CAPÍTULO II-2

2010 Palabras

Él llegó un poco antes del almuerzo y Emily no tuvo tiempo de decirle lo que sucedía. Se limitaron a tomar una comida ligera, pero deliciosa, que había preparado el chef que había estado al servicio de la Condesa durante diez años. Emily, no podía quitarle los ojos de encima y, aunque trataban de charlar con sensatez sobre lo que habían hecho durante el tiempo que habían pasado separados, las palabras morían con frecuencia en sus labios y permanecían mirándose a los ojos con amor. A Carmela le pareció divertido que, cuando entró en el salón donde esperaba Lord Salwick, él no la reconociera a primera vista. Después, había exclamado: —¡Cómo has cambiado, Carmela! Pensé que eras una de las amigas que había traído Emily de Londres. —No, sólo soy yo— dijo Carmela—, pero un bello plumaje ha

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