—¿Tanto me odias qué te fuiste de viaje para olvidar lo que pasó esa noche? Maddox se había interpuesto en mi camino al parecer no quería dejarme ir sin discutir, yo estaba más que agotada aún tenía trabajo pendiente en mi despacho. —Tengo que salir, Maddox. —Mira Hebe, estoy tratando de ser lo más paciente posible desde que has llegado, no te he perseguido para no asfixiarte con mi presencia, pero no puedo seguir tolerando tu indiferencia. Yo sé que tú también lo sentiste qué te agradaron mis manos cuando te tocaba, mis labios cuando te besaba, y cuando te hacía mía tus gemidos no eran ajenos al placer. —No digas esas cosas no estamos solos. Alguien podría escucharnos, incluso peor aún tu tía podría saber la verdad. —¿Y a mí qué me importa que se entere? A ti te gustó, a mí me gustó