Yo mando aquí

2170 Palabras

De repente, María tropieza y cae al suelo de rodillas, llevando a que la pintura que yacía en el suelo salpicará a su rostro, realmente no era mi intención reírme, considero que es algo bastante tonto, sin sentido, incluso estúpido, pero cuando miré sus mejillas, esa misma cara que anoche yo no había dejado de besar, estaba ahora con ligeras pinceladas de pintura, y me invadió una sensación que no experimentaba desde que yo era un muchacho. Y de pronto me hallé de la mano con mi madre, y oyendo los consejos de mi padre, junto a mi hermana quién llegaba orgullosa de su ensayo para su recital, momento donde yo era muy feliz, donde sonreír era más común. Entonces toda esa calidez, esa maravillosa sensación retornó a mí cuando vi a María. No hay una explicación para poder relacionar una cosa

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