AFRODITA

{Mila}
Novosibirsk, Rusia 2014
El hombre que tenía debajo de mí estaba a punto de alcanzar un exquisito orgasmo. Sus gritos de placer inundaban la pequeña habitación incitando a la gente a participar del espectáculo que estábamos dando y aquello solo aumentaba mi placer. Conocía a la perfección su cuerpo y sabía muy bien que ese encuentro estaba por terminar, así que decidí aprovecharlo hasta que su cuerpo no pudiera resistir más.
Dominic se encontraba atado de manos contra el respaldo de la cama y de pies a cada lado de ella, dándome total control sobre su cuerpo perlado por el sudor.
Con una pequeña fusta de cuero sintético que al friccionarla con la piel tomaba temperatura, comencé a darle pequeños toques en el pecho y piernas con el propósito de que me exigiera más sin miedo al dolor. Sabía darle en los lugares donde su libido explotaría al punto de desfallecer de placer y sin más preámbulos me eleve una vez más y me dejé caer sobre su polla para que al mismo tiempo me rozara el clítoris, enviando pequeñas cosquillas por todo mi cuerpo. El ahogó un grito y arañó la pared mientras se mordía el labio y me quemaba con la mirada, desesperado por tocarme, desesperado por terminar.
— Sí, sí, sí.
Sus jadeos me hicieron sonreír y con una sólida estocada acompañada con una fuerte mordida en su hombro para amortiguar mis gemidos, ambos estallamos en un delicioso orgasmo que me dejó en la oscuridad total por breves segundos.
Di por terminada la sesión en el momento que me levanté de la cama y comencé a buscar algo con que tapar mi cuerpo desnudo. La gente que se encontraba observando decidió dejarnos privacidad para recuperarnos y comenzaron a despejar la sala para dirigirse al salón o a otras salas para observar o quizás participar de las sesiones que se estaban brindando.
Sin perder tiempo comencé a desatar Dom y di pequeños masajes en las zonas dañadas o entumecidas mientras le comentaba lo satisfecha que me dejó su comportamiento anterior. Luego de una ducha rápida para quitarnos los restos de las horas de sexo, nos dirigimos al salón principal para tomar algo y disfrutar lo que quedaba de velada.
Tomé una copa de vino y me fui al balcón para aclarar un poco mi mente, el lugar me traía buenos y malos recuerdos. La primera vez que fui al club lo hice con él, entrar a cada sala era como si volviese a ser aquella chiquilla de dieciocho años... «inexperta y curiosa».
Había pasado un año desde que se fue, un año en que desapareció como un cobarde, como si no hubiese valido nada para él.
Todo comenzó muy rápido entre los dos. Intenso, atrayente, como un terremoto que dio paso a mi vida para desequilibrarla en su totalidad. Y ahí estaba cuestionándome una y otra vez qué fue lo que sucedió, qué hice mal para que se fuera sin dejar una puta nota.
Los recuerdos llegaron a mi mente para volver a atormentarme.
«Desesperada comencé a buscar por todo el departamento algún indicio que volvería, que sólo era pasajero. Se llevó todas sus pertenencias, se llevó con él nuestra historia colada entre sus cosas.
Él me salvó.
Me enseñó a crecer, a vivir sin importar el qué dirán, me moldeó a su antojo, a ser totalmente dependiente a él, prometió jamás dejarme sola.
Pero se fue...
Se llevó mi vida, mis ilusiones, mi corazón.
Olvidó llevarme con él
Olvidó que sin él yo no era nadie
Que era suya».
A partir de ese momento me juré jamás volver a sentir o confiar y aprendí a que era mejor disfrutar y destruir.
Gracias a él era esa persona.
Gracias a él no volvería a ser la niña estúpida que conoció.