Sentía que aquel hombre me seguía mirando desconcertado, pero yo seguía sumida en mis pensamientos, es que realmente no podía creer la noticia que me había dado Leandro. ¿Qué diablos pasaba por su cabeza? ¿Los años lo habían terminado por enloquecer? Había pedido una copa de vino, queria llegar a Londres lo mas ebria posible.
-¿Y ahora qué? -Comencé hablar en voz alta -¿De repente me llamas y me dices que te vas a casar? -Miraba a la nada, y de mi boca seguían saliendo preguntas -¿Crecer juntos no significo nada para ti? -Era como si lo tuviera al frente y le estuviera diciendo todo esto, en ocasiones me daba risa y movía mi copa, las personas a mi alrededor pensarían que estaba loca, pero eso era lo que menos me importaba -¿Así tratas a tú mejor amiga? -Me sentía indignada -¿Me lo avisas así no más? ¿Me preguntaste si la aprobaba? -En ese momento me exalté tanto que tiré la copa de vino, y le cayó justo en toda la cara al chico que iba a mi lado… no sabia que hacer, no sabia donde meterme, hasta ese momento pude volver en sí y regresar de mis pensamientos. Me giré lentamente, con la boca abierta de la sorpresa y algo avergonzada.
-¡Ah! -El chico grito cuando el vino empapó todo su rostro y su ropa.
-¡Perdón! -Me acerqué rápidamente, queria poder limpiarlo.
-¡Señor! ¿Necesita ayuda? -La aeromoza se acercó tambien rápidamente cuando notó aquel vergonzoso momento.
-Sí, unas servilletas -Yo no podía salir de mi asombro, miraba para todos lados, queria que en ese momento la tierra me tragara.
-Enseguida señor… -La aeromoza se alejó para buscar las servilletas.
-¿Estas bien? -Le pregunté rápidamente, no sabia que hacer en ese momento -¡De verdad lo siento mucho! -Volvía a decirle, intentando ayudarlo.
-Esta bien… -Me tomé la cabeza con las manos tratando de arrancarme el cabello – Y creo que sé te acabó el trago -Dijo con una sonrisa- ¿Qué es? ¿Vino? -Comenzó a mirar para todos lados buscando nuevamente a la aeromoza, saboreó sus labios, como tratando de descifrar lo que estaba tomando, yo no podía decir nada de la vergüenza que tenía, solo lo miraba aterrada y avergonzada -¿Me da otra copa de vino por favor? -Dijo alto para que la aeromoza lo escuchara.
-¡Lo siento! -No podía dejar de decirlo, cuando por fin pude volver a pronunciar palabra, el alcohol que ya tenía en la cabeza se me había evaporado en ese momento.
-Esta bien. No es nada… -Me volteó a ver, rascó un poco su cabeza y me dio una sonrisa -¿Quieres mi chocolate? -Me preguntó yo tenía mi cara tapada con la chaqueta que llevaba, queria desaparecerme en ese momento, lo miraba aterrada, pero él solo me sonría.
-No, gracias -Le dije, sin quitar la chaqueta de mi boca. queria esconderme. El chico volvió acomodarse en su asiento. Podía sentir como se reía de mi y del momento, yo solo me escurrí en ese asiento de avión. Seguía con mi boca tapada, le había dado la espalda ya que no podía ni mirarlo por la vergüenza. Comencé a sollozar nada me estaba saliendo como queria, todo estaba siendo un caos. Intentaba no hacer mucho ruido, pero no podía dejar de llorar. El llanto comenzó a hacerse más fuerte, era algo que no podía evitar.
-¡Oye! -Sentí como me tocaron el brazo. Era aquel chico, así que me comencé a girar mi cabeza lentamente, pero sin quitar la chaqueta de mi boca -Trata de leer si estas ansiosa- Me dijo con cara de preocupación.
-¿Hablas italiano? -Le dije aun sollozando. Todo este tiempo me había hablado solo en ingles por lo que deduje que no hablaba italiano.
-¡Si! -Con una sonrisa volvió a decir -Puedo decir que tú ingles no es malo -Yo lo miré a los ojos, y comencé a llorar nuevamente…
-Dime si hice algo malo -No sabia por qué le decía esto a un extraño, pero en ese momento no estaba bien -El chico me miraba desconcertado y como si estuviera loca -¿Por qué se tiene que casar con otra chica? -No podía calmar mi llanto -Aquel chico miraba para todos lados, como si no supiera que hacer o como si quisiera salir corriendo de ahí, creo que era la segunda opción.
-¡Prueba esto! Te ayudará a tranquilizarte -Me entregó una hoja de un periódico con un crucigrama. -¡Tómalo! Pruébalo -Volvió a decir desesperado por hacer que dejara de llorar y de decir cosas sin sentido. Lo tomé y comencé a resolverlo. El chico se giró nuevamente, se acomodó en su asiento y comenzó a mirar por la ventana.
Yo comencé a resolver muy enérgica aquel crucigrama, la verdad es que si logró tranquilizarme un poco. No sé cuánto tiempo había pasado, pero mis pensamientos se habían calmado. El chico dormía plácidamente. Cuando terminé de resolver aquel crucigrama se lo regresé. El chico asombrado comenzó a revisarlo.
-¡Que rápido! -Dijo asombrado.
-¿Ahora puedes responder mi pregunta? -Le dije haciendo un puchero.
-Dicen que las mujeres inteligentes generalmente se quedan solas… -Me dijo sin mirarme, seguía viendo el crucigrama sin poder creerlo. Yo lo miraba con ganas de asesinarlo, iba a seguir hablando, pero apenas vio mi mirada se calló un poco.
-¿Cómo puedes decirme eso? -Le dije alterada y tirándole todo lo que llevaba encima, el chico me miraba asustado y sin entender nada. Él miraba para todos lados, como esperando a que nadie estuviera viendo esa escena, cuando pude volver en sí, comencé a bajar un poco la voz.
-¡Lo siento mucho! -Comenzó a decirle el chicos a los demás pasajeros -¡Lo siento mucho! Todo está bien -Seguía diciendo y yo volví a esconderme, esta vez me tapaba con mis manos, para que nadie pudiera ver mi rostro.
-No era enserio -Cuando por fin pude alzar mi rostro, lo tomé entre mis manos, tratando de asimilar la vergüenza y sollozando nuevamente. El chico bajó suavemente mis manos -No puedo controlar mis emociones -Seguía diciendo, mis lagrimas volvieron a salir. Él con una servilleta limpiaba mi rostro y trataba de que yo me acomodará bien en aquel asiento. Sentí como puso mis manos en mis piernas y las aprisionó con el cinturón de seguridad, como si de un loco se tratara y le estuvieran colocando una camisa de fuerza.
-¡Respira! ¡Respira! -Me decía mientras hacia todo eso y ponía una manta en mis piernas, tratando de esconder que me había amarrado a esa silla. Yo comencé a hacer lo que él me decía, comencé a respirar tranquilamente. Él seguía haciendo señas de cómo debía respirar y poco a poco volvía a acomodarse en su asiento, como si ya pudiera volver a su tranquilidad. Yo poco a poco me fui quedando dormida. El resto del viaje dormí.
Por fin aterrizamos, comencé a caminar hacia la salida del aeropuerto, no había traído maletas ya que apenas me enteré de aquella noticia corría hacia el aeropuerto y no me dio tiempo de empacar. Iba pensando como iba a mirar a Leandro, que le iba a decir, como reaccionaria al conocer a su novia, tomé una bocana de aire para intentar calmarme un poco, ya había hecho un papelón en el avión, así que mi cuota de vergüenza ya había sido copada.
Apenas salí lo vi ahí, estaba de pie apoyado en una baranda esperándome. Tomé otra bocanada de aire, y me forcé a poner una gran sonrisa. Apenas Leandro me vio salir por esa puerta comenzó a correr hacia mí. Me detuve le di una gran sonrisa y le oí decir.
-¡Tu tu! -Así me decía desde que éramos niños.
-Lea… -Le dije abriendo los brazos para darle un gran abrazo. Apenas lo tuve mas cerca me le tiré encima y me aferré a él con ese abrazo, eran tan cálidos aquellos brazos, que hizo que mi corazón comenzara a galopear -¡Cuánto tiempo! -Le dije cuando por fin me puso en el piso.
-Te extrañé un monto -Leandro siempre había sido como un sol en mi vida, era una gran luz para aquellos tiempos de oscuridad -¿Me extrañaste? -Me preguntó emocionado.
-¡Si! -Mi sonrisa no se podía borrar…
-¡Increíble! -Me dijo, pero mi felicidad no iba a durar mucho tiempo. Cuando miré hacia un lado vi a una chica, con sonrisa dulce e inocente, sosteniendo un ramo de flores y batiendo sus manos. Leandro se giró rápidamente -¡Déjame presentarte! Vamos -Leandro me tomó de la mano y comenzó a jalarme hacia donde se encontraba aquella chica -Ella es mi prometida Lia Durand -Me dijo colocándose a lado de la chica, cabello n***o y ojos café. Yo trataba de salir de mi asombro, queria sonreír, realmente me estaba obligando a sonreír. Esta chica es hermosa, tiene una cara inocente como si fuera un ángel -Está es mi mejor amiga… Ema Santorini alias ¨Tu tu¨ – Leandro, ahora se encontraba de mi lado, poso un brazo sobre mi hombro y decía mi nombre con orgullo.
-¡Deja de decirme así! -Lo empujé con enojo.
-¡Debería llamarte señorita Ema! Estoy encantada en conocerte… -La chica me extendió el ramo de flores y me dio una gran sonrisa. ¡Dios! Detener este matrimonio no seria nada fácil.