Capítulo 4 “Su vestido”

2026 Palabras
Amari Sonrío consciente que este vestido me va a causar un par de problemas, especialmente porque si es según como lo siento realmente, es algo corto, pero no lo suficiente como para hacerme sentir incomoda. Además, que es seguro que mi madre jamás me compraría algo que me hiciera ver como una indecente, y si esto está en mi closet es porque ella lo creyó adecuado. Eso o Irina lo dejó a propósito por ahí para que me lo pusiera y con suerte, mi hermano lo viera y pegara un grito al cielo. No he conocido a nadie que le guste tanto colmar la paciencia a alguien más como a Irina le gusta molestar a Adrien, pero lo hace porque le gusta, ella es ese tipo de persona que le gusta llamar la atención de la persona que quiere molestándolo. –¿Crees que alguna vez Adrien le prestará atención a Irina, mi vida? – Acaricio su cabeza cuando siento como se roza contra mis piernas una vez me pongo de pie luego de ponerme los zapatos. Suelto una pequeña risa cuando lo escucho ladrar y su cola golpear suavemente mis piernas. –Sí, yo tampoco lo creo… ¿Crees que sea gay? – no es primera vez que llego a esa conclusión, pero se va rápidamente cuando recuerdo la ocasión en la que lo escuché meter a una chica en casa cuando todavía vivíamos con nuestros padres. Fue algo chocante al inicio, pero luego sirvió para burlarme de él y avergonzarlo. Todavía suelo hacerlo con ese tema. –Deberíamos ir a molestar a tu titi un rato hoy también – murmuro riéndome entre dientes, caminando hacia la cocina y sintiendo como soy seguida muy de cerca de mi Rey –Quizás si tenemos suerte también veremos al caliente jefe. Escucho como mi pequeño bebé ladra. –¿Es guapo? Ya sabes, no es que me importe mucho como luzca, pero creo que tiene voz de tipo guapo – escucho otro ladrido y vuelvo a reír. Quien me viera ahora mismo podría creer que estoy loca, y puede que tengan razón, pero son estas charlas con mi Rey que sigo estando tan cuerda como estoy y que no esté hundida en un pozo sin fondo. Desde que Rey llegó a mi vida todo ha sido más fácil, y no me refiero únicamente a lo referente a la orientación, sino que también ha significado un desahogo que no hallaba como tener. Tengo amigos, estoy rodeada de gente que me aprecia y me quiere, pero nadie ha podido significar lo que es Rey para mí. Mi mejor amigo, mi confidente, mi contención y mi paño de lágrimas, también es el motivo por el que soy feliz. Sí, Rey es un peludito de cuatro patas, y es mi familia. –Entiendo, entonces es ardiente – sigo conversando con él, que empieza a dar vueltas a mi alrededor mientras yo termino de guardar lo que llevaré para almorzar con mi hermano. Decidí que hoy lo acompañaría, aprovechando que estoy lista desde más temprano. Y de que hoy estoy de buen humor porque no he recibido otro rechazo. Ya hacía falta un día en donde no hubiese de esas palabras de inútil consuelo. –Vámonos amorcito – canturreo, aunque no hace falta porque una vez tomo la correa, ya siento como mi bebé está obedientemente sentado frente a mí, esperando que le coloque la correa en su arnés. Mi Rey es la cosita más obediente que existe. –Si tenemos suerte hoy el Señor Carter se nos vuelve a acercar ¿crees que haya una posibilidad de conseguir una probada de ese hombre? – mi Rey responde ladrando, yo asiento a lo que me dice. Sí, creo que tiene razón. >> Tienes razón, yo tampoco lo creo – siento que lame mi pierna, lo que me hace reír. No suelo usar muchos vestidos, al menos no cuando solo voy con Rey, pero siento que hoy fue una buena idea usarlo. Me pregunto si esa parte inconsciente de mí pretendía seducir al señor Carter. Digo, si ayer se acercó solo a saludar no significa que sea tan imposible. –¿Por qué estás usando eso? – ya ni siquiera me sorprendo que al llegar a la oficina de Adrien él ya se encuentre afuera esperándome, por lo que ya ni me asusto al escucharlo hablarme de la nada. –Hola hermanito, yo he tenido un buen día ¿tú que tal? – me acerco a darle un rápido abrazo y le muestro una gran sonrisa al separarnos. Mi papi decía que solo bastaba una de mis sonrisas para que toda su molestia se disipara y es por eso que nunca fue capaz de regañarme durante mi muy inquieta niñez, por no mencionar mi apresurada y algo rebelde adolescencia. Pero eso es un tema del que ya no se habla. –Ah no señorita, no quiero risitas, respóndeme ¿qué haces con eso puesto? Le he dicho a mamá que no te compre más cosas de esas. Suelto un bufido antes de echarme a reír. Ya luego de tantas cosas que vivimos por esta misma actitud, aprendí a disfrutarla y burlarme de ello ya que no conseguiré nada molestándome y llevándole la contraria. Ahora simplemente aprendí a valorar que me quiere y por eso me protege, y también aprendí a reírme de su actitud excesivamente protectora. –Primero que nada, esto es un vestido, estoy segura pudiste darte cuenta. –Yo sí, pero no estoy seguro de si tu creíste que era una camisa o algo y por eso te la pusiste – ignoro completamente lo maleducado que fue al interrumpirme. Es un molesto. –Por supuesto, y también se me olvidó ponerme un pantalón, por eso fue bastante útil darme cuenta que es de esas camisas grandes – me burlo con ironía. –No me da risa. –Sinceramente, a mí sí – y finalmente, lo que estaba esperando. El cosquilleo. Por ahí está el señor Carter, y espero que me vea. Quizás no le interese en lo más mínimo que yo esté llevando vestido puesto, pero me llena de satisfacción sentir que me está viendo. –No todo es un chiste, Amari – la voz de mi hermanito me saca de mi nube de sensaciones luego de que me enfrascara únicamente en saborear el cosquilleo y la pequeña excitación. Me tiene extasiada la tensión que tengo con este hombre. –A mí me parece bastante gracioso, la verdad – suelto una risita, emocionada, claramente no por nuestra conversación, sino porque siento, así como ayer, como esa presión y cosquilleo aumenta progresivamente. Se está acercando. –¿Qué es tan gracioso? – volteo a la derecha apenas escucho su voz provenir de ese lugar. No puedo evitar inhalar profundamente, adorando su aroma a sexo y poder. Creo que esta es una de esas pocas veces en las que realmente me gustaría poder ver su rostro, o al menos intentar crear un bosquejo de su imagen en mi cerebro, pero podría resultar embarazoso pedirle que me deje acariciar su rostro para poder tener una idea de sus facciones, o quizás no. –Buenas tardes, señor Carter – lo saludo, porque, primero que nada, es la educación. –Señorita Prisloo – me gusta escucharlo. –¿Puedo hacerle una petición? – siento como mi hermano se para a mi lado y me pellizca la cintura. Me quejo un poco. –Por supuesto – olvido momentáneamente la llamada de atención que me hace Adrien, pero desafortunadamente no tengo la oportunidad de pedir lo que planeaba porque él se adelanta. Es un aguafiestas. –El señor López me comentó que pronto tendrá una reunión con nosotros – bufo ante la interrupción, pero aun así lo dejo con su idea. Supongo que, si lo pienso bien, era algo imprudente pedirle que me dejara tocarle el rostro. –Jared – y justo después que menciona ese nombre, escucho como otra voz, una desconocida, se hace escuchar. No sabía que había otra persona, al final la presencia del señor Carter es tan abrumadora que no me permite detallar en mi entorno. –Tiene una cita programada con el jefe de división de ingeniería, pero no hemos podido coordinar que día tienes disponible – con voz prácticamente mecánica, habla un hombre algo más lejos de mí. Me suena aburrido, monótono y sin ningún timbre especial en su tono. Prefiero concentrarme en Carter y las sensaciones mil veces más emocionantes que me causa. –Luego hablamos de eso – lo corta el enigmático hombre, lo que me hace soltar una pequeña risita –¿Qué es tan gracioso? – vuelve a preguntar, supongo que refiriéndose a mi risa. Puedo sentir como mi hermano prácticamente retiene su respiración y me causa gracia que escuché perfectamente como el aburrido Jared exhalo sorprendido. ¿En dónde está la sorpresa o lo increíble de esto? No entiendo mucho, la verdad, pero aprendí hace muchísimo tiempo a dejar de prestarle atención a lo que los demás pueden o no pensar. –Ustedes – comento con sencillez. Vuelvo a escuchar a ese tal Jared jadear. –¿Nosotros? – asiento. –Sí, sus reacciones, la de mi hermano al verme llegar con vestido y la de usted al preguntar sobre el motivo de mi burla. –No entiendo que parte causa gracia – me encojo de hombros sin dejar de sonreír. –No tiene que hacerlo, a mi sí – mi hermano vuelve a pellizcarme, lo que me hace voltear en su dirección –Si vuelves a hacerlo haré que Rey te muerda. –Entonces deja de ser imprudente – dice en voz algo baja, pero no tengo que ver para saber que los otros dos hombres que nos acompañan escucharon perfectamente lo que dijo. –No lo soy. –Lo eres. –Tu eres molesto, solo digo lo que pienso. –No piensas, tu solo hablas sin pensar – me encojo de hombros y vuelvo a sonreírle. –Eso solo es parte de mi encanto. –Dijo que tenía que hacerme una petición – el enigmático señor Carter interrumpe mi pequeña discusión con Adrien. Sonrío volteando en su dirección. Me pregunto cuántas veces tengo que sonreírle para conseguir algo de su atención, o al menos el tipo de atención que deseo de él. –Sí, la tengo – se queda en silencio un par de segundos, hasta que lo escucho resoplar, como si perdiera la paciencia. –¿Qué necesita? – dice con un tono algo exasperado, lo que me hace reír un poco más. Ya hay varias cosas que he descubierto de él con este par de interacciones. Lo primero es que no es un hombre paciente, también debe sr alguien muy errático si mi hermano y el otro hombre parecen temer cada que se le habla sin delicadeza. Y en esta ocasión solo logré sentirme más atraída por el enigma que representa y el delicioso aroma de masculinidad que emana. Es como un activador de todas mis hormonas. –Me gustaría preguntarle algo, y agradecería que su respuesta fuese lo más sincera y clara posible – digo después de pensar un poco sobre que pedirle. Tampoco me agrada la idea de que puedan despedir a mi hermano solo porque el jefe se disgustó con su irrespetuosa hermana. –Dígame. –¿Qué le parece mi vestido? – siento otro pellizco de mi hermano, pero lo ignoro por completo y solo me enfoco en la respuesta que vaya a recibir. En realidad, hubiese preferido saber si me dejaba tocar su rostro, pero quizás dejaré eso para después, y puedo aprovechar para saber si utilizar el vestido hoy sirvió de algo. Aunque si se acercó, supongo que de alguna manera habré llamado su atención. –¿Su vestido? – asiento con un sonidito de garganta –Me parece llamativo. No tengo idea de a que se refiere, puede significar que es horrendo y no puede dejar de verlo, o que es precioso, pero sinceramente, no me importa, sino que conseguí lo que quería, llamar su atención. –Entonces es perfecto. Perfecto si conseguí lo que quería.
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