La tan esperada noche finalmente había llegado. A medida que los miembros de la familia regresaban uno por uno de sus quehaceres diarios, percibieron un ambiente peculiar, especialmente con los sirvientes que se movían de un lado a otro, llevando platillos y organizándolos en la mesa.
—¿Qué está ocurriendo aquí? —se acercó Clodan a Soledad—. ¿Hay alguna razón especial para celebrar esta noche?.
—No estoy segura exactamente, señor Clodan. Atenea ordenó organizar todo esto, pero no sabemos más —respondió la anciana, aunque ya conocía la razón detrás de la cena.
—Entiendo, gracias —asintió Clodan y se sentó en la mesa con los demás.
Dimitri, aparentemente indiferente al asunto, simplemente lo consideraba como una cena común y corriente, similar a las anteriores. En cambio, Layla, sentada
