Suspiré estirándome, por fin era viernes y faltaban sólo diez minutos para salir del trabajo, poder ir a casa y dormir. Rodé los ojos con el pensamiento, corrección, la casa de Clarke. Las cosas avanzaban con mucha normalidad, de hecho casi no había visto a James en toda la semana, llegaba muy tarde a su casa y a penas y nos decíamos un "buenos días". — Grace Me sobresalté al escuchar mi nombre y mi corazón empezó a latir rápido cuando lo vi, con su camisa blanca y sus mangas recogidas hasta el codo. — Sí, señor Clarke -respondí, su mirada fue de confusión hasta que cayó en cuenta que estábamos en la empresa- — Ven, por favor Lo seguí hasta el ascensor, cuando entró marcó el piso de su despacho. Un silencio incómodo llenó el espacio durante todo el viaje. La secretaria me miró mal