ANIKA Hacía calor en la oficina, y no me refería a un clima cálido, porque estábamos entrando en otoño, pero sí al hecho de que me estaba calentando peor que olla exprés porque Aiden se había lanzado hacia mis labios. No me había dado tiempo de admirar la nueva oficina, ni el escritorio amplio y cómodo. Honestamente, poco me importaba porque lo que más estaba deseando era saborear sus besos como en ese mismo momento. — Estás muy guapa, qué va, guapa es poco. Es que estás increíble —. Me susurró en medio de sus besos. Parecía que cada caricia era un verso de algún poema que estaba escribiendo con sus dedos. — Eso lo dices por hacerme sentir mejor —. Me dio un beso en el cuello antes de levantar mi mirada hacia él. — Eso lo digo porque hablo en serio. Eres la mujer más bonita que