Capítulo 2

2935 Palabras
Cian entró en su club nocturno favorito y contempló a su alrededor, sus ojos azules como el mar recorriendo cada rincón de la gran sala para asegurarse de que todo estaba correcto esa noche. La idea del club “Paradise” había surgido una noche tras contemplar el trato injusto que recibían las parejas del mismo sexo en otros clubes pertenecientes a él también, por lo que, sin pensarlo, habló con su hermano Cedric para crear ese lugar tanto para humanos como para vampiros, para que pudieran ser ellos mismos sin tener que estar mirando sobre sus hombros de forma preocupada y constante por cada acción o gesto que hicieran. Por supuesto que su hermano lo había apoyado inmediatamente, aunque en realidad, podría haberlo hecho sin su ayuda, porque sus otros clubes producían el suficiente dinero como para poder crear ese refugio que le serviría hasta para él mismo, ya que a pesar de que era bisexual, interiormente Cian sabía que su pareja de enlazada sería un hombre también, por lo cual deseaba crear un lugar cómodo para el momento en que conociera a su enlazado. Era por eso mismo que también se había esforzado un poco más en la seguridad y privacidad de “Paradise”, creando el sistema de pulseras para que no se repitiera el error de dejar subir a cualquier persona a la zona VIP en el segundo piso. —¿Algún problema esta noche? —preguntó deteniendo a uno de los guardias que constantemente estaban merodeando por toda la habitación, asegurándose de que todos estuvieran a salvo y nada turbio estuviera sucediendo en su club. —No, jefe —respondió el hombre musculoso—. Hubo un ligero incidente en la barra, pero lo solucionamos pronto y enviamos a Dante a servir los tragos arriba —informó. —¿Qué sucedió exactamente? —cuestionó frunciendo el ceño, no le gustaba para nada que hubiera ocurrido un problema en su ausencia, mucho menos que no se le notificara en el mismo instante. —No tengo todos los detalles, estaba afuera haciendo de guardia en la puerta —explicó encogiéndose de hombros en disculpa. —Envía a Tom a mi oficina —ordenó y el contrario asintió con firmeza, retirándose en seguida. Cruzando la habitación, Cian ignoró los tentadores cuerpos y las sensuales sonrisas coquetas que le enviaban las personas mientras pasaba entre ellos. Llegando a las escaleras, se sintió satisfecho al contemplar a un hombre haciendo de guardia con una pequeña linterna en la mano para comprobar no solo que se estuvieran utilizando las pulseras para subir, sino que también fueran las que entregaban ellos tras darles la membrecía VIP y no unas pulseras cualquieras. Sus pulseras podrían ser solo un simple modelo de una banda plateada, pero tenía un grabado especial en el interior con el nombre del club y un anillo a juego del mismo modo, solo un simple anillo liso que en el interior tenía las letras “PRD” talladas, abreviaturas de “Paradise”. —Sigue así —felicitó al hombre luego de que comprobara su pulsera cuando Cian simplemente estiró su mano mostrándola. Sabía que era innecesario desde que todos sabían que él era el jefe, pero le gustó saber que de todas formas le revisaron minuciosamente antes de dejarle subir. Deteniéndose en la puerta de su oficina, ingresó el código de seguridad y la dejó abierta mientras se dirigía hacia su escritorio, tomando asiento un momento. No muchos minutos después, Tom apareció en la puerta. —¿Me llamabas? —preguntó sin entrar hasta que recibió la indicación de Cian. —Cierra la puerta —ordenó—. ¿Qué fue eso de que uno de mis camareros tuvo un problema? —cuestionó. —No fue nada grave y lo solucionamos rápidamente —respondió parándose frente al escritorio, cruzando sus manos por detrás mientras mantenía su espalda recta. —¿Qué ocurrió exactamente y por qué no se me avisó en el mismo instante? —presionó. —Uno de los clientes no quiso recibir una respuesta negativa de Dante cuando se le ofreció llevárselo al callejón, se volvió algo insistente y a última instancia, casi violento, logramos detenerlo antes de que llegara más lejos y lo sacamos del club. Para seguridad del barman, lo subimos a la zona VIP —explicó—. No encontré necesario informarlo e interrumpir su rutina para verificar los otros clubes porque fue un problema menor que se solucionó tan pronto como surgió —terminó de informar. —De acuerdo, lo dejaré pasar porque no vi a Dante preocupado realmente, pero para la próxima quiero saber de lo que ocurre en el mismo instante que pongo un pie en el establecimiento, y si es algo grave o importante, en el mismo momento que ocurre —ordenó. —Sí, jefe —asintió con firmeza. —Bien, puedes retirarte ahora y gracias por tu trabajo —despidió. Asintiendo, el hombre se retiró de su oficina cerrando la puerta a su paso. ¿Cómo era posible que un humano hubiera terminado como jefe de seguridad de su club manejando incluso a otros vampiros? Era algo que Cian seguía preguntándose, pero como obtenía buenos resultados, tampoco era que le interesara mucho al respecto la naturaleza de Tom. Encendiendo su computadora, Cian frunció el ceño cuando la pantalla negra se iluminó con una imagen borrosa de fondo y luego un cuadrado blanco apareció en el centro pidiéndole alguna contraseña que antes no había estado ahí. Resoplando, buscó por su escritorio y parpadeó un par de veces al observarlo tan ordenado que nada de lo que había tenido antes se encontraba en el lugar en que le había dejado. Bien, lección aprendida, nunca más dejaría a solas a Archie en su oficina o la próxima vez la encontraría dada vuelta. Sacando su teléfono celular, marcó el número de su cuñado y espero cuatro tonos antes de ser aceptado. —¿Esperando a que fuera un número par? —no pudo evitar preguntar con una sonrisa divertida tirando de sus labios. —Por supuesto —respondió Archie al instante—. Sabes que el número impar es malo y… —Archie —llamó interrumpiendo cualquier dato curioso que pensaba darle lo quisiera o no. —¿Qué? ¿Qué ocurre? —preguntó. —¿Le hiciste algo más a mi computadora, además de revisar lo que te pedí y reordenar todo mi escritorio? —indagó. —Por supuesto, la seguridad de tu computadora era un asco y cualquiera que se hubiera acercado a ella, fácilmente pudo haberte robado toda información importante con tan solo encenderla —reprochó. —De acuerdo, fe mi culpa eso —asintió—. Pero si entiendes que se necesita un código de acceso para entrar a mi oficina y departamento, ¿cierto? —Y tú sabes que fácilmente uno puede falsificar una huella dactilar con maquillaje, brocha y una cinta adhesiva, ¿cierto? —argumentó. —¿En serio? —preguntó con sorpresa. —Si, ya lo he comprobado y si puedo obtener fácilmente una huella dactilar con esos simples objetos, ¿cómo crees que no podría obtener un código de acceso? —cuestionó. —Bien, ya entendí. Gracias Archie por tu trabajo —expresó. —Por supuesto. ¿Me llamabas solo para eso? —preguntó. —No, mi computador ahora tiene una clave que desconozco —respondió. —Primer cajón a tu derecha, y tu porno infectado de virus está en el último cajón a tu izquierda —informó. —Gracias, Archie, eres un cielo —respondió sonriente—. ¿Viste mi porno? —preguntó. —Me dio curiosidad, pero cuando llame a Cedric para preguntarle, me dijo que no —respondió honestamente, sacándole una sorpresiva carcajada—. Cedric me está diciendo que no se supone que debería de contarte esto, pero si tú me preguntaste lo lógico es responder —refunfuñó solo aumentando su risa—. ¿Por qué te ríes? Tomando una profunda respiración, Cian negó a pesar de que la pareja de su hermano no pudiera observarle. —Tú solo ignórame —pidió, revisando los cajones—. Encontré la contraseña —anunció. —Apréndetela de memoria y luego arroja el papel a la basura —instruyó. —Por supuesto —asintió pegando el post-it con la contraseña en el borde del escritorio, cosa que solo él pudiera observar y saber que estaba ahí. —¿Lo hiciste? —Sip. —Cedric dice que no. —Cedric no sabe nada —sonrió introduciendo la clave en su computador. —¿Estás bien? —preguntó el humano repentinamente. —¿Por qué no lo estaría? —contestó. —Porque has estado actuando raro últimamente —contestó obvio—. Como si estuvieras buscando a alguien. —No lo estoy haciendo —respondió al instante. —Sí lo haces, la última vez que estuvimos ahí, nos percatamos de cómo observabas la pista de baile fijamente, como si buscaras algo, pero no pudieras encontrarlo, incluso ignoraste no sé cuántas invitaciones —indicó—. ¿Qué sucede? —No es nada —soltó un suspiro y se recargó en el respaldar de su silla, inclinando su cabeza hacia atrás para observar el techo. —Mentiras —refunfuñó—. Si no quieres hablar de ello, solo dilo. —No quiero hablar de ello —repitió con una sonrisa. —No es justo, yo si quiero hablar de ello, pero entiendo —dijo no muy feliz—. Esteremos aquí para cuando quieras hablarlo —expresó sincero. —Lo sé, gracias —respondió honestamente y se despidió cortando la llamada. Dejando su celular sobre el mesón de su escritorio, Cian retrocedió un poco y giró su silla para poder contemplar el panorama completo del primer piso de su club, apreciando los cuerpos bailando, personas riendo, bebiendo, conversando, coqueteando e incluso besándose. El vidrio era unidireccional, por lo que fácilmente él podría verlos, pero sus clientes no podían verlo a él. Hace un tiempo, esa misma vista habría llenado todo su pecho, pero en ese momento, no dejaba más que un vacío en él y sabía exactamente la razón de ello, era porque anhelaba tener lo mismo que su hermano Cedric, deseaba una pareja con la cual compartir todo su mundo y vida, quería algo especial, su persona especial que lo amara incondicionalmente. Si era sincero, el deseo había estado ahí antes también, pero había sido uno que fácilmente pudo llenar con cuerpos y rostros desconocidos hasta que su hermano conoció a Archie y le demostró la felicidad constante en la que estaban ambos, su burbujita de amor de la cual apenas ellos salían, por lo cual era un poco incómodo estar muy seguido por su alrededor y por mucho tiempo, por eso Cyrus y él solo los visitaban fugazmente. Por supuesto que estaba feliz por su hermano, por haber encontrado a su pareja primero, Cedric era el que más responsabilidades tenía y quien más tiempo solo había pasado, por lo que se merecía realmente haber encontrado a su enlazado, pero eso no evitaba que se preguntara cuándo iba a aparecer la suya entonces. Ser paciente nunca había sido muy lo suyo a diferencia de su hermano Cedric o Cyrus, por lo que la constante espera le estaba comenzando a deprimir, pero no era algo que podía evitar o cambiar, solo la diosa de la luna sabía cuándo los juntaría con sus parejas. Sacudiendo con su cabeza, Cian volvió a girar en su asiento para enfrentar su escritorio y se dispuso a trabajar en la lista de consumo cuando algo picó en su nuca. Colocando su mano en su cuello, el vampiro torció su cabeza haciendo sonar los huesos, pero aun así, aquella extraña sensación no le dejó. Era como si algo tirara de él, susurrando un suave “mírame” “sígueme” que Cian no pudo ignorar. Levantándose de su silla, se paró frente al cristal que ocupaba la pared completa y observó el primer piso sin saber lo que buscaba, pero el tirón estaba ahí. Algo estaba sucediendo ahí abajo. Alguien le necesitaba. Siguiendo sus instintos, Cian abandonó su oficina y se quedó en el segundo piso. Acercándose a las barandas de protección, se inclinó recargando sus antebrazos en esta mientras sus ojos vigilaban cada rincón de la gran sala, buscando. Sus ojos capturaron a algunos de su personal de seguridad moviéndose entre el mar de persona, como si estuvieran sincronizados todos justos. Cian observó como empujaban a alguien por la puerta de salida de emergencias y luego se dispersaban, ya que era imposible entrar por aquella puerta una vez salías, solo funcionaba desde adentro. Curioso, Cian bajó al primer piso y se acercó al mismo guardia que vigilaba la escalera. —¿Qué sucedió? —preguntó. —Un par de personas creando disturbios —respondió. Asintiendo, se alejó cruzando la habitación hasta llegar a la salida de emergencia. —¿Una pelea? —preguntó a Tom, que se había quedado cerca de la puerta. —Algo así —frunció el ceño—. No sé si no llegué a tiempo o el chico ya había sido lastimado, de todas formas, el idiota estaba claramente borracho y con ganas de armar un escándalo, por lo que lo eché afuera —respondió. —¿Y el chico? —preguntó, observando a su alrededor. —Quiso salir también, traté de advertirle que no era buena idea, pero no se veía muy cómodo en este lugar —explicó encogiéndose de hombros. —¿Humano o vampiro? —Humano y joven —contestó y revisó el reloj que rodeaba su muñeca—. Creo que lo iré a revisar ahora, no será bueno si el idiota borracho se quedó cerca. —Yo iré —anunció, sintiendo una extraña presión en sus entrañas. Sin esperar una respuesta realmente, Cian abrió la puerta y salió al callejón, al costado izquierdo de su club. La fría brisa de la noche golpeó su rostro mientras el vampiro observaba a su alrededor en busca del joven humano, pero no lo encontró a la vista. Cerrando la puerta detrás de él, caminó más profundo en el callejón cuando percibió un ligero sonido bajo y doloroso. Su estómago se apretó mientras apresuraba el paso. Cuando finalmente logró vislumbrar algo, una intensa furia cubrió todo su cuerpo al observar a un robusto hombre lanzar patadas a diestra y siniestra a un cuerpo acurrucado en una pequeña bolita. El hombre debió de haberle escuchado llegar, porque dejó de moverse y se alejó apresuradamente. Lástima que no contó con la velocidad superior del vampiro y Cian fácilmente le alcanzó y agarró su nuca para golpearle contra la pared sin piedad alguna. Sin interesarle el crujido de un hueso rompiéndose, lo dejó caerse en el suelo mientras ignoraba sus aullidos de dolor, y le habría golpeado aún más, si no fuera por el pequeño gritito de miedo del joven lastimado que le observaba aterrado. —Está bien, solo intentaba ayudarte —aseguró mientras alzaba sus manos y avanzaba a paso lento. —Est-oy b-bien —balbuceó el joven, intentando levantarse apresuradamente con pasos tambaleantes. —No, no lo estás —gruñó Cian, acercándose rápidamente para tomar a tiempo al joven humano cuando este se desmayó. Necesitando llevar al joven a un lugar con más luz para poder apreciar bien sus heridas, Cian no dudó ni un segundo en tomarlo entre sus brazos, lo más delicado que pudo, y luego golpear con fuerza la puerta de salida de emergencia. Pronto, Tom le abrió y sus ojos se redondearon al contemplar la carga entre sus brazos. —¿Necesitas ayuda? —preguntó, alzando sus brazos. —No, solo necesito llevarlo a la habitación, ¿tenemos un botiquín de primeros auxilios? —cuestionó, siendo inmediatamente custodiado por Tom mientras cruzaban la pista de baile. —Tenemos una pequeña sala de enfermería completa, si una persona se accidenta lo llevamos ahí para revisarlo y nos aseguramos de que está bien —expresó, abriéndole la puerta cuando llegaron a ella. —Ve al callejón, el imbécil que le hizo esto debe de estar ahí aún —ordenó cruzando la puerta. Tom asintió y les cerró la puerta, brindándoles privacidad antes de partir. Cruzando la pequeña salita, Cian depositó con cuidado al joven en la camilla que estaba apegada a la pared y el aliento dejó sus pulmones tras poder apreciar con una clara luz al humano. El chico tenía un corte sangrante cerca de su sien, un hematoma feo crecía al lado contrario y otros golpes estaban estropeando no solo el rostro del humano, sino que también sabía que estarían en su cuerpo al haber apreciado aquellas dolorosas patadas. Pero, a pesar de todos los golpes, la hinchazón que comenzaba a formarse y la sangre, el chico poseía una innegable belleza dulce que atraía a Cian y despertaba todos sus instintos protectores al máximo. El chico en la camilla gimió tras moverse suavemente, lo que le recordó a Cian que debía de tratar sus heridas, pero él no era un médico certificado y por el estado del chico, obviamente necesitaba de uno. —Descuida, te llevaré con alguien que te ayudará —prometió, atendiendo primero el corte, deteniendo el sangrado. Justo cuando revisaba sus otras heridas, la puerta fue golpeada y Tom la abrió sin esperar invitación. —El tipo en el callejón huyó —anunció sombríamente. —Nos ocuparemos de eso después, ayúdame a llevarlo a mi auto, tengo que llevarle a un hospital —anunció observando con preocupación al humano desmayado.
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