Yuri bajo las gradas corriendo llevando la maleta de Edith en la mano, detrás de él iba el jefe de escoltas llevando otra maleta y al cual le fue entregada la de la jefa para que la llevara al helicóptero que ya había bajado en helipuerto, en su otra mano Yuri llevaba un maletín metálico que puso sobre una mesa decorativa y quito una pintura que estaba en la pared escondiendo una pequeña pantalla táctil, el código y su huella digital hicieron que una caja fuerte muy bien escondida se abriera rotando para exponer su contenido, veinte diferentes pasaportes con sus respectivas identificaciones fueron las primeras cosas que Yuri saco y acomodo muy bien en el maletín, joyas que tenían micrófonos y cámaras incorporadas, más grandes fajos de dólares que iban en denominaciones de veinte, cincuenta y cien, los acomodo muy bien dentro de aquel maletín mientras todos observaban en silencio esperando una respuesta por su cuenta.
– ¿Tienes todo? – Edith salió por la puerta llevando en mano otro maletín igual.
– Todo listo jefa. – cerro el suyo y tomo el de ella.
– ¿Dónde vas? – pregunto James viéndola lanzar una billetera a la mesa frente a Jonathan.
– Tienes algo que me pertenece y lo quiero de vuelta. – extendió su mano hacia él.
– Yo no tengo nada que te pertenezca. – el hombre sonrió con diversión mientras la veía.
– Escucha pendejo de mierda... – saco del bolsillo interno del saco todo lo que andaba en la billetera – Estoy de muy pocos ánimos para jugar contigo, tienes dos de mis anillos y los quiero de vuelta. – con el encendedor prendió un cáliz que adornaba el espacio.
– ¡Usted se está pasando jovencita! – Yura se levantó, pero un disparo en el pecho volvió a sentarlo.
– No vayas a llorar, es solo sedante para caballos y al próximo que se levante lo pongo a ver unicornios. – la amenaza fue general, aunque mantuvo sus ojos en André.
– ¿Qué demonios pasa contigo? – James se levantó de su silla – El que seas mi hija no te da derecho a que insultes a nadie en esta mesa y menos cuando a ti se te ha tratado con respeto. – no se iba a mover porque la creía capaz de todo lo que decía y hasta de más.
– Que sea tu hija tampoco te da derecho a utilizarme como un monigote, ni a ti ni a Ivana, yo tengo dignidad y opinión propia. – gruño con rabia.
– Quema todo lo que quieras, la identificación rusa no es algo que vaya a seguir usando y puedo decirle a Cesar que me la saque de nuevo. – Jonathan sonrió mientras jugaba con los anillos de Edith.
– ¡Cosita! – Edith lanzo al fuego el documento y las tarjetas – ¿Crees que solo te saque las cosas rusas? – le mostro la identificación italiana y le borro la sonrisa – Yo no soy juguete de nadie y si piensas que me voy a dejar mangonear a tu antojo estas muy equivocado. – las puso sobre el fuego.
– Quema todo lo que se te antoje, lo único que estas demostrando con eso es que eres una inmadura y caprichosa. – la vio soltarlos y la boca se le abrió porque no la creía capaz.
– ¿Y así quieres un mando en esta familia? ¡Loca! – André se levantó, pero un disparo a la mesa lo hizo sentarse de nuevo.
– Te has quedado sin nada para negociar, tonta. – Jonathan vio a su madre buscando ayuda de alguna forma ya que si se levantaba se iba a meter en tremendo problema.
– ¿Seguro que me quede sin nada? – saco los pasaportes de Laura y Jonathan.
– ¡Edith por Dios santo! – Laura se levantó también – ¿Qué quieres probar con todo esto? – dio un paso al frente, pero a ella no le dispararon.
– No quiero probar nada, quiero de vuelta mis anillos. – puso su mano con los pasaportes sobre el fuego.
– Llévate los míos si quieres, son de oro y diamantes, mínimamente cuestan treinta mil euros juntos. – se los saco todos menos el de compromiso.
– A mí no me interesan baratijas, me interesa mi anillo de castidad que le entregare al primer idiota que me folle, pero que no vas a ser tu Jonathan. – podría ser una estupidez, pero para Edith era algo que tenía mucho significado y tenía ganas de pelear también.
– Si se lo vas a dar a cualquier idiota ¿Por qué no a mí? Inteligentemente haríamos una excelente alianza entre nuestras familias. – levanto la cabeza para verla con algo de súplica en sus ojos.
– Porque si solo tuviera como opciones a un perro con sarna y a ti, me voy con el perro, no me interesa hacer alianzas contigo y si estuviera en mis manos hace mucho te hubiese sacado de esta isla. – acerco más los papeles al fuego.
– ¡De vuélvele el puto anillo, ya te quemo hasta las tarjetas de crédito! – Jace le pego una palmada a la mesa molesto con su hijo por su terquedad.
Bajo la mesa se iba moviendo Eva mandada por su madre para arrebatarle los anillos al hombre y es que las cosas se estaban poniendo muy complicadas, lo último que Sophie quería es que su hija terminara drogando a todo el mundo, para alivio del momento Eva lo consiguió, al ser pequeñita salió entre las sillas y corrió hacia su hermana mayor dándole los dos anillos mientras Jonathan solo pudo verla girando torpemente en la silla, ya no podía ni contar con su amigo pues estaba dormido.
– ¡Gracias mi amor! – Edith le dio un beso en la mejilla y una gran barra de chocolate haciendo que la niña corriera a los brazos de mamá.
– Ya tienes los anillos de vuelta y esta vez espero que no seas tan tonta de dejártelos quitar del bolsillo, al paso que vas terminaras con la nariz metida en donde no quieres. – Sophie ni se levantó porque pobre del que le reclamara algo por lo que dijo, en especial su esposo.
– No volverá a pasar mamá. – bajo la cabeza viéndolos en su mano.
– Ya tienes los anillos, deja los pasaportes de mis hijos. – Ivana se levantó y Edith subió su cabeza lentamente viéndola con mucho rencor.
– Que los busquen en el infierno entonces. – los soltó al fuego también antes de echarse a correr.
Jonathan se levantó esperando poder sacar los pasaportes del cáliz antes de que el fuego se los comiera por completo, pero antes de poder asomarse a ver el fuego se apagó por si solo, Edith les había tomado el pelo a todos ya que no había fuego que consumiera las cosas, eran llamas falsas y al fondo del cáliz estaban todos los documentos intactas, pero esos segundos de confusión fueron suficientes para darle la ventaja de escapar y morirse de risa al mismo tiempo; subió al helicóptero y este se levantó del piso mientras ella los veía desde la puerta abierta, esa vez fue una broma, pero para el próximo encuentro no habría más bromas y si les pensaba declarar la guerra.
– ¡Que paseada nos ha dado! – Laura tomo su pasaporte aliviada de que nada le hubiese pasado.
– ¿Sabías que era fuego falso? – pregunto James al ver que su esposa se estaba riendo discretamente.
– Fui yo quien le regalo ese cáliz, por supuesto que sabía que era fuego falso. – rodo los ojos sentando a Eva en sus piernas después de que la pequeña compartiera su barra de chocolate con sus hermanas.
– ¿Por qué no hiciste nada? – Antoni la vio con algo de molestia reflejada en su rostro.
– ¿Por qué no hiciste nada para que tu hijo le devolviera sus anillos? – el tono que Sophie uso para él dejo en claro que estaba enojada a pesar de su sonrisa.
– Creo que no deberíamos meternos en los problemas que ellos dos tengan. – Ivana se puso un poco nerviosa mientras revisaba que Yura estuviera bien.
– En eso si estamos de acuerdo querida, no deberíamos meternos en sus guerras, ni deberíamos meternos en sus decisiones porque son adultos. – volteo a ver a James.
– ¿Cree que Edith va a declararme la guerra? – Jonathan puso sus ojos en Sophie y es que ambos tenían un secreto, se habían peleado a semas del regreso de ambos.
– ¿Eres o te haces? – Elena levanto la cabeza para verlo – Desde que ustedes dos aparecieron papá nos ha desplazado completamente, esta tan embelesado contigo y ahora que André decide volverse hombre también lo tiene ciego, cuando la guerra estalle yo me voy a ir con ella porque yo le voy a apostar al bando ganador. – se levantó de la silla.
– ¿Qué guerra Elena? todas son mis hijas y todas van a tener herencia si es lo que tanto te preocupa, que André tenga mayores posibilidades de triunfo no significa nada. – James vio a su hija con molestia.
– Edith se mató resaltando en todo para un día tomar el puesto que tú le prometiste como primogénita y ahora la estas cambiando por André que no sirve para nada más que ser un títere, Edith es quien se merece un puesto dentro de la mafia como jefa. – se iba exaltando, pero Sophie le agarro la muñeca con firmeza para contenerle la ira.
– Tu y Edith están viendo cosas donde no las hay, además no tienen ni la menor idea de cómo se maneja nuestro negocio, una mujer no puede ser jefa porque al casarse lo perderá todo. – James solo hizo que su hija se enojara más.
– ¿Qué no sé cómo se maneja el negocio? – Elena se rio – Ustedes cuatro... –señalo desde Jace pasando por Ivana, Antoni hasta James – Crearon a Edith, crearon un monstruo capaz de darles tres vueltas a cada uno y lo que paso hoy es prueba de eso, cuando ustedes van Edith ya ha ido y regresado más de cinco veces. – largo un suspiro y se fue a su cuarto antes de seguir peleando.
– Ustedes dijeron una vez que tenerme a mí de enemiga con un entrenamiento igual al de ustedes seria la ruina... – Sophie se levantó – Espero que Edith no vaya a hacer nada para joderles el negocio y de verdad espero que acepte someterse a ti James. – le dio un beso en la mejilla y entro a la casa también.
– Edith no tiene el poder suficiente para hacernos caer. – Antoni vio a James.
– No lo creo, es una niña inmadura todavía, esto solo ha sido una rabieta de ella y Elena que la ve como lo máximo de esta familia, al final ambas van a tener que aceptar que André es la mejor opción para mantener el apellido. – se froto el puente de la nariz, nunca imagino que tener hijas iba a darle tantos dolores de cabeza porque se peleaban más que los varones, sobre todo Edith con André.
Los malos pasos familiares también se heredan, Lloyd Raja era el hijo de Venkatesh Raja, el mejor asesino que James tenía en su tiempo y que por influencias de la vida había coincidido con Edith en la universidad de Cerdeña; de un metro ochenta y siete, con un bigote extraño para su edad de veintisiete años porque lo hacía verse mayor, un peinado moderno con los costados rapados y en medio el cabello un poco largo, piel blanca e iris gris azulado, atractivo físicamente, pero estaba más loco que una cabra a los ojos de Edith. Los tres formaron un lazo de amistad bastante fuerte hasta el punto de que Lloyd tenía en nombre de Edith y Yuri tatuados en el pecho en señal personal de lealtad y hermandad, su padre le había enseñado a tener el aprecio de lealtad por la familia Doménico, había hecho trabajos especiales para James, pero por Edith era capaz de dar la vida al igual que Yuri.
– ¿Entonces nos vamos a la guerra con los mellizos rusos? – pregunto Lloyd mientras todavía iban en el aire rumbo a Palermo.
– Todavía no, quiero afianzar más mi dominio sobre todo lo que es mío y una guerra necesita mucho dinero, Jonathan me lleva años de ventaja en eso. – no tenía ni la menor idea de cuánto dinero tenía el hombre, pero seguramente superaría el suyo.
– Lo que tu decidas sabes que para mí es ley escrita con sangre. – el hombre se encogió de hombros.
– Ponte este brazalete, va a bloquear la señal del rastreador en tu muñeca. – Yuri le entrego el brillante brazalete de diamantes.
– Mientras este bajo el ojo de papá no podré hacer mucho. – Edith se lo puso.
– Yo no tengo ese rastreador, cualquier movimiento que quieras hacer puedes usarme. – comento Lloyd mientras la ayudaba con el broche.
– La compra de la fábrica la podría hacer él mientras tu continuas tus movimientos con normalidad. – Yuri tuvo una excelente idea.
– ¿Saben en quien estaba pensando? – Edith vio a Yuri y después a Lloyd – Pedro Pablo tiene problemas económicos y ha ofrecido de cierta forma vender uno de sus territorios, la isla de Mallorca. – por la cara de ambos hombres imagino que no se esperaban esa propuesta.
– Esa isla se la ofreció a Ed, no te la va a querer vender a ti, sabes que la mayoría que no sabe de lo que eres capaz te ve de menos. – Lloyd vio a Yuri.
– Es que no pensaba comprarla directamente yo, Ed D'Rosas, a quien se la ofreció principalmente y como el dueño manda, fingidamente haríamos un traspaso de propiedad. – se encogió de hombros.
– Podría funcionar, sacamos a todos los hombres de Pedro Pablo de la isla y nos quedamos con ella, si intenta recuperarla lo mandamos con San Pedro y ya está. – Yuri prefería algo cerca, antes que el calor terrible de Egipto.
– Todo el plan que tiene Edith es muy bueno y muy viable, hay capital y voluntad para hacerlo, mientras tu arreglas el cargamento en Catania yo viajo a Paris para hacer negocios con el nombre de Ed. – Lloyd vio por la ventanilla.
– A negociar no, lleva la laptop para hacerle la transferencia directa de doscientos millones de euros, mientras más rápido me lo quite de encima será mejor. – eran muchos ceros que le iba a restar a sus cuentas bancarias, pero valdría la pena cada centavo si podía tener una isla para ella sola donde fuera la máxima señora.
– Te quedaría solo la mitad de toda la fortuna que tienes. – Yuri se preocupó de que Edith no fuera a poder mantener el negocio.
– De la fortuna ilegal que tengo en Europa, las cuentas legales siguen intactas y las cuentas estadounidenses también, además los hoteles están generando muchos ingresos anualmente, en total hacen esos doscientos millones que voy a perder con la isla. – con eso los dejo tranquilos.
– Oye ¿De cuánto es tu patrimonio neto? – Lloyd tuvo esa duda.
– Digamos que he duplicado la fortuna que papá tenía a mi edad. – Edith sonrió maliciosamente.
El helicóptero aterrizo en una pista privada que era de Jace, pero que todos ellos podían utilizar sin problemas, aunque para Edith significo que su padre sabría dónde estaba, pero no iba a estar en esa ciudad por mucho tiempo y mientras no se quitara el brazalete nadie sabría hacia donde iba salvo por los que trabajaban para sus tíos. De Palermo rento un auto para moverse a Mesina y seria ahí donde se quedaría un par de días antes de volver a Amalfi que era el lugar donde tenía un pequeño apartamento que compro con la primera ganancia neta de la venta de un cargamento, no se comparaba con la casa del abuelo, pero era un lugar perfecto donde nadie iría a buscarla, el cargamento que estaba esperando en Catania ya estaba completamente asegurado, solo faltaba que ella diera la orden de ser enviado.
– Edith ¿Realmente hubieras quemado los pasaportes? – pregunto Yuri sentado en el lado del copiloto.
– Me ofende que preguntes eso sabiendo que sí soy capaz. – giro el volante para meterse por otra calle.
– ¿Qué es lo que realmente sientes por Jonathan? – se movió en el asiento para verla.
– Siento muchas cosas, entre ellas celos porque él puede acceder a lo que yo quiero sin esforzarse mientras que yo he tenido que matarme trabajando, también siento rencor por reemplazarme, me gusta, pero después de lo que me he enterado hoy también le he tomado odio. – a Yuri le podía contar hasta si se había meado en los pantalones.
– ¿Crees que esas locas hayan estado hablando enserio? Ósea estamos hablando de Mónica y Nanava, que son dos chismosas de primera. – sabía que eran mentirosas.
– Cuando mencione eso Ivana se puso pálida y mi padre también, dudo mucho que sea una mentira de las mellizas, ellos dos estaban pensando en usarme para repatriar a Jonathan. – acelero un poco.
– Pero Jonathan no parece que este queriendo jugar contigo, no es porque lo esté defendiendo ni nada de eso, pero la forma en que te mira y la insistencia con la que te busca no es algo que parezca fingido. – la vio mantener los ojos en la carretera mientras iba pensando.
–Si sus intenciones son sinceras no sé, pero en cualquier caso que Ivana haya planeado usarme le quita muchos puntos porque siento que yo solo fue su as bajo la manga y toda su insistencia para que no olvidara a Jonathan no era más que algo a su favor. – acelero el auto nuevamente.
– En eso si tienes razón y el que Laura se haya comprometido tan rápido con André también levanta sospechas de que todo sea una mentira, aunque si somos honestos, Jonathan tiene su propio imperio en Rusia y no tiene nada que hacer aquí. – rápidamente Yuri se puso el cinturón de seguridad ya que Edith comenzó a subir la velocidad cada vez más.
– Cuando lo engañe mandare a construir una estatua con su rostro y unos grandes cuernos. – Edith se rio viendo a su amigo con las uñas metidas en el asiento.
– Si la ponemos a la venta en línea ganarías mucho dinero. – inconscientemente Yuri se persigno a pesar de que nunca habían tenido un accidente.
Su llegada a Mesina fue anunciada a los señores Giuseppe y por ende James también se enteró, pero Edith procuro no tomarle mucha importancia a eso ya que iba un poco hambrienta, la cena en su restaurante favorito y después fue directo al apartamento para descansar un poco, no sin antes mandarle un correo a Lloyd especificando lo que deseaba en la nueva compra.
En casa del abuelo James estaba bastante inquieto y es que le preocupaba que Edith fuera a hacer alguna tontería dejándose llevar por el resentimiento de lo que paso ese día, también le preocupaba la seriedad de su esposa, sin embargo, como cada noche desde que estaban casados le preparo la cena y compartió muchos besos con él como si nada hubiese pasado, salvo que con Antoni fue más cortante que cuchillo de carnicero recién afilado; estando acostado en una de las hamacas junto a la piscina recibió la visita inesperada de su hija Sasha que se subió sobre él y se acomodó en su pecho para dormir, unos diez minutos después llego Layla he hizo lo mismo y otros diez minutos después apareció Elena.
– ¿Ya te paso la rabia? – pregunto James dejando que se acostara sobre su pecho desplazando a las menores a los costados.
– No, todavía no me pasa el disgusto de tu injusticia, pero no por eso voy a dejar de venir a acostarme sobre ti. – se removió quedándose bien cómoda.
– Papá ¿Por qué no quieres a Edith? – pregunto Layla.
– No digas tonterías, amo a Edith tanto como a ustedes, todos mis hijos son la luz de mis ojos. – largo un suspiro pesado.
– Eso es mentira, todas sabemos que Eva es tu favorita porque se parece mucho a mamá. – Sasha levanto la cabeza para verlo.
– Eso es una gran mentira, no puedo creer que con la edad que tienen ustedes estén celosas de ella. – puso los ojos en blanco.
– No son celos, Eva es tu preferida y la de todos por lo mucho que se parece a mamá, Edith es el ejemplo a seguir porque se parece mucho a ti. – las palabras de Elena le calaron hondo.
– Mañana iré a hablar con ella. – dejo su vista en el cielo estrellado.
– Niñas, a lavarse los dientes y a cambiarse porque ya es hora de dormir. – Sophie se acercó sonriendo porque le causaba gracia ver como todas sus hijas se amontonaban sobre su padre solo para que él las abrazara.
– Danos un poquito más de tiempo mamá, papá está muy cómodo y calentito. – Layla se aferró más a él.
– Hagan lo que mami manda, mañana podrán pasar pegadas a mi toda la tarde. – se rio escuchando como las tres se quejaban.
– Vamos, papá tiene ganas de manosear a mamá. – Elena fue la primera en levantarse.
– ¿Nos van a dar otra hermanita? – Layla fue la segunda en hacerlo.
– Mamá ya no puede tener más hijos, además apenas pueden con nosotras. – Sasha tomo la mano de su hermana mayor para irse.
– ¿Sigues enojada conmigo? – James le tomo las caderas para sentarla en sus piernas.
– No estoy enojada, solo quiero que todo esto se aplaque, de haber sabido que mis hijos se iban a separar por tu puesto quizás hubiese cambiado algunas cosas de su crianza. – largo un suspiro pesado.
– Estoy tratando de encontrar un balance entre ambos mi amor. – le acaricio la mejilla mientras ella estaba sentada en sus piernas.
– Vamos a dormir que ya es tarde, mañana con cabeza fría podemos buscarle una solución a todo esto, porque algo paso con nuestra hija, algo que la hizo fumarse un cigarrillo y lanzar una mesa al suelo. – se inclinó sobre él para darle un beso.
– Mañana averiguare que fue lo que paso. – James se levantó llevándola consigo.
Pasaron por la sala compartiendo besos en los labios mientras los Giuseppe todavía estaban sentados ahí viendo una película e incluso André estaba con ellos, Jonathan solo sonrió de lado sintiendo mucha envidia de la hermosa relación que la pareja tenía y es que había pasado años soñando con que algún día su relación con Edith seria así de fuerte e inquebrantable.