20 Razones para odiarlo

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-Debe de haber algo que pueda hacer para pasar de año- dijo John, -Si quiera para salvarlo-

Carla evito romper en una carcajada, y es que aquello sí que era cómico. Quería salvar el año, sin siquiera haber movido un dedo a lo largo de este,

-Si lo hay- dijo ella dejando los exámenes sobre la taquilla, -Puedo conseguirte un tutor-

-Prefiero reprobar, a pasar mis tardes con un cerebrito- admitió, entonces la maestra lo miro incrédula,

-Puede ser alguien con quien te lleves de maravilla-

El frunció el ceño.

-Puede ser mujer-

-¿Quién sería?- pregunto John, quién por fin lucia interesado en aquello. Seguramente veía aquel escenario como su oportunidad perfecta para ligar,

-Déjame ver- la maestra empezó a señalar a las chicas del salón una por una, mientras mantenía ese aire pensativo en su rostro. Al darme cuenta de aquello lleve mi mochila a mi escritorio, en un inútil intento de cubrirme con ella, –Podría ser Dev-

-Ni loco- contesto casi de inmediato, solté el aire que sin darme cuenta estuve reteniendo, -¿No tiene algo mejor?-

-No creo que debas dirigirte a tus compañeras de esa manera tan despectiva- lo reprendió la maestra, -Pero si tanto te interesa, deberías elegir por ti mismo-

Cuando John paseó su mirada por las chicas del salón, la tensión que había sobre mis hombros ya no estaba, e inclusive baje mi mochila.

-Dev-

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Prólogo
La preparatoria quizás es la etapa más difícil de todas, se nos obligada a convivir con personas que no tienen la madurez suficiente como para importarles si te hacen daño, pero por otra parte tienes a las personas a quienes quieres; pero sabes que van por caminos distintos, y desconocidos. Así que deberás verlos partir.  Paseé mi mirada por el salón, escuchando a la maestra llamar a los alumnos por su nombre, para que estos alzaran la mano y ella le fuese más fácil identificarlos, para acercarse y en caso de ser necesario, darles palabras de consuelo. Habían demasiados murmullos, platicas y gritos, la mayoría tenía que ver con las calificaciones y lo mal que la iban a pasar en sus casas. Miré a Carla, quién se mordía las uñas mientras tenía la mirada fija en el pizarrón, estaba tan inmersa en sus pensamientos que no se daba cuenta de lo que ocurría a su alrededor; me extraño el que estuviese tan callada, ya que algo que la caracterizaba era lo parlanchina que podía llegar a ser. Pero no era ninguna sorpresa que el hecho de recibir calificaciones de su materia menos "fuerte" la tuviera con los nervios de punta.  Varios chicos hablaban, otros lanzaban pases con bolas de papel, y las chicas estaban inmersa en chismes e incluso se pintaban las uñas, o algunas, como es el caso de Carla, las mordían; ignorando como siempre la mera presencia de la maestra Blenda, una mujer bajita, con lentes y algo regordeta, que siempre estaba seria y jamás sonreía. Solté un suspiro y como acostumbraba a hacer dirigí una mirada a mi lado izquierdo para encontrarme con él, quien solía sentarse a unos cuantos lugares de mí. Pero había algo distinto, ya que él estaba… ¿Durmiendo? Honestamente aquello no me sorprendió del todo. -Felicidades Dev- dijo la maestra al situarse al lado mío, extendió mi examen -Sacaste el único sobresaliente del salón- Intenté tomarlo lo más rápido que pude y ocultarlo entre mi carpeta, pero por supuesto capte la atención de algunas chicas a mi alrededor, y de inmediato note sus miradas molestas fijas sobre mí  -Gracias- dije con un hilo de voz, quería que siguiese avanzando para que dejaran de mirarme,  -Sigue así, eres la mejor de la clase- insistió, trate de hundirme en mi silla. Y agradecí al cielo cuando por fin continuo con su camino; volví a dirigir mi mirada a él, y para mi sorpresa la maestra estaba de pie justo frente a John... Venían los gritos correspondientes a un chico que le encantaba llamar la atención, -¡John!- gritó la maestra, ese grito no solo sobresalto a John, –Quién incluso cayó de su silla al suelo– sino que a todos en el salón, pero por supuesto que al ver tal escena todos estallaron en una carcajada. Hasta que él se puso de pie, con esa actitud atemorizante que lo caracterizaba. Fue entonces cuándo por fin el silencio hizo su magnifica entrada al salón -Deberías ir pensando en abandonar el equipo de americano- Ah, lo olvidaba, ese chico castaño cumplía con las respectivas características de un mal cliché; era el capitán del equipo de neandertales.  -Jamás será una opción- se cruzó de brazos, miré a Carla, quién por fin había apartado la mirada del pizarrón para centrar toda su atención en aquella escena,  -No, claro que no- dijo la maestra desviando la mirada a los exámenes, acomodo un poco sus gafas y continuo rebuscando, hasta que dió con él que le correspondía. Cuando volvió a dirigir su mirada a John, hizo una mueca de desaprobación -Porque es una realidad; si vuelves a reprobar aunque sea una materia más, saldrás del instituto- -Dudo que me haya ido tan mal- respondió alzándose de hombros, y algo de lo que estoy segura, es que de todo el salón, el único que dudaba aquello era él.  -No has pasado siquiera un examen de la materia- dijo entregándole el pedazo de papel; en cuanto lo tuvo en sus manos, lo miro con el entrecejo fruncido, para después redirigir su mirada con una expresión incrédula a la maestra, -Cuando seas expulsado no podrás ingresar a ningún otro instituto de preparatoria. Por lo cual no terminarás el último año, o si quiera pasarás este- -Es ridículo por que estamos a punto de terminar el ciclo y…- -Los números no mienten joven Darent- al pronunciar ese apellido John frunció el ceño, pero la maestra no lo noto por lo que continuo como si nada-Si repruebas una materia del siguiente parcial, dejarás inconcluso el año escolar- -Debe de haber algo que pueda hacer para pasar de año- dijo John, -Si quiera para salvarlo- Carla evito romper en una carcajada, y es que aquello sí que era cómico. Quería salvar el año, sin siquiera haber movido un dedo a lo largo de este,  -Si lo hay- dijo ella dejando los exámenes sobre la taquilla, -Puedo conseguirte un tutor- -Prefiero reprobar, a pasar mis tardes con un cerebrito- admitió, entonces la maestra lo miro incrédula,  -Puede ser alguien con quien te lleves de maravilla- El frunció el ceño. -Puede ser mujer-  -¿Quién sería?- pregunto John, quién por fin lucia interesado en aquello. Seguramente veía aquel escenario como su oportunidad perfecta para ligar,  -Déjame ver- la maestra empezó a señalar a las chicas del salón una por una, mientras mantenía ese aire pensativo en su rostro. Al darme cuenta de aquello lleve mi mochila a mi escritorio, en un inútil intento de cubrirme con ella, –Podría ser Dev- -Ni loco- contesto casi de inmediato, solté el aire que sin darme cuenta estuve reteniendo, -¿No tiene algo mejor?- -No creo que debas dirigirte a tus compañeras de esa manera tan despectiva- lo reprendió la maestra, -Pero si tanto te interesa, deberías elegir por ti mismo- Cuando John paseó su mirada por las chicas del salón, la tensión que había sobre mis hombros ya no estaba, e inclusive baje mi mochila. -Dev- Ahogue un grito,  -Maestra pero…- había intentado inventar una excusa para salir de aquello,  -Yo la propuse primero y tú la descartaste.- dijo interrumpiéndome sin siquiera importarle lo que estuve a punto de decir,  -Porque es muy distinto el que yo elija y al que usted me mande- dicho esto la maestra puso sus ojos en blanco, tomo los exámenes y continuo repartiéndolos, John dirigió su mirada a mi, y me guiño un ojo,  -¿Viste eso cierto?- me pregunto Carla quien ya había empezado a reír a carcajadas. Asentí frotando mis sienes. El porqué esta situación me era tan horrible, es bastante simple, y se debe a una única razón.  John era mi ex novio. Quizás me sería menos horrible si hubiéramos terminado de una buena manera. Pero el problema aquí es que no lo hicimos, de hecho terminamos de la peor manera posible. De verdad no se puede esperar más de unos chicos de quince años, en especial cuando es el primer amor de uno de ellos. Probablemente esta situación también es incomoda si recuerdo las veces que dijo te quiero, y las veces que lo descubría coqueteando o besándose con alguien más. Empezamos con una linda amistad, porque al principio era mi amor platónico, pero pensaba que no tenía oportunidad con él,  ya que siempre tenía novia. Recuerdo que cuando empezamos a salir, Carla me decía que anduviera con cuidado, pero al cabo de dos meses se convenció que John era un gran tipo. Aparte de ello, siempre estaba emocionada, le contaba todo y ambas gritábamos y saltábamos en la cama o en el sillón, o en el piso, hasta que nuestras madres nos llamaban la atención, o el hermano de Carla nos pedía silencio para estudiar. Después John probó suerte en el equipo de americano del colegio. Lo cual fue asombroso puesto que era el único chico de secundaria en el equipo de la preparatoria. Primero empezó de corredor, –Nada mal para un chico de quince años que medía un metro setenta–, claro está siempre ha sido mucho más alto que yo, porque en ese entonces medía un metro cincuenta y cinco. Algo que también recuerdo era que no nos separarnos casi nunca, recuerdo los regaños de los maestros por ello y las risas que soltábamos en esos momentos. Cada vez que tenía entrenamientos o partidos asistía a ellos, aunque se implicase estar varias horas sentada sola, en las gradas esperando a que saliera. De hecho nuestro primer beso fue debajo de estas, al terminar su primer partido, el cual ganaron gracias a dos anotaciones que él hizo. Pero no todo fue un cuento de hadas, pronto empezó a distanciarse, a ir a fiestas y  sí; empezó su enorme vicio al alcohol. Al principio no me molestaba, pero pronto se convirtió en algo que no me agradaba demasiado. Recuerdo que en las noches lloraba cuando en el día lo veía con otra, pero al día siguiente como siempre él decía que me quería y yo me tragaba ese cuento una y otra y otra vez. Hasta que los últimos cinco meses todo eran peleas, gritos y ganas de degradarnos y humillarnos mutuamente. Era prácticamente una competencia. Y no de las buenas. Hasta que terminamos, le dije que era idéntico a su padre y se descargo de todo. Me dijo que estaba loca, que debería que ir a un psicólogo, que era una idiota y como golpe final el esparció el rumor de que habíamos terminado porqué me acosté con uno de los chicos del equipo de americano. Sin duda el gano en humillarme y de a paso me arrebato mi autoestima.   En total duramos dos años juntos, pero después de ello jamás nos volvimos a dirigir la palabra, y no era para menos. Solo nos hablábamos cuando en los pasillos el chocaba conmigo y yo le reprochaba por ello, él siempre salía con la excusa de que soy tan pequeña que no me veía. Unos cuantos meses después, aquí estamos. Miré el reloj rezando para que se extendieran los últimos segundos de clase o que una avalancha enterrara al colegio. Lo cual era bastante ilógico considerando que estábamos prácticamente en verano y vivíamos en un lugar en el que solo una vez había nevado. Entonces el timbre suena y todos salieron en una estampida del salón de clases; guardé mis cosas lo más rápido que pude con el objetivo de que John creyera que salí con la multitud, -¿Eres tan lista como aparentas?- me pregunto y solo solté un suspiro, -No lo sé- dije acomodando mis cosas dentro de la mochila con un estricto orden, asumo que me tardaba demasiado, ya que el me miraba impaciente, -Lo tomaré como un no- dijo acercándose. Puse los ojos en blanco,  –Ya que no supiste como contestar-  Levante mi mirada para toparme con sus ojos azules. He de admitir, que normalmente los ojos azules me encantaban, porque simplemente no son un tipo de color de ojos muy comunes de ver, pero los de él los detestaba. Ya sea por lo ocurrido en el pasado, o porqué siempre lograban incomodarme. Tomó el resto de mis cosas y las lanzó a mi mochila, acto seguido  la cerró, para llevarla a su hombro desocupado, -Vamos al gimnasio- No espero mi respuesta, solo se dió media vuelta y empezó a caminar, salí del salón tras él, casi corriendo Estaba molesta, deseaba con todas mis ganas irme de ahí,  -¿Qué tal te ha ido?- pregunto, intentaba seguirle el paso, aunque esto significase tener que dar grandes zancadas. Si bien, había crecido y media un metro setenta, esto no era nada comparado con sus casi dos metros de altura,  -Demasiado bien desde que me libre de ti- aquello no me había atrevido a decirlo en un todo audible, por lo que fue más un susurro, -¿Qué dijiste?- -Que bien, ya sabes con los estudios- dije, intente fingir una sonrisa, pero termino siendo más una mueca. No podía evitarlo comparar con un gorila pero sin el exceso de pelo. Pero es que John era un chico con un temperamento horrible y problemas de control de ira, -Sigues sin defender tus puntos de vista- cuando dijo aquello se irguió mas. Pero siendo honesta, en aquel entonces seguía temblando cuando me dirigía la mirada. Al ir pasando por las ventanas de los salones no puedo evitar mirar a nuestro reflejo. Si no hubiésemos terminado, nos veríamos de aquella forma. No; definitivamente no éramos tal para cual.  El siempre estaba impecable, aunque vistiese una simple playera y vaqueros; por mi parte, tenía días buenos, y otros malos. Aquel era uno malo, –Demasiado– ya que por culpa de las prisas había tomado la chamara de mi padre, –Quién media aproximadamente lo mismo que John– en un intento de no tener que preocuparme por una enorme mancha que yacía en mi blusa debido a que en la mañana me había derramado el café encima. Ni hablar de mi cabello, porque tenía mechones salidos de la coleta, y en lo particular, aquel estilo no me quedaba, por más que intentase. Pasé una mano por estos mechones en un intento de arreglarlos,  -Así luces diario- -Sigues siendo un amor de persona- exclamé con sarcasmo. –Lo siento por no ser una de esas porristas anoréxicas con las que estas acostumbrado a pasar tiempo- -Sarah no es anoréxica- -No ella no, ¿Cómo ha estado?- dije al recordar a la amable rubia que siempre intentaba sacarme conversación en las pocas fiestas a las que iba,  -Sale con Dereck- dijo, frunció un poco el ceño antes de soltar,  -¿Sigues metiéndote en la vida de los demás?- -Jamás lo he hecho- -Eso es lo que dices.

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