PRÓLOGO
En la Época Oscura de Grecia, específicamente en la región de Atenas, una historia fue contada, la de una joven, que su manera de pensar, sentir y sus deseos; así como, sus fantasías, no correspondían a su época.
Esta historia comienza con Calipso, una joven de 17 años; su nombre corresponde al de la ninfa Calipso, ella deseosa de un hombre, un terrenal. Había seducido al famoso Odiseo, obligándolo a permanecer con ella, a base de complacer sus más oscuras fantasías, con cada una de las caricias apasionadas y ardientes que le hacían olvidar el recuerdo de su amada esposa “Penélope”, hasta que los Dioses celosos de tal desato de ferviente sensualidad y entrega total, de una inmortal con un insignificante terrenal, la obligaron a dejarlo ir. El se encontraba completamente bajo el hechizo de esta ninfómana, su aroma embriagante y placer infinito de su carne, lo habían hecho olvidar lo que era el amor; quizás absurdo, pero así fue durante unos años (según Homero fueron 7 años dándole un placer interminable), hasta que los Dioses intervinieron.
Nuestra joven Calipso, fascinada ante la historia de la ninfa, se preguntó así misma, ¿será posible, que un hombre ante pusiera sus deseos carnales a su corazón y su verdadero amor? Esa pregunta la acechaba continuamente, pero se propuso darle respuesta.