El Alfa Silencioso

El Alfa Silencioso

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escapar mientras embarazada
heroína genial
drama
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engaño
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Descripción

Natalia es la amada humana Luna de la Manada Cresta de Plata, eso es... Hasta que descubre que su compañero Alfa está durmiendo con su hermana el mismo día que descubre que está embarazada.

Zane nació con un tartamudeo debilitante. Solo, abusado y descuidado, Zane se vuelve silencioso y es expulsado como un rogue por su padre, el brutal Alfa de la Manada Refugio Escarlata.

Dos almas rotas, una antigua Luna y un Alfa silencioso, se encuentran por casualidad. ¿Podrán curarse mutuamente o sus pasados volverán para perseguirlos?

Libro 4 de la Serie Ivory Twin, pero se puede leer de forma independiente.

Orden de la serie:

1. La Reina de Oro

2. La Reina de Marfil

3. La Bruja de la Tierra

4. El Alfa Silencioso

Autora original: Stephanie Light

Link: https://www.dreame.com/story/1678713088-the-silent-alpha

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1. Mentiras.
Punto de vista de Natalia, hace Cuatro Años: Hasta esta mañana, mi vida había sido bastante simple. Yo era la pareja humana del Alfa. Yo era su Luna. Yo era su esposa. Y luego, en un abrir y cerrar de ojos, ya no era nada.  …  Una ola de dolor se propaga desde mi abdomen mientras espero que el médico regrese con los resultados de mi prueba. Últimamente he estado sintiendo estos dolores con frecuencia y están empezando a asustarme. La doctora Lila dijo que todo estaba en mi cabeza, que simplemente estaba poniendo demasiada presión en mí misma para quedar embarazada.    No podía estar más equivocada.   Me aferro al borde de la mesa, gimoteando para mí misma mientras dejo que el dolor se apodere de mí. Las paredes parecen cerrarse sobre mí al pensar en recibir otro resultado negativo en la prueba. Christian y yo hemos estado intentándolo durante varios meses y puedo sentir cómo nos estamos distanciando. Él está más frío, distante. Sabía cuánto deseaba un hijo varón y duele saber que estoy fallando miserablemente en hacerlo feliz.   La puerta se abre de golpe y casi me caigo de la mesa por el susto del sonido. La doctora Lila me ofrece una cálida sonrisa, se frota las manos con desinfectante mientras se acomoda en su silla. Puedo oír cómo mi corazón late a una velocidad anormal mientras espero que hable.    —Solo respira, Luna. —Sonríe, inhalando lentamente conmigo y tomando mis manos.   Mis manos tiemblan, pero logro calmarme. La sonrisa de la doctora Lila se intensifica.   —Felicidades, Luna. —Dice, colocando su mano en mi vientre. —, llevas a nuestro pequeño Alfa ahí dentro.    Mi corazón da un vuelco al procesar la noticia.   ¡Estoy embarazada! ¡Dios mío, estoy embarazada!   —¿C-cuánto tiempo? —Susurro, apenas capaz de formar una oración para contener el sollozo en mi garganta.   —Bueno, averigüémoslo, ¿de acuerdo? —Sonríe, sacando la máquina de ultrasonido y echando gel frío en mi vientre.   Mariposas revolotean en mi estómago mientras observo la pantalla, incapaz de interpretar las imágenes pero esperando ver alguna señal de mi pequeño Alfa en medio de aquel caos en blanco y n***o.   —Bueno, diría que a juzgar por lo que veo, llevas unas cuatro semanas, lo que significa que tenemos que comenzar tus preparativos de inmediato, Luna. —Dice con firmeza, entregándome algunos documentos. —, un embarazo de hombre lobo es muy peligroso para una humana. Tendremos que tomar precauciones adicionales.    Limpia el gel de mi vientre y me da una breve explicación de qué esperar, además de recetarme un régimen completo de cuidados prenatales.   Acaricio mi vientre durante todo el viaje de regreso a casa, todavía flotando en una nube de felicidad por la noticia. No puedo esperar para decírselo a Christian. Él va a estar tan feliz por esto. Al estacionar frente a la casa de la manada, el dolor vuelve a aparecer y me quedo quieta en el coche por un minuto, apretando los dientes para no gritar.   Lentamente, salgo del coche y atravieso la puerta principal de la casa. Normalmente soy recibida por varios omegas ansiosos por llevar mis cosas, pero la casa está extrañamente silenciosa y vacía. No tengo tiempo para cuestionarlo cuando una sensación ardiente se extiende por mi pecho, haciendo que cada respiración sea insoportable. Ni siquiera puedo gritar, mis pulmones arden.   Subo las escaleras hasta el segundo piso, deseando poder acostarme y descansar. Cada paso es más difícil que el anterior a medida que el dolor se intensifica, como si miles de agujas se clavaran en mi estómago. Desde donde estoy parada en lo alto de las escaleras, puedo ver que la puerta de mi habitación está entreabierta, saliendo de ella un extraño sonido amortiguado.   A medida que me acerco, se desvela ante mí una escena inconfundible, mi sangre hierve al verla.   Mirando por la puerta, veo a mi hermana, Vanessa, montando a mi esposo, una expresión de deleite absoluto en su rostro contorsionado.   —¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! Christian! —Ella gime, saltando ansiosamente sobre su m*****o.   Él no dice nada, solo acaricia sus pechos desnudos con la mano mientras la mueve arriba y abajo con su pene.   —¡Mierda! —Ella susurra, saltando frenéticamente. —, ¡por favor! —Ruega. —, te daré el cachorro que te mereces. Seré tu Luna.    Las lágrimas queman mis ojos mientras escucho responder a Christian. —Dame. Un. Cachorro. —Jadea entre embestidas, los gemidos de Vanessa cada vez más fuertes a medida que alcanza el orgasmo.   Mi dolor alcanza su punto máximo mientras lo veo vaciar su semen dentro de ella y me cubro la boca para mantenerme en silencio.   —Y te haré mi Luna. —Susurra.   No necesitaba ver más de este encuentro grotesco y lentamente me alejo de la habitación y camino de puntillas por las escaleras, su clímax resonando en mis oídos. Salgo corriendo de la casa, aún aferrando la prueba de embarazo en mis manos mientras me subo al coche. No sabía a dónde iba, pero pongo el coche en marcha y acelero por el camino de entrada.   Todo tenía mucho más sentido ahora. Todo el dolor, toda la angustia que sentía… era porque Christian estaba traicionando nuestro vínculo, nuestro amor. Todos, mi pareja, mi gamma, el médico, las otras lobas y los omegas, todos ellos me habían dicho que todo estaba en mi cabeza. Que solo estaba estresada y necesitaba relajarme.   Era todo una mentira. Ellos sabían. Sabían que lo que sentía era la traición de mi pareja, y aun así lo ocultaron de mí, para burlarse de mí por ser tan absolutamente ingenua. Fui tan estúpida como para creer que alguno de ellos realmente se preocupaba por mí. Los lobos solo se preocupan por los lobos y, sin importar mi título, para ellos yo seguía siendo solo una humana, una extraña.   Para empeorar las cosas, la traición vino de nada menos que de mi propia hermana, de mi propia sangre. Yo había llevado a Vanessa a nuestra manada después de aparearme con Christian. Ella conocía a Christian antes que yo y fue ella quien nos presentó. Christian no tuvo objeciones para que ella se uniera a la manada y, con nuestros padres muertos, yo quería mantenerla cerca. Era la única familia que me quedaba.   Era. Después de hoy, no éramos nada.   Conduzco durante kilómetros a través del bosque, sintiendo que el dolor vuelve a aparecer. En algún momento, una horrible sensación quema todo mi cuerpo y me detengo al lado de la carretera, tambaleándome para salir del coche y vaciar el contenido de mi estómago. Era una imagen verdaderamente lastimosa y, de repente, agradezco que Jordan, mi gamma, esté ocupado dirigiendo una sesión de entrenamiento hoy. Necesitaba estar sola y sabía que si me veía así, estaría pegado a mi lado. Los gammas son extremadamente protectores, y Jordan no era una excepción.   Sola, enfadada, humillada y embarazada, vuelvo a subir al coche, limpiándome las lágrimas del rostro con la manga.   Había sido Luna durante más de dos años y, aunque era humana, había hecho todo lo que se me había pedido. Era la calma ante la ira de Christian. Era la madre a la que todos acudían en momentos de crisis. Era la mujer que mantenía unida a esta manada cuando Christian y su beta, Derek, estaban ausentes. Había sido una buena Luna… y no merecía este dolor.   —Vamos, Tali. —Me reprendo, golpeando el volante. —, no más lágrimas. No por ellos.   Estoy a punto de encender el coche de nuevo cuando veo un vistazo de mi prueba de embarazo que había tirado en el asiento del pasajero. Miro mi vientre plano y me doy cuenta de que nadie, aparte de la doctora Lila y yo, sabía que estaba embarazada... y así iba a seguir.   Compañera o no, nunca toleraría la infidelidad. Nunca. Pero sabía que Christian nunca me dejaría ir si supiera que llevaba a su hijo. Necesitaba a su heredero.   Con renovada determinación, enciendo el coche y me dirijo a la biblioteca del pueblo, donde paso las próximas dos horas formulando mi plan. Busco pruebas de fertilidad en internet, recreando mi propia versión con la que engañar a Christian. Si creía que no podía darle un hijo, buscaría fácilmente romper nuestro vínculo y eso es exactamente lo que quería.   Los vínculos entre parejas, una vez formados a través de una marca, eran difíciles de romper, pero no imposibles. Había dos formas de hacerlo: (1) que una bruja espiritual dividiera nuestras almas apareadas o (2) conseguir la aprobación de los ancianos de la manada y llevar a cabo una ceremonia de rechazo. Sería humillante que me quitaran mi título, pero era mejor que seguir al lado de mi infiel esposo como su Luna.   Satisfecha con mi trabajo, despedazo la prueba de embarazo, sin dejar evidencias. Sabía que la doctora Lila podría delatarme en cualquier momento, así que tendría que actuar rápido y conseguir que Christian me rechazara de inmediato.   Al llegar a la entrada, siento que las lágrimas se acumulan en mis ojos y me tomo un momento para recomponerme antes de entrar a la casa de la manada. Los omegas han vuelto, varios corriendo para llevar mis cosas. Hago todo lo posible para no gritarles por traicionarme, en cambio les dedico una sonrisa, aferrando mi bolso a mi lado mientras camino hacia el comedor.   Mi hermana y mi esposo ya están sentados a la mesa, charlando entre ellos mientras los omegas se apresuran a servir la comida. Perdidos en la conversación, ni siquiera notan mi llegada y los observo, completamente desconcertada por lo que veo. Vanessa coloca juguetonamente su mano en el brazo de Christian, riendo por lo que le dice.   No puedo evitar preguntarme cómo fue que nunca noté su aventura.   Tanto Jordan como Derek me ven, y ambos se ponen de pie para saludarme. Les ofrezco una pequeña sonrisa, escondiendo mi repugnancia por mi hermana y mi esposo.   Jordan me sostiene la silla, con una mirada de preocupación en sus cristalinos ojos azules.   —¿Estás bien? —Susurra mientras me siento en mi silla.   Me recuerdo que le preocupaba nuestro vínculo. En realidad, no le importaba mi bienestar. De hecho, probablemente sabía de la traición de Christian y, aunque había jurado protegerme, su lealtad pertenecía a su Alfa. ¿Quién sabe cuántas veces habría encubierto a Christian?   —Estoy bien. —Le sonrío inocentemente, haciendo un ademán para que se aleje y tome asiento, dejándome sola.   Puedo ver que no está convencido, pero no me importa y me concentro en mi plato.   Christian y Vanessa finalmente notan que estoy presente y Christian toma mi mano para besarla. Me tenso ante su contacto y él me mira con desconcierto.   —¿Estás bien, cariño? —Pregunta, inclinando la cabeza ligeramente con curiosidad.   —Es solo el dolor. —Sonrío, picoteando la comida. —, hoy fue peor.    —¿Otra vez esto? —Suspira con disgusto, haciendo que los cubiertos chocaran con su plato. —, por la Diosa, Nat, siempre te quejas. ¿Cuántas veces tenemos que decirte que todo está en tu cabeza? Tómate una aspirina y deja de molestar. Me estás poniendo de los nervios.    Su reacción no me sorprende. Nunca ha sido del tipo protector y encuentra consolar a las personas una tarea inútil. Giro mi tenedor entre mis manos y le sonrío, ocultando la tristeza en mi corazón que parece hacerse más fuerte por segundos.   —De acuerdo. —Murmuro, siguiendo picoteando mi comida.   Un silencio incómodo se instala en la habitación mientras todos intentamos comer. Me concentro en las verduras de mi plato y me fuerzo a comer, sabiendo que ahora tenía que preocuparme por la vida que crecía en mí.   —Entonces, ¿qué dijo el doctor? —Vanessa sonríe, interrumpiendo el silencio. —, ¿algo de suerte con tener un bebé? —Pregunta, inclinando inocentemente la cabeza.   Aprieto el tenedor y cuento hasta diez para calmarme.   —Supongo por tu expresión que eso es un no. —Se ríe. —, vaya sorpresa.    Muerdo mi lengua y miro fijamente mi plato. Todo lo que puedo hacer es contenerme para no saltar por encima de la mesa y apuñalarla en el cuello.   Dejando mi tenedor con delicadeza, me pongo de pie y sonrío. —Creo que me iré a la cama ahora. Buenas noches.   —Nat, no hagas esto. —Gime Christian. —, no te hagas la dramática.    —No lo hago. —Me encogí de hombros, aún manteniendo mi sonrisa. —, simplemente estoy cansada. Buenas noches.   "Simplemente no soportaba tu presencia." es lo que debería haber dicho, pero me quedo callada. No necesitaba que descargara su ira. Habría tiempo de sobra para eso más adelante.   Me disculpo y subo a mi habitación, la ira asentándose en mi estómago mientras miro nuestra cama. No quedaba rastro de su traición, las sábanas habían sido cambiadas y perfumadas con lavanda, que solían traerme paz mientras dormía. Hemos compartido tantos momentos íntimos en esa cama, tantas mañanas y tardes hermosas. Arruinó esos recuerdos, manchándolos todos con Vanessa. Ahora lo único que veo es un lecho de promesas rotas.   Entro al armario, rebuscando entre mi ropa hasta encontrar las cosas que traje cuando llegué aquí y las meto en una pequeña bolsa. No llevaré nada de lo que Christian me había regalado cuando me vaya.   Un golpe en la puerta casi hace que mi corazón salte por la boca y rápidamente meto la bolsa en el armario y me apresuro a abrir. Jordan está en el pasillo, sonriendo tímidamente hacia mí.   —¿Qué pasa? —Pregunto, escondiéndome detrás de la puerta. —, me has pillado cambiándome.  Se ruboriza ligeramente y se da la vuelta para encarar el pasillo.   —Oh, lo siento. —Murmura. —, solo vine a ver cómo estás, Luna. Parecías distraída en la cena. —Encoge los hombros, mirando sus pies. —, ¿está todo bien? Quiero gritar la verdad, pero en su lugar fuerzo una sonrisa tensa y niego con la cabeza.   —Estoy bien, te lo prometo. —Suspiro. —, sólo me duele la cabeza por todo el dolor que he estado sintiendo.  Se gira, preocupación en sus ojos. —¿Tomaste tu aspirina hoy? —Pregunta. —, reducirá el dolor.  Una parte de mí se aferra a la esperanza de que él dirá la verdad sobre el dolor, pero por supuesto que no lo hace. Así que solo sonrío y asiento con la cabeza.   —Sí, lo hice. Ahora, si me disculpas, me gustaría prepararme para dormir. —Sonrío, moviendo mi mano para despedirlo.   Me mira sospechosamente pero no me cuestiona más y se va. Cierro la puerta y casi rompo a llorar, entristecida de que incluso mi amigo más cercano nunca haya sido realmente un amigo. Era un mentiroso como los demás.   No tengo tiempo para llorar, me recuerdo. Vamos, Tali. Tenemos trabajo que hacer.   Escondo mis pertenencias en la habitación de huéspedes antes de regresar al dormitorio y sacar la prueba de fertilidad. Negándome a tocar la cama, me siento en una silla y miro fijamente el falso documento, repasando mi plan.   Casi se me para el corazón cuando escucho el clic de abrirse la puerta y mi compañero entra en la habitación, con un profundo ceño fruncido. Respiro profundamente y enderezo mis hombros.   Aquí vamos, sin nada que perder.

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