Acepto ser madre de alquiler

1537 Palabras
—Bien... —El médico evitó dar más detalles. Selene lo sabía. La expresión del doctor solo confirmó sus sospechas. Él se detuvo de repente y abrió una puerta. —¿El laboratorio? —Sí —respondió él, señalando los equipos—. Estos son los equipos que utilizamos. Al acercarse a una herramienta en particular, explicó—: Esto es para la extracción de óvulos del útero. Selene se estremeció. —¿Miedo a las agujas? —El médico sonrió—. Relájate, no toma más de un minuto. Estaríamos entrando y saliendo antes de que te des cuenta. —¿Debería elegir hacerlo? —preguntó Selene, aclarando su duda. —Sí, si lo aceptas —respondió él, luego continuó mostrándole un tubo recolector de esperma—. Aquí es donde el futuro padre deposita su esperma. Selene no pudo evitar reír al ver el movimiento brusco del médico, que intentó hacer un efecto cómico con sus manos. —Cuando realizamos las pruebas y certificamos que todo es viable, creamos el milagro que es el embrión —dijo mientras señalaba un gran recipiente con forma de reloj de arena—. Este es el lugar donde el óvulo y el esperma se convierten en uno. Selene tocó el vaso, maravillada por todo el procedimiento. —Después de un tiempo, transferimos el embrión al útero. Si todo va bien, el resultado es un embarazo. —Wow —exhaló Selene, asombrada—. ¿Cuánto tiempo lleva todo esto? —Unos días. Luego esperamos a ver si el procedimiento tuvo éxito o no. Si sí, perfecto. Si no, lo intentamos de nuevo, dependiendo de la madre y el contrato acordado. —Bueno, gracias, doctor. Esto realmente me ha aclarado mucho —dijo mientras señalaba los instrumentos—. Lo explicas todo tan bien. Pensaré un poco más sobre ello y me pondré en contacto contigo. —Excelente. Le haré saber a Owen que ya lo pensaste —sonrió el doctor mientras se dirigían hacia la salida. —¿Tiene que saberlo? No quiero darle falsas esperanzas. Debería ser yo quien decida primero... ya sabes. El doctor asintió. —Lo entiendo. Tómate tu tiempo. Selene agradeció de nuevo y salió del hospital. Hizo una breve parada en el lago cerca de su antigua casa, un lugar al que no había ido en años. El entorno estaba tranquilo, sereno, exactamente lo que necesitaba para aclarar su mente. Se sentó al borde, dejando que sus piernas colgaran sobre el agua fría. Había tantas preguntas en su mente, preguntas que solo ella podía responderse a sí misma. Deseaba poder hablar sobre todo esto con alguien, pero no se le ocurría nadie. Si decidiera seguir adelante, no solo se convertiría en madre, sino que su vida cambiaría para siempre. ¿Valdría la pena? Estaba aceptando indirectamente convertirse en la "madre del bebé", aunque su papel en la vida del niño también sería significativo. ¿Cómo afectaría todo esto a ella y a Owen? Obviamente, él seguía de luto, pero lo hacía por amor a su esposa. ¿Y si no estaba realmente comprometido con el proceso? Algo en su interior le decía que sí lo estaría. Parecía ser un esposo devoto de su difunta esposa. ¿Eso lo convertiría también en un gran padre? Lo más importante, ¿qué tipo de relación tendría ella con el padre de su hijo? Decidió que deliberaría más sobre todo antes de tomar una decisión. Finalmente, se levantó y llamó a Audrey para informarle que pasaría el fin de semana con su hermana. Una vez que Selene decidió que sería la madre sustituta, no perdió tiempo en informar al Doctor Tom. Él reaccionó con la felicidad esperada, asegurándole que se lo haría saber a Owen. Le explicó que había estado esperando toda la mañana para saber de él. Cada vez que el teléfono sonaba, Selene miraba con la esperanza de que fuera el nuevo padre. Sin embargo, a medida que avanzaba la tarde sin noticias, se dio por vencida. Obviamente, Owen no estaba tan interesado en este "proceso". Después de todo, había sido un último deseo de su esposa. Selene sintió una ligera decepción. Cuando terminó su jornada más tarde, demasiado cansada para cocinar, se dirigió a su café favorito para cenar. Después de comer, volvió a casa. Al entrar en el garaje, vio un coche estacionado y se preguntó quién podría ser. Justo cuando se dirigía al coche, la puerta se abrió y Owen bajó del asiento trasero. Selene dio un paso atrás, sorprendida. —He estado ocupado —dijo él, abriendo la puerta del coche para que ella pudiera ver unos papeles en el asiento. Eso debía ser la razón de su silencio. De repente, se sintió emocionada, aliviada de saber que tenía una explicación. —Está bien —respondió, tratando de sonar casual. —Pero tenía que venir —añadió Owen, dirigiéndose al conductor—. Sam, danos un minuto. Sam cerró la puerta del coche, y Owen se acercó a Selene. —Deberíamos hablar —dijo él, como si fuera un asunto urgente. Selene lo miró, y sin poder evitarlo, comenzó a sentirse incómoda. Sin saber muy bien qué esperar, lo condujo hasta su apartamento en silencio. Había algo en su presencia que hacía todo más serio de lo que debería ser. Intentó leer su rostro con disimulo, pero era imposible. Su expresión no dejaba entrever nada. Al llegar a su puerta, Owen la abrió y, al ver el mecanismo de la cerradura, soltó una ligera risa. —Es necesario cambiar esa cerradura. Es demasiado fácil de desbloquear. —Puedo hacer que alguien lo arregle —respondió Selene, de manera un poco más dura de lo que pretendía. Owen la miró en silencio, sin mostrar ningún tipo de reacción. —No quiero decir nada insultante. Estuve aquí la otra noche. Estabas demasiado borracha para darle el código a tu amiga. Tuve que desbloquearlo —se sonrojó un poco, señalando la cerradura. Selene lo miró, reconociendo que tenía razón, pero decidió cambiar de tema. —Veo lo que quieres decir. ¿Puedo conseguirte algo? —El agua está bien —respondió él, siguiéndola hasta la cocina—. Escuché que accediste a hacerlo. Selene lo miró, alzando una ceja. —¿Subrogada? Sí. ¿No es eso lo que querías? —Le sirvió una taza de agua y se la entregó. Owen aceptó la taza, pero no bebió. —¿Has pensado bien en esto? Quiero decir, esto lo cambia todo —dijo, con una expresión seria. Selene lo miró sin inmutarse. —Soy una adulta, Sr. Pierce. —Owen, por favor —corrigió él, algo molesto. Selene lo ignoró. —Soy capaz de pensar las cosas con calma —dijo, sin comprender del todo la gravedad de la situación—. Si tienes un cambio de opinión... —No. Solo quería estar seguro —respondió Owen rápidamente—. Escuché que el doctor Tom ya te explicó todo sobre el procedimiento. —Sí. Ahora sé todo sobre la maternidad subrogada, gracias a él. Tengo la intención de ser la madre sustituta más sexy de la historia —bromeó Selene, intentando aligerar el ambiente. —¿Qué? —respondió Owen, desconcertado. Ambos se dieron vuelta al escuchar una voz familiar. Pete, con la cara completamente blanca, apareció en la puerta. Parecía haber sido golpeado por una pesadilla. —¿Madre sustituta? —dijo, avanzando rápidamente hacia la habitación sin ser invitado. Selene lo miró, confundida. —¿Olvidé cerrar la puerta? —preguntó, y luego miró a Owen, que murmuró algo sobre cambiar la cerradura. —Tengo tu tarjeta —explicó Pete. Selene no respondió inmediatamente, pero Pete la ignoró por completo y sus ojos se clavaron en Owen, quien estaba en la habitación con ella. El reconocimiento fue inmediato. —¿Eres tú? —preguntó, con un tono que denotaba sorpresa y algo de hostilidad. Selene comprendió al instante que Pete y Owen se conocían, y no parecía ser por una razón amigable. La atmósfera se tensó de inmediato. Owen lo ignoró por completo y, sin apartar la mirada de Selene, le dijo: —Haré que mi abogado redacte el contrato. Puedes entregárselo a tu abogado y hablamos de la enmienda. —Dejó caer la taza sobre la mesa con un gesto decidido, luego miró a Pete como si fuera una molestia desagradable—. Veo que necesitas discutir con tu exnovio. Pete, visiblemente molesto, corrigió. —Novio —dijo con desdén, sin apartar los ojos de Owen. Sin embargo, Owen no le prestó más atención. Pete se volvió hacia Selene, analizándola de pies a cabeza, con una expresión incrédula. —¿Escuché bien? —preguntó, su tono teñido de incredulidad. Selene, que ya no quería dar más vueltas al asunto, respondió, alejándose un paso de Pete y tomando asiento en el sofá. —No es que sea de tu incumbencia, pero sí, lo estoy haciendo —dijo con calma, aunque su tono mostraba una firme determinación. Pete se quedó en silencio por un momento, procesando lo que acababa de escuchar. Finalmente, sus ojos se entrecerraron, y con una leve sonrisa amarga, preguntó: —¿Es esta una forma de vengarte de mí?
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