Divorciada y comprometida

1648 Palabras
POV Eva —Hasta ahora no sé qué te animó a aceptar, siendo honesto, dentro de todas tus decisiones esta es la que más me ha dejado anonadado, me dice Julen, mientras continúa manejando con la mirada fija en el camino. Comprendo tu sorpresa, pues yo no lo hubiera imaginado antes, sin embargo creo que el tiempo ha sido más que justo para dar a cada quien lo que merece. Esa empresa estuvo a punto de derrumbarse y fue mi abuelo el que lo hizo mantenerse pie, todo lo que se tiene que caer y al final todo regresa a sus orígenes. —¿Entonces piensas tomar posesión total de Sartini? —Eso sería lo que ellos esperarían que yo haga, sin embargo hace tres años quise librarme de ese apellido, solicité el divorcio añadiendo a ello lo que me pertenece, pero ni uno ni lo otro me fueron otorgados. —Entonces ¿no entiendo a qué se debe esta acción tuya? —¿No lo comprendes? Ayudaré a la empresa a cambio de mi libertad. —¿Pero y las exigencias que tú le hacías? Es decir, ellos están en bancarrota, no creo que Scott tenga lo suficiente para poder devolverte tu dinero. —Mi libertad no tiene precio, Julen. He conseguido salir del hoyo en el que estaba sin nada más que mis propias manos, eso es algo que Scott jamás podrá lograr, y mi tranquilidad lo vale. —Eso quiere decir que… le pagarás para que te firme los papeles del divorcio —Lo único que estoy haciendo es invertir como una de las socias de la americana. —Pero tú eres la americana. —Es nadie lo sabe, y prefiero que las cosas sigan tal y como están. —Te conozco desde hace tres años Eva, sin embargo, esta vez no puedo saber qué es lo que tienes en mente. —Simplemente negocios, Julen, eso es lo que tengo en mente. … POV Arton —Lamento que mi esposo se le ha visto involucrado en todo esto —Harper no era necesario que estuvieras presente es tu esposo quien debe estar presente, en vez de que tú estés aquí, él fue uno de los que metió las narices donde no debía. Simeón es peor que un gusano de tierra se esconde porque sabe que cuando lo vea le romper toda la cara y ese furiosos codos golpeando con fuerza en el escritorio Estoy segura que Simeón dará la cara, pero comprendan por favor Él no podía estar aquí planeaba solucionar todo desde el exterior Incapaz de creer cuán ciega era Harper, suspiré en esa sala, ¿acaso no podía darse cuenta que su esposo era peor que una sanguijuela chupasangre? —Esto no hubiera pasado si hubieran investigado antes de hacer tal estupidez. —Ven y dímelo en la cara —me respondió, Scott parándose con los puños listos para atacar. —¡Basta por favor, son hermanos! —levanta la voz Harper. Nuestra discusión se ve entrecortada cuando mi abuelo ingresa. —¿Acaso no tienen vergüenza? ¿Son hombres o adultos? ¿¡Qué demonios tienen en la cabeza!? —Como sea, yo estoy harto de esta mierd@. Me largo —contesta Scott. —Adelante, huye, con eso solo demuestras lo inutil que eres. No sé cómo mi sangre puede ir en tus venas. —No deberías preocuparte por tu sangre, pero si tanto te preocupa, te puedo hacer el favor de sacarla de tu nariz. —Típico de ti, siempre guiándote de impulsos y creyendo que los puños son la solución. Scott tiene los dientes tensos y la rabia palpita en la vena de su frente, mientras yo me mantengo sentado con las manos reposando en el respaldo del asiento. —¿A qué hora llegará ella, abuelo? —pregunto. —¡Vaya! ¿No sabía que estabas interesado en Eva? —mi hermano parece querer provocarme con sus palabras, pero no se lo permito. —¿Podrías usar tu cerebro una milésima de segundo? —¡Ambos callense! Si estoy aquí es porque Eva está en camino. No puedo creer que esté en medio de puros niños. … Los minutos transcurrieron, todos esperábamos que Eva llegara, y el silencio era lo único que reinaba. —¡Estoy harto! —golpeando con sus manos el escritorio, Scott se levanta del asiento—. ¡¿Quién se cree para hacernos esperar?! Solo es una mujer que nos traicionó y robó. —Eso no es verdad, Eva es una mujer íntegra. Por algún motivo trabaja junto a "La americana". Ella… —¡Es una traidora! Se atrevió a competir contra nosotros. —Es extraño oírte hablar de traición. Cuando menos lo esperábamos, en la entrada se encontraba Eva. —Buenas noches a todos —su voz provoca el silencio. Su cabello rubio y ojos verdes destellan en la habitación y sin querer, paso saliva. ¿Qué demonios? ¿Por qué estoy nervioso? No la he visto hace tres años, se supone que solo es una mujer más, ¿por qué no sale ni una sola palabra de mi boca? —¿Puedo sentarme? —Adelante Eva —es mi abuelo quien le ofrece asiento, mientras todos solo podemos mirar. —Eva, estás tan cambiada, estás bellísima, querida —añade Harper con una gran sonrisa. —Cuanto tiempo Harper, tú sigues siendo tan bella. Mis ojos se deslizan por su vestido beige, hasta que se encuentran con sus ojos verdes. —Hola Arton —me dice, pero de inmediato aparto la vista—. Y hola Scott —completa el saludo. Él no dice más, solo frunce los labios y se acomoda en su asiento. —¡Vaya! Parece que no soy bien recibida. Bueno, esto se trata de negocios, supongo que no hay necesidad de que nos llevemos bien, nuestros únicos amigos deben ser los números. —Sobre ese tema, estamos atravesando una grave crisis —es mi abuelo quien toma la palabra—. Y nosotros… —Estoy enterada de todo, señor Sartini. Las noticias vuelan, y sé de la estafa que sufrió la empresa, en realidad lo lamento tanto. —Bueno, nosotros tenemos un pequeño capital, que son las ganancias de nuestros productos, y queremos que te unas. Tu trabajo con la americana ha dejado fascinados a más de uno. —¿Me quieren hacer socia? —pregunta mientras cruza las piernas. —Es correcto, Eva. Sabemos que no te fuiste en las mejores condiciones, pero eres lo más cercano para nuestra salvación. —Señor Sartini… —Por favor, aún no respondas, Eva. Primero piénsalo y luego toma la decisión. —Es que no hay nada que pensar. Yo ya he decidido… Y estoy dispuesta a apoyar a Sartini, además de que me comprometo a invertir. —¡Oh Eva! No imaginas cuanto esto nos va a… —Solo tengo una condición —dice, fijando la vista en Scott—. Quiero que se me de mi libertad. —Sabía que algo traías entre manos, siempre tan callada y sumisa, cuando en realidad eras de lo peor. —Piensa lo que quieras Scott, hace mucho tus palabras me dejaron de doler. Hace mucho que comprendí la clase de hombre que eres. —¡Estupendo! Pero comprenderás que no tengo el dinero para firmar tus papeles. —Parece que no comprendes el asunto, Scott. De ti no quiero nada. —Por supuesto, ahora tienes dinero. —Dinero que conseguí con mi trabajo, y no por el camino fácil, ni por ser primogénito. Mírate Scott, ahora solo eres un amargado social, mientras tu despilfarrabas, yo sí me esforcé y conseguí lo que hoy tengo. —Al fin sacas las garras. —Piensa lo que quieras, pero de ti depende que no vayas a la cárcel, que esta empresa no se hunda, y solo es necesario que firmes los papeles del divorcio —sacando los documentos, Eva deslizó los papeles en el escritorio. Ella esperaba la respuesta de mi hermano, parecía que no iba a obtenerla, pero de momento a otro, él tomó el bolígrafo que guardaba en el bolsillo de su camisa. Mi abuelo y Harper fuimos testigos de cómo este matrimonio finalmente se rompía. —Aquí tienes —después de firmar, Scott entregó a Eva el documento—. Ahora estamos oficialmente divorciados, espero que jamás volvamos a tener algo que nos una. —Es el mismo deseo que yo tengo, y creo que ya no hay nada más que hablar, así que con el permiso de todos… —Aguarda un momento, Eva —dijo mi abuelo. —No se preocupe señor Bertino, que hoy mismo hablaré con el banco y… —Eva, quizás este no sea el momento, pero… —los ojos de mi abuelo se posaron en mí y luego en ella—. Hay algo que tu abuelo no te dijo. Ella se mostró confusa, y su piel se tornó pálida. —En el contrato que hicimos él y yo, tu abuelo dejó muy en claro que para que haya separación debía… haber unión. —Estuve casada con Scott, la decisión de mi abuelo se cumplió. —No estás entendiendo, con unión me refiero a un hijo. —¿¡Qué!? —ella por poco se desmaya—. Por supuesto que no lo habrá, eso es una locura. —Lamento tener que decirte esto, pues me agradas querida, eres talentosa, el único problema es tu apellido, pero… Si no lo haces, estás incumpliendo el contrato, y la que terminará en la cárcel, serás tú. —Tiene que estar bromeando… ¡Yo no pienso tener un hijo con Scott! —No estoy hablando de Scott, Eva. —¿Entonces? ¡Hable claro! ¿Esto era una trampa? —Arton… —me nombra mi abuelo, posando sus manos en mis hombros—. Querida Eva, él será tu marido.
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