CAPÍTULO VII-2

2116 Palabras

El Conde salió del agujero y la abrazó. —Nuestros hijos y nietos verán la casa como debe ser— dijo con suavidad. Dejó escapar un profundo suspiro, como si de sus hombros se hubiera deslizado un tremendo peso. Entonces, cuando Thelma levantó los ojos hacia él, comprendió lo que ella deseaba y ambos se arrodillaron juntos frente al altar. Tres horas más tarde, Thelma bajó de su dormitorio hacia el vestíbulo, donde sabía que el Conde la esperaba. Pensó, mientras lo hacía, que nadie habrá podido tener una boda más extraña y maravillosa ya que Dios los había bendecido más allá de sus más ambiciosos sueños. Estuvo muy ocupada desde que salieron de la capilla. El Conde había dicho: —Dejaremos el tesoro donde está hasta mañana. Lo más importante de todo es que te conviertas en mi esposa.

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