CAPÍTULO DIECIOCHO Keri estaba en principio nerviosa a cada paso que daba, conteniendo su respiración al doblar en cada esquina con cautela. Había incluso tomado una bandeja llena de canapés de champiñones, por si acaso se topaba con alguien. Pero después de un rato, se dio cuenta que con toda la atención puesta en la principal zona de festejos de la casa, a nadie en realidad le importaba demasiado lo que el personal estaba haciendo en la parte de atrás de la propiedad. Pero al subir los escalones para acceder a lo que parecía ser la sección residencial de la propiedad, Keri advirtió un marcado incremento en el tráfico peatonal y en la seguridad. Cada pocos minutos un hombre transitaba por el corredor hacia un dormitorio, acompañado de una jovencita. En cada caso, un hombre con chaqueta