—¡¿Qué dices de Devil?!— preguntó a la defensiva la castaña, queriendo oír su forma de pensar, su criterio acerca de aquel ser, que una vez se había presentado frente a ella luciendo como el niño más inocente del mundo. —¡ÉL NO EXISTE!— gritó la rubia para negar con molestia. —Estás demente— insistió dejando a su hermana sola en aquel jardín, cada vez Eider se volvía alguien insoportable para ellos, y para ella aquellas palabras se volvían comunes en su vida. —¿Adriel?— preguntó con temor la niña. —Nadie puede comprobar la existencia de Devil como la de Adonay— trató de explicar al ver a su hermano pensativo, con un gesto este suspiró. —Él no existe Eider, la única verdad es Adonay... solo debes entregarte y no tener dudas de su existencia— susurró con un gesto limpio a su hermana pa