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MAKARENA Despierto asustada al sentir caricias y besos en mi espalda. Cuando llegué al orgasmo, me quedé dormida. —Haaa. —Tranquila, princesita, soy yo. Solo te adoraba, preciosa—, me dice la Cucaracha que tengo a mi lado. —Debo irme, ¿qué hora es?— pregunto, levantándome de su cama. —Solo han pasado dos horas, princesita. —Ah, no puede ser, es tan tarde... Luci me espera—, respondo rápidamente mientras me visto de nuevo. —¿Te irás así? ¿Por qué no dormimos juntos? Te daré besitos, princesita, sé que te gustan—, me dice la Cucaracha. Y tiene razón, me encantan los mimos, pero Luci va a matarme. Niego con la cabeza y, tan rápido como me visto, salgo de la habitación. Cuando llego a mi puerta, la habitación que comparto con Luci, respiro hondo, me calmo y entro. Pero, gracias al ciel