Internado West: Para varones
Internado West: Para varones
Las montañas se encontraban tranquilas, pacificas. Un delicado viento movía las copas de los árboles dándole un toque magnifico.
Entre los dos cerros se encontraba un auto verde obscuro sobre la carretera en dirección al mejor internado de México, para aquella época (1958). En su interior se encontraba la señora Simon retocando su labial color vino y de conductor venia el señor Simon dando de vez en cuando miradas a su hijo Blaze por si intentaba escapar del auto en movimiento. Finalmente se encontraba Blaze en el asiento de atrás ignorando todo a su alrededor.
El azabache solo levanto la vista cuando llegaron a una reja en medio del bosque con las letras "Internado West: para varones", Blaze viro los ojos bufando. Dos guardias le cedieron el paso a la familia y se estacionaron en frente de las escaleras que llevaban a la entrada principal.
El pecoso bajo del auto mientras hacía lo mismo con su equipaje, escaneo cada parte de lo que sería su nuevo hogar deteniéndose en la ventana del tercer piso donde un chiquillo lo observaba curioso para cuando se dio cuenta que lo observaba este retrocedió perdiéndose en la penumbra.
[...]
El director de la institución, un hombre alto que rondaba los cuarenta años o tal vez más, era la imagen de que su estadía no sería un cuento de hadas, su cabello un poco canoso y su ceño fruncido además de poseer un bigote que a Blaze repugnaba. El señor hablaba acerca de un imperio romano y sobre promesas, Blaze realmente no escuchaba lo que el señor tenía por decir hasta que su padre le hizo una seña para que pusiera atención.
— Estas son las únicas llaves del lugar — Julio, el director, mostro un juego de llaves y Blaze presto mayor atención — Una sola entrada... una sola salida.
Después de que sus padres se marcharan Julio guio a Blaze a su cuarto sin hablarle ni mirarlo, cuando entro a la habitación este cerró la puerta.
Blaze camino entre las camas que se encontraban prolijamente acomodadas y hechas. Eligio la última (la única disponible).
Se sentó en su nueva cama, se sentía un poco dura, pero se podría acostumbrar, saco un cigarrillo para calmarse. Estaba a punto de prender su relajante cuando alguien abrió la puerta, supuso que era algún chico, pero al ver a una monja en la puerta guardo rapidamente su cigarrillo en su espalda, esta lo miro dudando un poco pero al final se marchó y un grupo de chicos entro en su lugar.
> pensó.
Sintió que le tocaron el hombro y este se giró dejando ver a un chico enano con una sonrisa.
— Soy Fernando.