La mujer del vestido

1556 Palabras
Aquel tipo tenía la mirada fija en Lia, como si esperara una respuesta de ella, al yo también verla, ella evitó que nuestras miradas se cruzarán. — ¿Qué está pasando? —pregunté curioso —¿Quién es la modelo que has escogido? —le pregunté de nuevo a Hermes. — Bueno, la tiene justo a un lado. Al comprender a qué se refería dije claramente "No" en mi cabeza. Ella no podía ser la modelo, definitivamente eso no lo permitiría, no había forma de que eso ocurriera. — Pero tal parece que la señora no aceptará, así que… — Espera —dijo Lia, interviniendo en nuestra conversación —. Lo haré. — ¿A qué te refieres con qué lo harás? —las palabras salieron como balas de mi boca. — Dije qué seré la modelo, no hay tiempo y si Hermes piensa que puedo ser la modelo de la campaña, lo haré. — Tú no eres modelo, eres la que está a cargo de que todo esto salga bien. — Y como tal es mi deber verificar que cada cosa salga perfecta. Así que, no hay nada más que discutir, seré la modelo que salga en la campaña publicitaria. — Oh señora, eso es magnífico. Ya la puedo imaginar en los paneles publicitarios y en los comerciales, se verá divina. — Gracias Hermes, me encargaré de dejarle algunas de mis cosas a mi secretario y luego bajaré para iniciar el trabajo ¿De acuerdo? — Como usted quiera señora. — Con permiso —dijo retirándose del estudio, sin embargo, yo no iba a dejar que esto terminara aquí. Saliendo detrás de ella, la alcance en los ascensores, y cuando entró me apresuré a hacerlo con ella. — ¿Se puede saber que te ocurre? —le pregunté presionando mi mano contra la pared; lo cual provocó en ella sobresalto y su rostro de impresión frente a mí. — ¿Qué te pasa a ti? casi me matas de un susto. — ¿Quién te dijo que podías ser la modelo? ¿Acaso quieres dejarme un ridículo frente a todos? — Para hacerte quedar en ridículo, solamente haces falta tú, y además no tengo tiempo para invertirlo en ti. — Sabes que no voy a permitirlo Lia, no voy a dejar que seas la modelo. — Te recuerdo que eso no lo decides tú yo soy la que está a cargo, así que la decisión rstá tomada. Hazte cargo de tu área que yo la hago de la mía. Estando tan cerca con su rostro desafiante, recuerdo el beso de anoche. Observo sus labios y veo una marca en la parte inferior, es la evidencia de mis dientes al morderlos. Maldita sea, está sensación otra vez está llenando mi cuerpo, siento deseos de apretarla, de pasar mis manos por ese frágil cuerpo y ver qué hay más allá de ese horrible traje de oficina. Voy a besarla, no sé dónde diablos tengo la voz de la razón, pero no puedo soportarlo más. Voy a besarla, mi boca no soporta más estar lejos de la suya. Quiero una vez más probar sus suaves y dulces labios. Han sido dos años de haberle dado ese último beso y tras lo sucedido anoche, solo siento el deseo de querer probar más. Subiendo mis manos para querer tomarla de los hombros, escuchó el sonido de las puertas del ascensor abrirse; lo cual provoca que el aire ingrese por mi espalda y logré recuperar la conciencia. Demonios, estuve apunto de cometer un error, debo quitar estos pensamientos de mi cabeza, no está bien que la mire y sienta esto en mi sangre. — No tienes ninguna experiencia como modelo, si fracasa, tú serás la única responsable. — Ya verás como te dejaré con la boca abierta —me dijo saliendo por un lado. Las puertas volvieron a cerrarse luego de que ella saliera, y yo me quedé absorbido en la oscuridad al pensar en lo débil que me estoy volviendo como la gran razón que tengo para no volver a caer en tal estupidez. … — ¿Tan temprano estás de mal humor? —dijo alguien cuando salí del ascensor. — El mal humor se me quitará si te meto un golpe en la cara, así que apártate de mi vista. Henry; un tipo al que lograba apenas tolerar, pero que siempre tenía la mala costumbre de aparecer en los momentos menos oportunos, bastante idiota. No sé cómo diablos lo mantengo en la empresa, porque a veces siento ganas de querer deshacerme de él, pero luego recuerdo un miserable detalle. Sí, este tipo que anda todo el tiempo con una sonrisa en la cara y creerse capaz de conquistar a cualquier mujer con solo guiñar un ojo; es mi amigo. — Déjame adivinar, otra vez una pelea con tu esposa. — Sabes no estoy ahora de humor, además qué haces aquí, no se supone que debías estar trabajando. — Es la hora del refrigerio amigo, ya sé que eres un adicto al trabajo, pero no soy una máquina. Tengo que recargar estos músculos —dijo levantando exageradamente su brazo. — Sí ya terminaste vuelve, yo sí tengo todas importantes que hacer —seguí de largo pasando por mi secretaria hasta mi oficina. — Vamos Jacob, hasta cuándo vas a seguir con esa cara de perro rabioso. Siempre es lo mismo, peleas con Lía y todo el día se vuelve una completa pesadilla. — Si no sabes el motivo, será mejor que no te metas. Luego de guardar silencio el celular que dejé sobre mi escritorio; recibió un mensaje. Henry al ver el número sonrío ampliamente. — Parece que te llamas tu querida incondicional. — ¿Quieres dejar de hablar tonterías? — No te entiendo, Jacob. Siempre andas de mal humor con Lia, todos los demás creen que son la pareja perfecta, sin embargo, si no te conociera diría que hasta se odian. — Lo que siento por Lia, va mucho más allá del odio. Hay cosas que simplemente no pueden suceder. — Entonces, por qué no te diviertes, tienes a Maya llamándote día tras día, no estaría mal que aceptes una salida con ella y tal vez eso calme tu mal humor. La última vez que vi a Maya fue cuando me suplicó para que no me casara y siendo sincero, la recomendación de Henry no estaba mal, necesitaba una distracción para sacarme a Lia de la cabeza.. — Por cierto, déjame felicitarte por la brillante idea de lanzar la campaña en Verona, la temática de Romeo y Julieta dará mucho que hablar durante las siguientes semanas, lo cual sería una excelente campaña para las ganancias. — Tengo la confianza suficiente en que será un gran éxito, sin embargo… —me quedé en silencio al saber que mi esposa sería la modelo que aparcería en la campaña. — ¿Sin embargo qué? — Nada. — Por cierto, la sesión de fotos comenzará a la tres de la tarde, la modelo que eligió Hermes debe estar ahora preparándose no te gustaría ir a verla. — Estoy trabajando. — Bueno, pero no te gustaría verla, es decir, también es parte del trabajo supervisar que todo vaya en orden. — En lugar de perder el tiempo, mejor regresa a tu área que el horario de refrigerio está por finalizar —dije mostrándole la hora en mi reloj de mano. — ¡Oh maldición! —salió apresurado de la oficina. ¿Ir a ver la sesión de fotos? ¡Bah! ¡Qué gran tontería! Tenía muchas cosas más importantes que hacer, que estar perdiendo mi tiempo viendola. Suficiente tenía ya con estar viviendo con ella bajo el mismo techo. … No sé qué diablos me pasa por la cabeza, pero maldita sea, aquí me encontraba caminando en el estudio. — ¿ Se puede saber qué diablos haces aquí? —dije al estar detrás de Henry. — Oh, pensé que no vendrías. Solo vine por una cosa, pero ya me retiraré. Sin embargo, cuando él estaba a punto de marcharse. Salió ella totalmente cubierta por una bata, la prenda no dejaba ni siquiera ver su rostro. Por lo visto se trataba de otra modelo, pues no me imaginaba a Lia posando y moviéndose con grácil encantó, mientras recibía órdenes. Ni siquiera en casa me escuchaba, así que lo dudaba. Su carácter no se lo permitiría, seguro había dado marcha atrás. Pensé que mis sospechas se confirmarían cuando la mujer dejó caer la bata; mostrando primero su espalda descubierta, apenas sostenida por unos finos hilos que impedían que el vestido cayera al suelo. — Madre mía… —suspiró Henry —. Has visto a esa mujer, mira que curvas, y esa lozanía de su piel. Sí, definitivamente Lia no podía hacer esto. Esta mujer era increíblemente hermosa y sensual, sin necesidad de verle el rostro, provocaba que mi sangre hirviera al punto de querer pasar mis dedos por esa suave espalda. — Sin duda alguna tengo que invitarla a salir —comentó Henry hipnotizado por la figura de la joven. Yo estaba a punto de dar un comentario, pero cuando la susodicha dio vuelta, me encontré mirando a mi propia esposa ataviada en un vestido que dejaba expuesta gran parte de su piel ante los múltiples ojos de todos los que se encontraban en ese estudio.
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