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Mis labios se sacudieron mientras el beso continuaba, esta vez no podía imaginarme que Joseph era quien me besaba y Ángelo se dio cuenta cuando el calor de mis lágrimas le empapaba el rostro. Fue un consuelo cuando sus labios se apartaron de los míos. ¿Qué sucede? —Cuestiono en tono preocupado. Su expresión se suavizo un poco —Si no quieres besarme no lo hagas. No quiero forzarte a nada. Sus palabras me reconfortan. Me recuerda que Ángelo no es el temible hombre que quiso abusar de mi, pero simplemente mi cuerpo se niega a dejarse tocar por él, pero mi corazón late con fuerza. No entiendo el comportamiento que tengo al estar entre los brazos de Ángelo. —Hay algo que he querido decirte desde hace algunos días… días — mi tono de voz, agacho la cabeza, me siento muy avergonzada. —¡Vamo