Tendrás tu dinero

1147 Palabras
—El agua está muy fresca, es como bañarse en el lago —afirma Jeremy, bajando al comedor, donde lo espero con algo ligero para comer. —¿Así que el lago? —pregunto—. Por favor, no me digas que eres un exhibicionista. —Para tu mala suerte, dejé eso hace muchos años. Sorprendida, pasé forzosamente una galleta que tenía en mi boca. —No toda la vida he sido un hombre serio, Lys. De hecho aún hago una que otra locura —se sienta, arrancándome la galleta que yo sostenía en mi mano para comérsela—. Ya quita esa cara de sorpresa—. ¿Acaso no has hecho locuras cuando eras más joven? En realidad sí, lo más loco que hice fue fugarme con Diaval durante todo el fin de semana a un campamento, imagino que de esa locura, fue concebida mi niña, pero eso era algo que él no lo sabía. —Tienes razón, pero son cosas que prefiero mantener en el pasado. Levantando una ceja, no me quita la mirada se encima. —Voy por los vasos de leche, esperame —me doy vuelta, dirigiéndome a la cocina, lugar donde recuerdo esos años donde todo parecía felicidad, mas al volver a la mesa, encuentro únicamente a las galletas en la bandeja—. ¿Jeremy? ¿Acaso se habían ido? Tal vez había subido a buscar algo que se olvidó, sin embargo, esa idea quedó descartada, cuando oí las voces desde la puerta. De inmediato, reconocí la voz de Jeremy y la otra era de… Aceleré los pasos, encontrando a Diaval bajo el marco de la puerta. —¿Tú qué haces aquí? —Jeremy se aparta, permitiendo que yo pueda estar al frente. Diaval mira detrás de mí, notando que tanto el cabello de Jeremy como el mío están aún húmedos, por lo que sus manos aprietan con más fuerza su bastón. —¡Por supuesto! —afirma, apretando los labios. —Diaval, ¿cómo hallaste mi dirección? —Eso que importa. Oh, no… ¡¿Acaso interrumpo?! —¿Qué insinuas? —Mira, no me importa lo que hagas con tu vida, aunque es evidente lo que ha estado pasando aquí —sus ojos me miran de pies a cabeza, como si me desnudara con solo verme—. Pero debo reconocer lo hábil que eres para seducir a quien quieras. Una hábil cazadora que finge ser una oveja ¡Felicidades! —Señor Dolciani, usted está interpretando todo mal. Aquí no… —¿Señor Dolciani? —él se burló—. Imagino las veces que habrás llamado así a mi padre, mientras estabas con… Su esposa ¡Qué descarados! Aunque no, la palabra correcta sería "que habil". —¡Fue suficiente, Diaval! No creas que puedea venir a mi casa y empezar a decir puros disparates. —¿De modo que ahora digo disparates? Curiosa manera de llamar a la verdad. —¿Verdad? —estaba llegando a mi limite—. ¿¡Qué verdad!? ¿Estás loco o lo dices en verdad? —No he venido a que juguemos cartas, Lys. Tengo negocios que atender, la fábrica de mi padre es importante, pero tengo más lugares donde presto mis servicios. —¿Entonces qué es lo que quieres? ¿O no te quedó claro el documento de tu padre? ¿Quieres que te lo lea? Por su expresión, él no esperaba esa respuesta, y su mirada parecía soltar chispas de fuego. —¿Te burlas de mí, Lys? —Si esa es tu interpretación a mi comentario, está bien. Solo soy amable, si no entendiste, te puedo explicar con calma. —¡No soy un maldito niño! —Pues comportate adecuadamente, porque tu actitud deja mucho que desear. —Ya que estás muy graciosita, entonces debes estar de buen humor para que me devuelvas lo que es mío. —¿Perdón? —Pero quiero hablar de esto a solas, no frente a tu aspirante a novio. —Aspiran… ¿qué? —respondí con las manos en las caderas. —Creo que has escuchado bien. Jeremy recibió una llamada, lo cual conllevó a que se alejara para contestar, dejándome a solas con Diaval, quien estando aún parado bajo el marco de la puerta, no ocultaba su desagrado por estar frente a mí. —Imagino que no te tomará mucho tiempo, así que dí a lo que has venido. —Ya puedo imaginar la razón de la prisa. —Eso a ti no te importa, y en lugar de meter tus narices en mi vida personal, concentrate en tu esposa, quien es la mujer de la cual debes estar pendiente. —¿Crees que estoy pendiente de ti? —Pues eso das a entender. Un hombre que no sabe lo que quiere, y que cree que con gritar o alzar la voz ea suficiente para ser escuchado. Bastante patetico, desde mi punto de vista. —¿Ahora yo soy patetico? —E insufrible —añadí, sin titubear—. Dime, ¿dé que sirve mostrarse como un hombre profesional que mueve millones en cuentas bancarias? Cuando en realidad es un tipo que no puede manejar bien su vida. Acercándose más, logró ingresar a mi casa. —No he manejado hasta este lugar, para que me insulten, y mucho menos que esa persona seas tú. —Pues entonces da media vuelta y vete. —Por supuesto que lo haría, pero será con mi dinero. —¿Perdón? —Ahora no te hagas la desentendida, porque no creo en esa expresión de no saber nada. Tú tienes mi dinero en tus manos, parece que no te bastó con la del viejo, no sabía que fueras tan ambiciosa, pero ahora sé quien eres realmente, Lys Landi. —A ver, estoy a punto de llamar a mi asesor en el banco para que te lo explique todo como a un niño de preescolar. ¡Yo no tengo nada de ti! ¡Todo lo que he recibido es de tu padre! —¡Y en ello está mi dinero! Ahorros que yo reuní de otros trabajos, nada relacionado a Dolciani. —Lo que dices no tiene sentido, eso… —Creo que eso lo puedo contestar yo —añadió Jeremy, volviendo entre nosotros—. El señor Dolciani manejaba muchas de las cuentas en general de la familia, por lo que al morir, ahora tú pasaste a tomar poder de ello. —Entonces… —Así es Lys, lo que dice el señor Diaval Dolciani, es verdad. —Y vengo para que me lo devuelvas. Desvié la mirada a Jeremy, procediendo a pararme fijamente, y preguntarle: ¿Hay manera de deshacerlo? —Por supuesto —me contesta. —Perfecto, porque no quiero tener nada de este señor —esta vez me dirigí a Diaval—. Tendrás tu dinero, ahora puedes volver con tu esposa.
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