Debí ser más cuidadoso, debí controlar mis emociones e impulsos, debí tener delicadeza al dirigirme a ella, y ahora todo lo que no hice me hace frente en la cara. —¡Hebe! —sintiendo desesperación, la cargo en mis brazos. El terror está perfectamente dibujado en mis pupilas, y puedo sentir una punzante presión en mi pecho. Apenas veo que mi asistente está cerca, le ordeno que llamé a una ambulancia. Intento aparentar estar sereno, pero mi voz es exigente. Mi tranquilidad volverá solo cuando ella despierte y vuelva a empujarme o insultarme, no me importa si me odia, solo quiero ver sus ojos azules vivos. —¡Hebe! ¡Por Dios, despierta!—Ratti, corre a grandes pasos hasta estar cerca de nosotros—. Una ambulancia tardará, puedo llevarla en… No tengo tiempo para oírlo, aferrando mis manos a s