—¿Qué está pasando aquí? ¿A qué se debe todo este escándalo? —dijo el abuelo apareciendo en medio de la discusión—. Por amor a Dios, Scott, ¿estuviste bebiendo otra vez? Ya no sé qué hacer contigo, te lo he dicho una y mil veces. —Por supuesto, oí claramente, ¿y saben qué? no seré más su nubecita negra. así que con permiso majestades, este lacayo se retira a su pocilga. Haciendo resonar la puerta, Scott volvió a meterse a su habitación sin decir una sola palabra más, pues en su expresión se veía lo enfadado que estaba. —Lamento el impertinente —dijo de inmediato el abuelo—. No es la mejor bienvenida. — No se preocupe señor, después de todo la primera bienvenida me la dio usted en la empresa, recuérdelo —contesté—. Con permiso. Al parecer mi respuesta la había dejado pensativo, pues