Deseo Vehemente

Deseo Vehemente

book_age18+
89
SEGUIR
1K
LEER
love-triangle
manipulador
chica mala
perra
mafia
drama
bxg
ciudad
selfish
villain
like
intro-logo
Descripción

[PRECUELA DE DESEOS OSCUROS II]

Jessica Aston es una chica acostumbrada a los lujos y la vida serena y tranquila, la vida que damián Miller pondrá patas arriba.

pero ¿qué pasaría si ella no es esa chica dulce que aparenta enfrente de él? ¿si en realidad es un león vestido de oveja en un mundo peligroso?

Descubre la mente de una villana excepcional y los caminos que recorrió para lleagr a ser la mujer fría, ambisiosa, manipuladora y cruel que conocimos.

chap-preview
Vista previa gratis
Prefasío
Me gusta despertarme temprano, me gusta obligar a mi cuerpo a ponerse activo desde la mañana. Lo hago desde que tengo memoria. Mi madre me dice que de bebé la despertaba a eso de las tres de la mañana con lloriqueos y pataletas porque quería que todos estuvieran despiertos conmigo, sin embargo, la hora de dormir para mí era muy tarde; siempre me gustó la vida nocturna, ya saben, ésa que no tiene límites ni reglas. Más adelante les explicaré cómo lo descubrí. El día antes en el que mi vida cambió fue muy… especial, no hice cosas que debía hacer e hice cosas que no debía hacer, pero fue especial, porque ese día mi vida se dividió en dos. Lamentablemente debo decir que aquel día fue el principio del fin; el mío. Era domingo, mis papás siempre estaban en casa los domingos, lo cual amaba, amaba con todo mi ser. Éramos una familia adinerada, así que ellos trabajan mucho para mantener ese dinero, de modo que, cuando tenían oportunidad, pasaban cada momento con sus dos hijas. A veces extraño cuando aquellas pequeñas cosas me importaban. Cuando en realidad algo que no fuera yo misma, me importaba. Ese día mi hermana le mintió a mis padres y se fue a casa de una amiga a "ver peliculas" Recuerdo que me quedé de piedra en cuanto escuché que se había ido. Quería salir y gritarle que no fuera con sus amigos, que se quedara conmigo. Que pasara ese último día junto a mí porque no la iba a ver por mucho tiempo, tal vez nunca. Sin darme cuenta ya estaba llorando, pero el sonido de un mensaje de él, me devolvió a la realidad. La que había empezado a construir solo para estar junto al hombre, que, en mi mundo fantasioso, creía que amaba. Decía que nos viéramos donde siempre, así que me levanté, tomé algo de dinero y también salí sin decirle a nadie. Llegué a la pequeña casa aislada que él había comprado hace dos meses para nosotros. Había estado ahorrando muy duro del dinero que ganaba del trabajo con su padre, del que no sabía mucho, solo que era peligroso. Antes de entrar me arreglé el cabello y el vestido de flores que traía. Como siempre, estaba muy nerviosa, con las manos sudadas y las piernas temblorosas. Yo era una niña y él… él era él. Abrió la puerta y se acercó lentamente, con su camiseta y sus jeans despreocupados. Su cabello despeinado y su sonrisa ancha y blanca. Él era como un príncipe, un príncipe para una pequeña princesa como yo. Eso me obligaba a mí misma a creer. Tomó mi rostro entre sus manos y juntó su frente con la mía, y justo como siempre, me levantó en el aire. —Llegaste rápido —me dijo en cuanto me dejó de nuevo en el suelo. —Ya estaba lista. —Ven, entremos. La pequeña casa por dentro era un desastre, se la habían dejado muy barata por todos los problemas que presentaba y por las remodelaciones que necesitaba, aun así, el plan era tener un lugar donde vernos hasta que yo… pudiera hacerlo. Nos sentamos en el sofá y el trajo del refrigerador dos sodas. Me dio una y se sentó a mi lado. —¿Hablaste con tu padre? —le pregunté, Damián de inmediato bajó la cabeza. —No quiere problema, Jess… es lo único que pide. —No soy un problema… —¡Tú no! —se apresuró a decir—, cuando lo hagas, allí es cuando vendrán los problemas, por eso quiero que estés completamente segura. —Lo estoy… mis padres no… ellos no sabrán donde estoy. —Y es bueno, eres hija única, les va a doler, pero… son fuertes, me lo dijiste. No logré mantener mi vista en él, en cuando me dijo eso. Quise decirle muchas veces que tenía una hermana hermosa y excepcional, que me hubiera acompañado al infierno de ser necesario para estar con él, pero simplemente no pude. No sabía mentirle a Damián y en cuanto él notara que yo amaba más que a mi vida a Jennifer, no hubiera permitido que me fuera y en ese instante, eso era lo que yo más quería. Estar con él. Recuerdo el día en que lo conocí. Lo vi y me detuve, todo se detuvo. No sabía por qué, pero experimenté algo que jamás había sentido al ver a un chico; deseo. Yo quería tenerlo, tenerlo de verdad, y ése siempre ha sido mi problema. Si en verdad me gusta algo, si en verdad quiero algo, yo haré todo por tenerlo, lo haré todo. Estaba en una estación de servicios con unos amigos de Jennifer. Ella siempre se había rodeado de chicos… problemas, que fumaban y se escapaban de sus mansiones en la madrugada. Siempre se reunían allí y fumaban, ya que el chico que atendía la tienda, les vendía los cigarrillos, a cambio de comprarlos a un precio un poco más elevado. Yo no lo hacía, solo me gustaba reírme de las estupideces que decían, así que los acompañaba, más bien, a mi hermana. Estaban tonteando entre todos, hasta que ella se alejó velozmente corriendo hacia la tienda. —¡Carajo, me estoy miando! —gritó a lo que todos se rieron, incluso yo—. ¡Traeré comida! Como veníamos de la playa todos estaban sin camisa y yo tenía puesto un short de playa y la parte superior de mi bikini. Hacía un calor de los dioses y lo último que pretendía era cubrirme, pero una camioneta grande y lujosa se detuvo a comprar combustible a lo que preferí colocarme mi camiseta de tiras, ya que el dinero no le daba y aun no le da, educación a esos cerdos ricos y para mi corta edad ya había tenido ciertos momentos incomodos con hombres viejos. Pero me sorprendí cuando la camioneta abrió la puerta del conductor y un chico delgado se bajó y comenzó a cargar combustible, no era el tipo de autos que chicos de esa edad conducirían, del lado del copiloto se bajó Damián. Llevaba jeans y botas, una camiseta blanca y gafas de sol. Se veía mucho más guapo que el tipo delgado y flaco que conducía, pero lo que en realidad me hipnotizó fue su forma de verme. No lo hacía de forma insulsa o morbosa, solo lo hacía, y no nos veía a todos, me veía a mí. Nunca había mantenido el contacto visual con un chico y menos mayor, pero ese día, dios, ese día, él me marcó. Miré a los chicos para asegurarme que no lo estuvieran viendo, pero ellos estaban en su rollo, así que volví mi vista hacia él. Ambos terminaron de cargar combustible y el chico pagó. Ellos volvieron a subirse al auto. Él lo hizo sin dejar de verme y cuando el auto arrancó y dio la vuelta quedando su lado del auto a mi dirección. Bajó la ventanilla y me sonrió. Juro que en ese momento me derretí cual chocolate. Yo estaba consciente que tal vez no notó lo pequeña que era, pues para esa edad aparentaba ser un poco más grande, pero incluso cuando a sus ojos podía desnudarme con la mirada, no lo hizo, me vio a mí, a Jessica Aston, no al cuerpo de Jessica. A los segundos que ellos se fueron, mi hermana salió del otro lado de la tienda con bebidas para todos. Me dio una a mí y recuerdo que me dijo que debía colocarme más protector solar porque estaba roja como un tomate. Pasaron dos semanas y yo ya me había olvidado del chico mayor con sonrisa espectacular, hasta que un día estaba saliendo de la escuela, mientras le escribía a Jennifer que me habían cancelado mi clase de gimnasia, vi la misma camioneta del otro lado de la calle e inmediatamente pensé en él. Supuse que él o el chico pálido, eran hermanos de alguien de la escuela, pues parecían ser de universidad, así que solo me escabullí entre las personas e intenté llegar al auto que me esperaba, pero alguien tomó mi antebrazo sorprendiéndome. Era él. Se veía muy alto frente a mí, pero realmente guapo. El hombre que pasaba por mí a la escuela se alertó, pero le hice una señal que todo estaba bien. —Te encontré —fue lo primero que dijo mientras soltaba su agarre. —¿Nos conocemos? —me hice la olvidadiza. No quería que supiera que lo había reconocido. —Sabes que sí, al menos de vista. Soy Damián, Miller. —Soy Jessica Aston —susurré—, pero ¿cómo sabes que estudio aquí? —No quiero que pienses que soy un psicópata, pero se me hace muy fácil saber cosas de las personas. En ese momento no pensé que me había investigado con los trabajadores de su padre, en mi mente inocente, pensé que era de alcurnia y en ese mundo, todas las familias se conocían, aunque yo jamás había escuchado su apellido. —Ya sabes mi nombre al menos —contesté. Él sonrío. No puedo elegir entre esos dos momentos. No puedo decidir si ése fue el principio de mi fin o fue en el momento en el que decidí irme con él, pero no lo culpo, yo elegí mi fin. Seguimos viéndonos, pero no hablábamos de nuestras edades, ni de nuestras familias. No era importante, no para mí, y tampoco para él, creo. Hasta que las cosas comenzaron a fluir y los besos pasaron de ser tierno a llenos de deseos, cuando comencé a escaparme para verlo, a ocultarle cosas a mi hermana y él me dijo: —Ven a vivir conmigo. Es la única forma de que seas mía. Él no se refería a ser su chica, porque ya lo era, Damián se refería a ser su chica en su cama y en ese momento, era lo que yo más quería, así que comencé a perderme a mí misma, a pensar solo en él y lo que a él podría gustarle. Yo solo tenía quince, no estaba lista para una relación. —¿Jessica? —en la cabaña, me había quedado ida, pensando en lo que había pasado hasta llegar allí, a ese punto. Él lo notó. —Sí… tienes razón, son fuertes. —¿Estás… estás segura que quieres hacerlo? Allá verás cosas que… —No soy estúpida, Damián, me puedo llegar a imaginar lo que hace tu familia. —Yo solo quiero que seas feliz —me dijo y no tuve más remedio que besarlo. Cuando llegué a casa en la noche, Jennifer no había llegado, mi madre ya estaba ligeramente histérica y mi padre estaba encerrado en su estudio. Mamá hablaba sola de cómo no debía dejarla salir más y yo no podía siquiera verla a los ojos así que salí al jardín y me acosté sobre el césped viendo las estrellas como lo hacía con mi hermana. La noche estaba fría y el cielo más hermoso de lo habitual. Escucho la puerta corrediza y sé que es ella. Intento mantenerme serena hasta que se acuesta a mi lado. Hablamos de cosaa, cosas importantes que tal vez en ese momentó ella no notó, pero yo sí, yo si lo noté, porque sería nuestra última conversación en mucho tiempo. Eran las tres y media de la mañana y yo estaba sentada en mi escritorio con la lámpara encendida escribiendo cinco palabras en una hoja mal arrancada de mi libreta de apuntes. Me voy para ser feliz escribí porque en ese momento, él era mi felicidad. No mi hermana, no mis amigos, no mis padres, él. Me levanté y dejé la hoja sobre mi cama ya arreglada. Tomé mis cosas, el pequeño bolso que había hecho hace una semana y salí. Llegué a la habitación de ella, abrí la puerta y vi el pequeño bulto arropado sobre la cama. Juro que flaquee en ese instante. Pensé, “qué diablos estás haciendo” “deja eso y acuéstate junto a ella” pero pensé en él, me limpié las lágrimas y me fui. Ahora, aquí, justo como estoy ahora, quisiera haberle hecho caso a esa voz.

editor-pick
Dreame - Selecciones del Editor

bc

Mi Sexy Vecino [+18]

read
77.5K
bc

Profesor Roberts

read
1.6M
bc

Enamorada de mi CEO

read
13.2K
bc

Prisionera Entre tus brazos

read
98.6K
bc

Quiero huir del diablo

read
82.1K
bc

Salvada por el CEO

read
9.2K
bc

La esposa rechazada del ceo

read
207.4K

Escanee para descargar la aplicación

download_iosApp Store
google icon
Google Play
Facebook