De pronto, siento mis hombros siendo apretados con calidez, algo está moviéndose. La brisa en mis mejillas provoca que abra los ojos y me encuentre siendo llevada a casa en brazos.
—¡Julián! —digo sorprendida.
Mi hermano se percata que he despertado y con suavidad me deja en el suelo.
—Bueno, era hora que despiertes —me dice con fastidio—. El tipo de hace rato, dijo que te quedaste dormida en el auto.
—¿Maddox?
—Eh sí, aquel sujeto que al verme casi se infarta.
—¿Cómo dices? —pregunté confundida.
—Seguro pensó que era tu pareja o alguna cosa por el estilo. La empleada lo aclaró y él te entregó a mí.
—¿Nani?
—Sí, se fue a preparar tu habitación.
Eso quería decir que Maddox se había creído mi cuento de que tenía un amante, pero aun así, me trajo a casa.
—Bueno, gracias. Vamos a
