Todo era un caos, las personas corrían de un lado a otro con el pánico en sus rostros, y no era para menos.
Con el miedo corriendo por mis venas, Loid me levantó en sus brazos, y lo cierto es que no pude ni objetar, solo me aferré a sus hombros, al mismo tiempo que él me sacaba de este lugar.
Cuando estuvimos fuera, abrió la puerta de su auto y me dejó en lado de copiloto, para él tomar su puesto al lado mío.
—¿Qué haces? Debemos llamar a la policia. Eso fue un atentado.
—La policia no va a hacer nada, no encontrarán al responsable. Además, adentro hay muchos estupidos que pueden llamarlos.
—Pero…
—Ahora guarda silencio. Estás viva, es lo que importa.
De repente, mis mejillas tomaron otro color, y presión aumento.
A Loid no le importaba lo demás, y sinceramente, yo no tenía ganas d
