Una voz masculina la llamaba, su cuerpo era sacudido con insistencia, pronto notó la luz de un quinqué de aceite justo frente a sus ojos.
— ¡ Rosalie! ¡Oh gracias a Dios despertaste!
Era Bert, quien rápidamente llamó a sus hombres.
Era de noche, apenas y se podían guiar por el fuego de sus antorchas, luego de horas buscando a su líder al fin habían dado con él. Sus respiraciones se habían detenido cuando lo encontraron completamente inconsciente en la tierra.
El terror se instaló en cada uno de sus cuerpos, especialmente el del príncipe Bert, que tan pronto se enteró de su desaparición ordenó la búsqueda, aunque durase días, encontraría a su hermana.
La buscaron en todo el pueblo y no había rastro de ella, era como si la tierra se la hubiera comido, lo peor empezaba a pasar por s
