—¿Hayes sabe que soy gay? —preguntó sorpresivamente Theo, logrando que Lia se ahogara con su taza de té y escupiera. Apresurándose al lado de su hermana mayor, Theo comenzó a golpear suavemente su espalda y a masajearla, esperando ayudarla. —Eso fue increíble —exclamó con una pequeña risa el menor de los dos—. Deberías de ir a un concurso de escupir, obtendrías el primer lugar. —Muy chistoso, Theodore Evans —gruñó limpiándose la boca con una servilleta—. ¿Por qué preguntas eso de la nada? —Es que… Desde aquel día en que me salvó de las escaleras no lo he vuelto a ver, y ya han pasado tres días —explicó—. Pensé que se había percatado de que soy gay, ya que solo mírame —se señaló—, es como si con tan solo una mirada todos lo supieran y creí que no se lo tomó bien —añadió algo apresurado.