¿El vínculo espejo?

1370 Palabras
—«¡Grrr!».—Le ardía la v***a, traspasaba los tejidos sensibles aún en la flacidez de su enorme bestia.—¡Mierda!.—Gritó, haciendo resistencia para no regresar a la habitación y partirle el pescuezo a esa inútil bruja. —Amo. —La voz seductora de su preciosa Bastix, le llegó como casi un alivio. —¿Qué hace mostrado sus magníficos atributos a los serviles?.—Bastix tenía razón, habían algunos demonios y muertas serviles en la cercanía, casi agonizando de envidia por su esplendor.—No merecen conocer la perfección. —Por eso nadie te igualara nunca, mi preciosa. —La acercó, para arrancarle un beso a sus labios complaciente. De haber elegido a Bastix, no tendría la v***a accidentada.—Necesito que me atiendas. —Todo por usted, mí rey.—Camino sin pudor, al lado de su preferida.—Me honra cada vez que decide tenerme a su lado. La diabla carmesí no dejaba de parlotear, al menos cosas buenas. Inflaba su ego de macho inalcanzable. Al llegar a la habitación seductora de su diabla, se dejó caer sobre la cama. Está, lo siguió con aparente interés de follar, empezando por avivar su dureza con su boca veterana. —¡Olvidate de chuparla o que follaremos!. —La diabla puso cara de decepción.—Una torpe mamada casi me deja capado. —Le señalo las marcas visibles de los dientes afilados de la bruja. De no saber bien su naturaleza, pensaría que es una vampiresa y pensaba drenarle la sangre con esa acción torpe. —Me imagino que quien hizo eso, está muerto. Es lo mínimo que merece.—Contemplo, incluso saboreo esa opción, pero le dejaba un rastro desagradable esa idea. Era cruel, pero posesivo, esa bruja le pertenecía, no era su culpa ser una inútil para darle ese tipo de placer que requería de más práctica. Además se sentía feliz de saberla inexperta. —«¡Grrr!», No.—Gruño, al sentir como se avivo un poco el ardor.—Mejor ve a mí biblioteca personal y traeme un libro. —¿No me dirá quien fue?.—Su único defecto era querer tomarse las atribuciones de reparar cada punto en su vida. —Haz lo que te digo, ¡maldición!. No tienes porque involucrarte, en mis asuntos con la reina.—La resondro con un gesto diabólico, mostrando el reflejo carmesí en su piel. Entre el dolor, la frustración s****l, sumado a las preguntas inquisitivas de Bastix. Encolerizaba su intrínseco temperamento explosivo. Con solo proyectar la luz demoniaca en sus ojos, entendió. —No tardo mí rey. —Retrocedió hacia la salida del pomposo espacio, más desilucionada que temerosa. —¡Qué sea de brujas!.— Exclamó antes de verla salir, con bastante torpeza.—«¡Grrr!».—Gruño. No dudaba que tuviera el ego herido. En la soledad de la recámara exótica de su preferida, intento volver a la calma, incluso viendo la pequeña serpiente que se acercaba a donde estába. No lo suficiente para tocarlo. Era la mascota de Bastix, hasta ese reptil asqueroso seguro la mamaba mejor que esa bruja de mierda. —¡Maldita!.—La serpiente se esfumó al escucharlo. Bastix fue diligente con el libro. Igual en intentar atender su convalecencia. —Mi rey. —Apenas entro a su habitación. Le entrego un libro muy antiguo que describía la naturaleza de las servidoras nefastas.—Traje esto también.—En conjunto con una coqueta sonrisa, le mostró el frasco, con un liquido espeso, en su interior. —¿Y esa mierda? —Es para darle un masaje.—Entendio por su señal pervertida, que deseaba experimentar con su tesoro. —Mejor lárgate, no pienso untarme esa mierda. No sabía porque, pero le empezaba a molestar la presencia de la diabla. En su mente solo estaba la bruja, incluso las imágenes de sus cuerpos unidos y sus enormes tetas. Unos minutos despues. A solas, sin la impertinencia de la diabla carmesí, merodeando cada uno de sus movimientos, empezó a explorar los capítulos, las hojas se batían de un lado a otro; no tenía paciencia para la lectura, siempre buscaba cosas puntuales, de su interés inmediato, para no verse ignorante, ante el gra "Oscuro" o al jerarca mayor del infierno. Casi al final del libro mencionaba el título que andaba buscando. "Las Brujas Místicas". Eran el resultado de un brujo chamánico y una ninfa de las aguas. Ya eso lo sabía, igual su casi improbable existencia, de no haberla visto con sus propios ojos, hubiera seguido pensando que eran un mito. Le causaba asco cuando escuchaba a otras servidoras endiosar su existencia. Más adelante, casi al pie de la página. Describía una insignificante vida celibe; seres que se abstienen de todo tipo de contacto s****l, como los besos o tomarse de la mano, masturbarse...bla, bla. —«¡Grrr, jajaja!».—Gruño, antes de explotar en una carcajada que le recordaba la brutalidad s****l que uso para desvirgarla. El recordar con la fuerza que habia follado a la bruja, le daba ese placer primitivo, casi territorial que ensanchaba más su ego demoniaco. —Su coño es solo de Kairon Loguember. —Se saboreo por instinto. No conocía la sutileza, ademas ella no la merecía. Para la próxima, le destrozaría el culo. Voló la página en busca de más datos sobre ellas. —«¡Grrr!». —Todo era tan aburrido; vida en el bosque, al servicio de la naturaleza, leer el futuro a través de las aguas. Hacer brebajes. Rasco su cabeza con malestar, la lectura nunca le había gustado...pero esa era la peor de todas, aburrida. Al menos, hasta que llegó a un termino que captó su atención. Toda la curiosidad se hizo presente. " Portadoras del vínculo espejo". Le intrigo saber que significaba. Quizás la Salamandra tuviera las respuestas. Paso a la siguiente página, sin encontrar respuestas. Le urgía descifrar ese enigma. Entre la ansiedad de la duda y el dolor que empezaba a pasar, decidió interrumpir su descanso. Se levantó, avanzando con pasos estruendosos que hicieron correr el cardumen de serpiente que se anidaba en círculos sobre la suave alfombra dorada. Exclusiva de la habitación que usaba la diabla vanidosa. La fuerza de sus pasos logró alcanzar a una, los talones de acero palparon el último suspiro de la cabeza de la serpiente, luego que aplastarla Hizo caso omiso, abrió la puerta, para su sorpresa, no encontró a la diabla carmesí en las cercanías. ¿Dónde estaría Bastix?. Le inquieto la ausencia de esta, casi tanto, como una leve sensación de dolor en la parte baja de su estómago. —¡Boa!.—Los ecos duplicaron el resonante llamado. Se movió en dirección a su habitación, sin importarle su desnudes.—¡Boa!.—¿Dónde estarían todos?, no veían los demonios serviles, ni las muertas ambulantes, dispersas por los pasillos. —Amo.—La mortuoria voz de Boa, se hizo presente, junto a los ecos predecibles. Corría hacia el, con parte de su lengua agitada por el esfuerzo de moverse con mayor rapidez. Ya esos huesos estaban algo oxidados. —Necesito que llames a la Salamandra. —Me temo, que eso dilatará.—Boa empezó a retroceder, mientras le daba esa respuesta negativa. Él, por el contrario avanzó con una proyección amenazante —M-mi...a-mo. La Salamandra está en el "Cerrazón", el "Oscuro", la convocó. —¡Mierda!.—Golpeo una de las paredes, preso de la impotencia, no tenía con quien más desahogar su frustración en esos momentos. El adefesio de Boa, no aguantaría uno de sus golpes letales, además le era muy útil.—Dile a Danon que este pendiente en la frontera de mis tierras, necesito que una vez pase a mi territorio me la traigas. —Entendido, amo. —Boa hizo una reverencia, seguido desapareció. Lo vió alejarse. Miro en unas ocasiones hacia los lados en busca de Bastix, antes de llegar a la puerta de su santuario. Donde sus espíritus ancestrales lo esperaban cada día. Antes de desaparecer detrás de la puerta, la única sensación fue una leve quemazón en la espalda. No le dió importancia...aunque en parte sentía el llamado del sufrimiento. [En espejo].
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