Ahora, después de tanto alboroto durante el día con las tres personas que me siguen a todos lados y que no pueden convivir en una misma habitación sin molestarse entre sí; finalmente puedo pensar con más tranquilidad.
Levanto el camisón que uso de pijama hasta por debajo de mis pechos, permitiéndome apreciar mi pequeña pero notable barriguita, en donde descansa mi pequeño bebé, un niño.
Estoy segura que mi papá se habría vuelto loco de la emoción al saber que estoy embarazada, después de todo, seguido me comentaba que le gustaría conocer a sus nietos, pero saber que será un niño lo habría vuelto loco de la felicidad.
Siempre fui una niña de papá y él me amaba como nadie podría hacerlo, pero sé que él quería vivir ambas experiencias, la de tener un niño quedó pendiente, vivió un poco de
