Reto estrategia.

1675 Palabras
Kairon actuaba de lo más normal, estar rodeado de mascotas era su costumbre. Con ese calificativo solía denigrar a las mujeres. Miro de reojo a la mujer al otro lado del demonio, estaba en las mismas la famosa consentida, resbalando sus pupilas en su dirección. Al menos ya se había calmado su furia, había retomado el verde especial. —¡Vamos levántense, bailen y muevan esas tetas!. —Horrible, ahora tendría que ver esa escena tan degradante. Lo entendía así, más las decenas de hembras parecían felices de que su rey le hiciera esa petición, incluso saltaban de alegría, sus pechos rebotaban en el aire, al sacudirse con brincos libidinosos. —¡Vamos, bailen, el premio será chuparmela!. —No podía estar en ese lugar, ya los límites habían rebasado su entendimiento. —Esto es asqueroso. Deseo irme. —No censuro su lengua, tampoco la razón. El comportamiento de los seres en ese pedazo de infierno era asqueroso. El parecía haberla ignorado, no hubo respuesta. El espanto estaba delante de ella, las mascotas bailaban con suavidad, algunas introducían sus dedos en sus partes, insinuandose con sus rostros excitados, se frotaban sus zonas íntimas entre ellas. —¡Me voy, esto es asqueroso!.—Intento ponerse de pie, más el, la freno, con la aprehensión fuerte de sus manos. —Si sales sin mi permiso, no me importará que seas mi reina. Te mandaré azotar. Oh quizás te arranque la lengua para que dejes de ser tan chillona e impertinente.—Recordó lo que le había contado livia. El ánimo de la huida se dilató, se derrumbó por el desgano y el miedo. Tocó sus labios, en el Intervalo movió su lengua. No quería quedarse sin ella. —Mejor déjela ir, mi adorado y magnífico rey, nosotras podemos hacerle una velada maravillosa, además me tiene a mi, valgo más que todas estás perras juntas. —La preferida lamió su oreja, antes de parecer susurrarle algo más explícito al oído. —Le encantará. —«¡Grrr!». Por eso, eres mi preciosa.—¡Asquerosos!. Pensó. Se empezaron a besar, un beso grotesco, exteriorizaron sus lenguas, la movían como dos serpientes. Ella deseaba marcar territorio, abrió los ojos para contemplar su reacción. Mantuvo su actitud fría, hasta dejarla colgada, con un movimiento de cabeza. Posó sus ojos en la cúpula mas alta del salón. —¡Puedes marcharte bruja!. —La voz de Kairon la asalto. Bajo la mirada aliviada. —Gracias mí señor. —Se levantó e hizo una leve reverencia con una sonrisa algo mordaz.—Espero que disfrute mucho el resto de la velada. —«¡Grrr!».—Se limitó a gruñir y luego hacer una mueca. Bastix se veía muy complacida, bajo despacio los escalones, dejandolos atrás, no faltó el instante en que tuvo que esquivar una que otra mujer retorciéndose. Fue contado en su mente para aminorar el estrés, incluso el resplandor dorado la encandilaba a tal punto que empezaba a sentir cierto escozor cerca del lágrimar. Antes de llegar a la puerta, livia se acercó a ella, no estaba sola...Boa la siguió unos tres pasos más atrás. Breve la empezaron a interrogar. —¡Mi reina!. ¿No le ha gustado la hermosa fiesta que han preparado para usted?. —Sera para el rey, solo el y sus mujeres están disfrutando eso que llaman fiesta.—Apreto los ojos, intentado borrar el espanto. —Es nuestra forma de celebrar.—Boa, podía tener un aspecto espantoso, igual su voz, a veces la sentía algo reptiliana, ese hecho le asustaba un poco. En cambio, su mayor pecado parecía ser, la lealtad lambiscóna hacia ese demonio. —Disculpa si insulte tu esmero y las demás entidades que trabajan en este palacio.—Los ojos redondos y saltones de Boa, giraron de forma extraña. —¿Qué significa, "entidades", mí reina?. —Un “ser inmaterial", osea un espíritu sobrenatural.—La sentía como valida esa respuesta. —Pero somos materiales.—Se veia más confundido que ella en ese instante. —¡Olvidalo!. Los humanos se refieren así, a los muertos, demonios, diablillos, de más rarezas que existen. —¡Interesante!.—El adefesio al parecer había quedado conforme con su respuesta, levantó un dedo y empezó alejarse, mientras susurraba algunos términos que no llegaba a escuchar bien. —Es como un niño.—Hasta caminaba como uno. Mantuvo su mirada en el hasta que lo perdió de vista. —Es más longevo que el propio rey. —¿Cuántos años tiene el rey?.—Deseaba saber más de el. Cada detalle en la vida de ese ser siniestro era importante. Si tenía planes de escapar, debía conocer al enemigo. Su pasado, presente, su futuro era poco probable. Ya no tenía esos alcances. Su cuerpo ya estaba corrompido. Le era difícil invocar la videncia de sus ancestros del agua. —Solo sé lo que se escucha detrás de las paredes. Como habrá notado aquí hay mucho eco. No es difícil enterarse de las cosas. El señor rebasa los 2000 años de edad. No se con exactitud el pico.—Su boca se abrió con amplitud, al escuchar esos datos. —Eso es demasiado!. —Exploró con un poco de insistencia la zona. Habían seguridad cerca. Necesitaba más datos, pero podía ser un poco riesgoso, Intentar exponer livia en esas circunstancias. Como había dicho anteriormente la joven, entre las paredes había mucho eco. La tomó por las manos, sin importarle su piel helada, la fue guiando a la salida. La chica seguía con el rostro cabizbajo. Empezaron a moverse por el mismo amplio pasillo que horas atrás las había llevado al palacete. Los guardias seguían apostados al dado de las columnas, inamovibles. Intentó caminar más de prisa. La chica la seguía al mismo son. Cuando terminaron su andar y llegaron al otro extremo del palacio principal, la arrastró hasta una zona más oscura. —Necesito que me digas todo lo que sabes. Quizás, si logro recopilar la información necesaria podre salir del infierno.—La impaciencia le generaba un poco de ansiedad, en su voz se reflejaba con un matiz jadeante. —Incluso puedo llegar a ayudarte, para purificar tu alma y puedas trascender. —¿Es verdad, señora?. —En su voz había un deje de esperanza. Debía ser tormentoso vivir en el infierno. No sabía su historia de muerte, pero sí sabía que había sufrido bastante antes de ser una sirvienta. —No sé mucho señora, pero intentaré investigar. Solo sé que el señor es el rey desde hace mas de un milenio. Antes de él hubo otro, pero murió. El mismo diablo acabó con su vida. El padre de la preferida. —¿Hablas del padre de Bastix?. — Sí, fue el anterior rey carmesí. Ella es una diabla carmesí. —¿Qué es exactamente eso?. —Son una especie de diabla, de más alta jerarquía. Si se habrá fijado, es mucho más bonita que todas las hembras de este territorio. —Debo admitir que es bastante bonita. De una manera desquiciante. Nunca había visto una mujer tan bella. —Las diablas carmesí suelen ser muy bonitas. Hasta ahora ella es la única en su especie. De más está decirle que es muy poderosa.—No le gustó ese dato, era prácticamente su enemiga declarada.—Le recomiendo que aunque usted sea la reina, mantenga discreción. Ella no tiene muy buenas formas y es bastante celosa con el rey. —Lo acabo de notar. Marco territorio en la velada, con su mirada siniestra.—Se sintió perdida hablando así sin desalojar sus emociones. Incluso algo dubitativa. —Más de una ha muerto por su culpa. Ella misma las ha matado. El rey no la ha castigado. —Creo que el rey se equivocó. Debió mejor dejarme en la tierra y convertirla en su reina. —Señorita. Este es el infierno. Tiene otras reglas. —Lo sé. Y no las entiendo. —El rey no puede concebir a menos que encuentre su destinada. Todos lo saben. — Yo le quite su ansiado lugar. —Es con la única que puede procrear, mí señora. Es importante para él. Incluso más que ella. —¿Pero está enamorado de Bastix?.—Le molesto reconocerlo. —No lo sé. Nunca he creído que las personas sádicas y malas puedan albergar dicho sentimiento. Mas bien, creo que es imposible. —Una muerta tenía la capacidad de pensar y razonar, incluso más que ella en ese momento. Se llevó la mano al pecho. Lo tenía algo agitado. —Espero poder marcharme de este lugar antes de que ese hombre plante una semilla en mí. Tengo que buscar una solución. —Puede buscar en el jardín. Cuando yo era una bruja encarnada, usábamos plantas para evitarlo. —Gracias, Livia. —Tocó la mano de esta nuevamente, a pesar de sentir el frío estremecedor. Muchas imágenes espantosas llegaron a su mente. Se sacudió, antes de retirarla. —Mejor la dejo en su habitación. No podemos levantar sospechas. —Está bien. No te preocupes, no volveré a preguntarte más. Sé que corres peligro si me sigues informando. Esa fue la última conversación de ese día. Manteniendo su paciencia y ahora con poco de esperanza, se encaminó hacia el segundo nivel. Después de dejarla en su habitación, Livia se retiró. Le tocó dormir casi desnuda esa noche. Apenas su capa cubría su cuerpo y le sirvió de bata. Kairon había destrozado su lindo vestido blanco. Se negaba a dormir con ropa oscura. El sueño le ganó la batalla más rápido de lo esperado. Poco a poco sus ojos quedaron adormilados. Su intuición le dictó que ese demonio se quedaría entre los brazos de esa diabla que tanto adoraba. Ella estaría tranquila. Esa noche dormiría sin sobresaltos. No sabía qué hora era. Solo sintió la fuerte puntada atravesar su femineidad. El calor de un cuerpo duro entre sus piernas. Una invasión poderosa. —¡Ay! —Grito. Kairon estaba sobre ella, desnudo. Sus ojos rojos brillaban con lujuria mientras la penetraba.
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