V

2301 Palabras
- Didi ¿todo bien? Te ves enferma – suspiro con pesadez llevando mis manos a la cabeza. Necesito arreglarme un poco, no puedo permitir que mis pequeños alumnos me vean de esta manera. Pero después de tanto tiempo sin dormir… - Últimamente tengo insomnio – murmuro con cansancio. Por un lado, esto que está pasándome me va de maravilla porque hasta he adelantado trabajo, pero, por el otro, no dormir está pasándome factura. Y todo por culpa de Viktor Bogdanov. No diré que nunca he tenido sueños húmedos, pero, no como los que están asechándome ahora, ni tan seguidos, ni con una persona que conocí. Recuerdo que, durante mi adolescencia, me fleché por algún que otro actor y quizás tuve algunos sueños donde me toqueteaba un poquito con ellos, pero eso fue todo, y si acaso los tuve una vez cada varios meses. Pero han sido ya cuatro noches en donde me despierto agitada, húmeda y avergonzada ¿yo era así de libidinosa? - ¿No has probado con pastillas para dormir? – niego. Mi mamá también me recomendó unas, pero prefiero dejarlas como última opción. Hoy probaré unos tés que Vicky me trajo más temprano y que dijo que eran fantásticos. Espero que así sea, porque estoy acabada. - No, pero Vicky me trajo unas bolsitas de té – me estiro a tomar mi pequeño neceser de maquillaje y le hago un pucherito a Erika – Ayúdame a verme más presentable, por favor – ella suelta una risita y se acerca a mí. - Sigues igual de linda, solo falta algo de color en tu cara y tienes ojeras – cierro los ojos y levanto la cara hacia ella, sintiendo como empieza a pasar la brocha por mis mejillas – ¿Qué es lo que no te deja dormir, linda Didi? Bueno, podría comenzar mencionando al protagonista de esos sueños subidos de tono, y ahí terminaríamos porque es el único motivo por el que no he podido dormir. - Ay Eri, yo no sé, quizás sea el estrés ¿crees que necesitemos otra noche como la del sábado? – abro los ojos y pestañeo repetidas veces, sacándole una risa. - Lo siento, este sábado no se podrá, y por lo que sé, tú también tendrás una cita – arquea sus cejas viéndome con una sonrisa burlona. Arrugo un poquito mi nariz. No pensé que Thomas fuera a decirle a los chicos. - Sí, Tommy me dijo que Zack preguntó por mí y me preguntó si podríamos salir juntos – sonrío un poco. Tampoco quiero que crean que me desagrada. Pero si me estoy sintiendo algo mal por ir a esa cita cuando estoy soñando con otro hombre que, además, no dejo de verlo en todos lados. Es como si de un día a otro, me diera cuenta lo común que es ver hombres de cabello azabache y vestido de n***o en las calles. - ¿Y sí te gusta Thomas? ¿o lo estás haciendo por Zack? – en realidad, lo hago por un desconocido que vi solo una vez. - No lo sé… cuando me preguntó no vi porque negarme, él es un buen amigo… - no podría mentir sobre eso jamás. No sería justo ni para él ni para mí. - Eso es un no – suspiro bajando la mirada. Soy una mala persona – Pero no tienes que sentirte mal, no estás haciendo nada malo. - Él es un buen hombre, pensé que no sería malo si me enamoro de él ¿sabes? Nunca había pensado de esa forma hacia él, tampoco pensé que él lo hacía – Erika toma la silla de uno de mis alumnos y la pone a mi lado. - ¿No te habías dado cuenta? Thomas siempre está viéndote y preguntando por ti, es muy atento, me parece tierno – ah, me avergüenza un poco darme cuenta que no había notado esos detalles. >> Es bueno que le des una oportunidad, no te sientas culpable por aceptarlo sin sentir algo por él, eso puede cambiar – asiento y me obligo a darle una sonrisita. Tampoco quiero preocuparla por mis problemas sin sentido. Solo vi a Viktor una vez y hablamos, como mucho, por diez minutos, eso fue todo. Mientras que, por otro lado, Thomas es un buen partido, lo conozco desde hace varios años y quizás a quien necesito para dejar esos sueños atrás. ------------------------------------------------------------------- Lo primero que siento es incomodidad. No esperé que esto pasara, pero me obligo a sonreírle. No quiero hacerlo sentir mal por algo de lo que no tuvo culpa. - Discúlpame, Diana, pensé que ella no pondría problemas, como lo dejó conmigo la semana pasada… - sí, me incomoda saber que estaremos solos, pero, peor me hace sentir verlo con ese gesto tan decaído. - No te preocupes, está bien, no es tu culpa – le sonrío acercándome a acariciar su brazo. - No quiero que creas que esto era una táctica para que estemos solos, podemos dejarlo para cuando Zack se pueda quedar conmigo – niego un par de veces sin dejar de sonreírle. Puede que esto que haya pasado, sea lo mejor. Si no congeniamos bien, su hijo será el más perjudicado. No es buena idea que se encariñe de más conmigo y después por problemas en la relación que pueda tener con su padre, deje de verme con la misma frecuencia. Al final del día, él también sufriría por la ruptura y no debería ser. Así que lo mejor es que salga sola con Thomas primero y así saber si podríamos durar o no antes de involucrar a Zack. - Tranquilo, no tengo problema en salir contigo – veo como sus mejillas se ponen rojitas y no puedo ignorar eso. Me causa ternura. - ¿Saldrías solo conmigo? ¿sin Zack? – asiento soltando una risita. - De esta manera es mejor, primero veamos como congeniamos y después podremos involucrar a tu hijo – asiente varias veces y me recuerda a un niño entusiasmado. - Ya verás que lo haremos, nos divertiremos – toma mis manos y sigue sonrojado. Me vuelvo a incomodar. No quiero que me bese, pero también me sentiría mal si me alejo – Esta noche pasaré a recogerte a tu casa ¿sí? A las siete. Asiento con una sonrisa. No me ha dicho que planes tiene, pero parece que será una cena y eso me emociona. Me gustan esas citas en restaurantes, en un lugar lindo para charlar y conocernos mejor. - Entonces nos vemos a las siete – yo me acerco y beso su mejilla, adelantándome a lo que sea que podría hacer él – Te esperaré – y sin más, me alejo sin voltear atrás. No siento mariposas, no estoy emocionada ni tengo ansias porque las horas pasen volando. Pero eso podría cambiar, espero. --------------------------------------------------------------------- Bueno, no esperaba que Thomas me trajera a este lugar. Pensé que después de tantos años de amistad, me conociera mejor que esto. - ¿Te gusta? No es el Milenial, pero es igual de bueno – no puedo evitar una mala mueca ante el volumen tan fuerte de la música y la cantidad de personas rozándose en todos lados. No digo que odie ir a una discoteca, hace una semana fui a una y lo disfruté muchísimo, pero no me parece que este sea un buen lugar para una primera cita, así que no, no me siento bien aquí. - ¿Este era tu plan? – recibo la copa que me trae, con la sonrisa más real que puedo mostrar ahora mismo, pero no tomo, sino que la dejo apoyada en la mesa que nos consiguió. A diferencia de él que apenas se sienta frente a mí, baja la mitad de su bebida en un trago. Eso solo hace aumentar mi incomodidad. - Por supuesto que no, mi plan inicial era ir a comer hamburguesas con Zack, son sus favoritas, pero ya que él no pudo venir, decidí elegir un plan para adultos – hubiese preferido mil veces las hamburguesas sobre esto. No me gusta tener que gritar para hacernos escuchar y definitivamente no pienso bailar con él de la misma manera que múltiples parejas lo están haciendo a nuestro alrededor. Repito, no es que me disguste el ambiente, a veces lo disfruto, pero no me gusta para una primera cita. Aun así, intento pensar siempre en positivo. Le sonrío y rechazo amablemente cuando quiere traerme una segunda copa. No planeaba ni quería beber hoy. Hablamos entre gritos, está comenzándome un ligero dolor de cabeza y también tengo hambre. Estoy decepcionada. Pensé que él me conocería mejor, que sería más caballeroso y atento. No creo que esté pidiendo mucho. Pero, la peor parte, es recordar que yo acepté esto para dejar de pensar en un hombre que vi una vez. Soy una terrible persona. Estoy ilusionando a un buen amigo solo para olvidar a otro. - Thomas – lo llamo después de un momento sin hablar. Pensé que podría, pero no soy capaz de seguir en esta farsa. Es mejor acabar de una vez con todo a alargarlo innecesariamente. - ¿Qué pasa? ¿quieres que te traiga otra? – hace un ademan de ponerse de pie, pero lo detengo y niego, intentando sonreírle – La estas pasando mal ¿es eso? – en parte, pero me rompería el corazón confirmarle eso cuando antes estaba tan ilusionado. - Lo que pasa, es que, para comenzar, yo acepte venir contigo pensando que podría olvidar a alguien más… Discúlpame – bajo la mirada sin poder seguir viéndolo a los ojos. Soy una mala persona. - Está bien, Diana, a mí no me molestaría ayudarte con eso – toma mis manos, pero de inmediato me zafo de su agarre y niego. Nadie debería aceptar ser utilizado de esa manera. En su lugar, yo estaría molesta, me sentiría usada. - No Tommy, no está bien, lo que hice estuvo mal y me siento incomoda por eso, no es justo para ti – me alejo totalmente de él y me acerco a tomar mi bolso – Gracias por todo, ha sido maravilloso, pero prefiero que lo dejemos hasta aquí, no quiero arruinar nuestra amistad por esto. - No tienes que hacerlo, escucha, Diana, puede que haya sido algo malo, pero no tanto como para que reacciones así – niego. No sé cómo parece tan tranquilo al escuchar lo que hice. - Nos vemos el lunes en la escuela, ten una linda noche – le doy una última sonrisa y salgo de ese lugar sin ver atrás. Lo bueno, es que no es muy lejos de mi casa y puedo ir caminando, lo que necesito para pensar. Quizás simplemente, Thomas y yo no estábamos destinados, somos muy diferentes, quedamos mejor como amigos, estoy segura que él podrá superar su atracción hacia mí rápido, es un lindo chico, sé que pronto conocerá a una buena mujer que será la indicada. Solo espero que las cosas no sean incomodas entre nosotros ahora, tampoco quisiera incomodar a los demás. - ¿Qué haces caminando a esta hora tan solita? – me paralizo al escuchar esas palabras. Mi primer instinto es salir corriendo, pero en algún momento, sin que me diera cuenta, me vi rodeada por dos hombres. No hay manera que llegue muy lejos si echo a correr, no soy para nada deportiva y corro lentísimo. Quiero llorar. - S-sí quieren dinero… - les digo extendiendo mi cartera, pero ellos se burlan. Me tenso cuando ambos se acercan más a mí. - Bien, tomaremos tu dinero, pero eso no es suficiente – me recorre un escalofrío cuando recibo una mirada de arriba debajo de parte de ellos y grito con todas mis fuerzas, esperando alarmar a alguien y ser ayudada. Tristemente, no alcanzo a hacerlo durante mucho tiempo, porque uno de ellos alcanza a taparme la boca. Comienzo a llorar. - No debiste hacer eso – sigo chillando esperando que alguien aparezca y lucho con todas mis fuerzas – Ya basta – me estrellan contra la pared sacándome el aire. - ¡Ayuda! – rápidamente vuelven a taparme la boca. Sigo llorando con fuerza. - ¡Cállate! – chillo encogiéndome al recibir su grito en la cara. No puedo creer que estoy viviendo esto ¿cómo no me di cuenta? Siento como ellos empiezan a tocarme por sobre la ropa y siento asco, también miedo, más de lo que he sentido en toda mi vida. - Tienes buenas tetas – sollozo. Ya me cansé de pelear, no tiene caso. Mis patadas no les hicieron nada, mucho menos mis intentos por zafarme de sus manos. No tengo salvación. - Por favor – imploro como puedo, pero ellos siguen concentrados con su vista en mi cuerpo. Ellos no escuchan mis suplicas, no les importa pensar en que sus actos están destruyendo a otra persona, alguien que no tiene nada que ver con ellos, alguien inocente. ¿Por qué existen personas con este nivel de maldad? ¿Cómo es que pasan esta clase de cosas? Me derrumbo. Mis piernas están temblando tanto que simplemente no puedo sostenerme. Por un momento, soy prácticamente sostenida por ellos, pero entonces, son empujados lejos de mí, haciéndome caer con fuerza al piso. No sé qué ha pasado, pero de solo pensar en lo que pudo haber pasado si no los apartaban de mí… Me encojo todo lo que puedo en mi lugar. Llevo mis rodillas a mi pecho y escondo mi cara entre ellas. Todavía puedo sentir sus manos sobre mí, sus olores, sus ojos. - Levántate – aprieto el agarre sobre mis piernas. Temiendo que quien me ayudó, sea solo otro verdugo – Dije, que te pongas de pie. Temerosa, levanto la mirada. Me consigo un par de ojos de dos colores. Estoy a salvo.
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