente, si ese era su fin ella creía merecerlo, solo le estaban regresando el mismo daño que ella propagado.