POV de Carla.
Regresé a casa con el corazón latiendo con fuerza, con el dinero en el bolso y una mezcla de emociones en el pecho. Me tropecé con mi madre en la sala. Me abrazó con tanta fuerza que casi me ahoga.
—Gracias, hija mía. No sé qué haríamos sin ti —dijo, con la voz entrecortada por la gratitud. La miré a los ojos y sentí una punzada de culpa.
—Solo fue un préstamo en el trabajo, mamá. Me esforcé mucho para conseguirlo, ya cancelaremos la operación de Fabián —le respondí, tratando de sonar convincente. Ella sonrió, ajena a la verdad que me consumía por dentro.
—Eres una trabajadora increíble y siempre has sido muy responsable —dijo, y en ese momento su fe en mí me hizo sentir aún más pesada la carga de mi secreto.
—Solo quiero que estemos bien —añadí, mientras me preguntaba si alguna vez podría contarle la verdad.
Subí a mi habitación con una extraña sensación en el estómago, una mezcla de confusión y emoción que me dejaba sin aliento. No sabía si llorar o reír. Era mi primera vez y, aunque Nicola había sido brusco, debo admitir que me gustó. Era guapísimo, un hombre hermoso y fuerte, con esos impenetrables ojos verdes que parecían leer mi alma. Su aspecto de chico malo, su aire de amante aventurero y experto, me había cautivado por completo.
Sacudí la cabeza para tratar de despejarme. «Estoy diciendo tonterías», me dije a mí misma. «Jamás volveré a verlo. Es un mafioso, un hombre alocado y peligroso. Hay límites que no debo cruzar». Pero, a pesar de mis advertencias internas, había algo en mi interior que me decía que no podía dejarlo marchar. Nicola había sido quien me desvirgó, y eso, al menos en mi concepción, marcaba a una mujer de una manera especial.
«¡Maldición! ¿Por qué me siento así?», reflexioné mientras me sentaba en el borde de la cama. «No debería estar pensando en él. No debería desearlo». Pero la verdad es que mi mente no podía dejar de regresar a esos momentos y a la intensidad de nuestro encuentro. «Tal vez esto es solo una fase», me dije a mí misma, pero en el fondo sabía que había algo más profundo. «¿Qué significa esto para mí? ¿Es solo deseo o hay algo más?».
Con un suspiro, me recosté en la cama y miré el techo. «No puedo dejar que esto me consuma», me dije, aunque mi corazón latía con fuerza al recordar su sonrisa y la forma en que me miraba. «Debo ser fuerte. Debo seguir adelante». Pero en mi interior, una pequeña voz susurraba que Nicola había dejado una huella en mi vida que sería difícil de borrar.
«¿Qué haré si lo vuelvo a ver?», pensé sobresaltada. «No puedo permitir que esto me atrape. Debo mantenerme alejada de su mundo». Pero, a pesar de mis resoluciones, la imagen de sus ojos verdes seguía danzando en mi mente y sabía que algo había cambiado para siempre.
*****
POV de Nicola.
Era un día lluvioso. Paré en el balcón para contemplar la fría tarde y no pude dejar de pensar en Carla, en su piel desnuda y en cómo la poseí por primera vez. Su inexperiencia me sedujo por completo. Oh, cielos, solo de imaginarla me pongo erecto. Para calmar mi furia, llamé a una de mis amantes; solo les interesa mi dinero y lo que pueden obtener de mí. Encontrar el amor es una tarea titánica. Me casé una vez, pero mi exmujer es una zorra: no solo me engañaba con mi mejor amigo, sino que también me quitó una buena parte de mi fortuna y todavía sigue fastidiándome la vida. La lluvia golpeaba con fuerza contra las ventanas, creando un ambiente íntimo y cargado de tensión. Yo estaba en mi habitación, con la luz tenue iluminando mi figura mientras esperaba a Marcela. El sonido del agua era el telón de fondo perfecto para lo que estaba a punto de suceder.
Cuando la puerta se abrió, entró Marcela, empapada y con la mirada desafiante. Su vestido pegado al cuerpo acentuaba cada curva y no pude evitar acercarme a ella.
—Te ves increíblemente sexy, así mojada por la lluvia.
—No creas que esto es solo por ti. La tormenta me trajo hasta aquí, no tus palabras.
—Seguro que eso te excitó, así que no digas tonterías, zorra.
Sin más preámbulos, la tomé de la cintura y la atraje hacia mí. Sus labios y los míos se encontraron en un beso ardiente y lleno de deseo reprimido; Carla me había dejado con ganas de más y tenía que saciar mis deseos con otra persona. La pasión que había estado latente entre nosotros estalló como un rayo en medio de la tormenta.
—Lo que quiero es follarte con fuerza, estoy muy excitado. ¡Joder! —dije mientras rompía el beso.
Con un movimiento rápido, la empujé suavemente contra la pared. Mis manos exploraron su cuerpo, sintiendo cada centímetro de piel expuesta. Marcela respondió con un gemido bajo, dejándose llevar por el momento.
Ella, con voz seductora, exclamó:
—¡¿Así que quieres jugar?!
Sonriendo, respondí:
—Oh, sí.
La tomé de las muñecas y la coloqué sobre su cabeza mientras mis labios recorrían su cuello. La lluvia seguía cayendo afuera, pero dentro de la habitación el calor aumentaba. Con cada roce de nuestros cuerpos, el deseo se intensificaba.
Marcela me suplicó jadeando:
—No te contengas... quiero sentir todo lo que tienes para darme.
Yo liberé sus muñecas y comencé a desabrochar su vestido lentamente, dejando al descubierto su piel suave y húmeda. Cada prenda que caía al suelo parecía aumentar la lujuria del ambiente.
Finalmente, cuando quedó completamente desnuda ante mí, me incliné hacia adelante y comencé a besarla, primero los labios y luego el pecho, disfrutando del sabor de su piel. Ella arqueó la espalda en respuesta a mis caricias.
*****
Tiempo después...
—Sabía que vendrías. La lluvia siempre trae recuerdos, ¿no crees?
—Recuerdos... o tal vez solo un poco de locura. ¿Qué es lo que realmente quieres, Nicola?
—Quiero lo que siempre he querido de ti. Esa chispa entre nosotros nunca se ha apagado, incluso después de todo lo que pasó.
—Y tú crees que puedo olvidar el pasado tan fácilmente. ¿Qué te hace pensar que esta vez será diferente?
—Porque esta vez no hay reglas. Esta noche de lluvia solo estamos tú y yo. Puedo hacerte sentir cosas que nadie más puede, ni siquiera esa persona con la que me pusiste los cuernos. Espero que se esté pudriendo en el infierno.
—Siempre has sido bueno con las palabras, pero creo que el pasado te sigue oprimiendo, Nicola.
—Deja de invocar el pasado. Déjame demostrarte lo que puedo darte. La tormenta afuera no es nada comparada con lo que podemos crear aquí dentro.
—Está bien, me has convencido.
—No espero nada menos de ti. Solo quiero disfrutar del momento... y de ti.